Lado B
Loew vs Piojo: un pequeño análisis cultural
Por Lado B @ladobemx
14 de julio, 2014
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Mtro. Alexis A. Vera Sánchez

@veraalexis

En algunos medios se habla del contraste de personalidades de los directores técnicos de los equipos de Alemania y México. En particular se habla de la baja emotividad del entrenador alemán versus la alta emotividad del mexicano. Mientras el director técnico Miguel Herrera celebraba el 2 – 1 sobre Croacia como si hubiera ganado el mismísimo campeonato del mundo, en contraste su homólogo alemán, Joachim Loew, se mostraba estoico frente al 7 – 1 que propinó su equipo en semifinales ni más ni menos que al anfitrión, pentacampeón y siempre vitoreado Brasil.

Algunos dirán que “hay niveles”: no se puede comparar la alegría de un equipo cuyo desafío mayor actualmente en un mundial es llegar al quinto partido, contra la alegría de un equipo que está acostumbrado a llegar lejos en los mundiales. Y estoy de acuerdo en que ambas situaciones no son del todo comparables. Sin embargo, controlando el factor de la historia de los equipos, ¿qué más nos puede ayudar a entender esta enorme asimetría emocional? ¿Por qué en las redes sociales (al menos en México y en países anglosajones como Inglaterra y Estados Unidos) ha llamado la atención la inexpresividad del entrenador Loew y la alta expresividad del entrenador Herrera?

Para nosotros los latinoamericanos (al menos para el latinoamericano promedio) la relativamente baja emotividad de Joachim Loew no se siente bien; como que no checa ver a un director técnico, y a un equipo arrolladoramente ganador, apenas conmoverse con el tamaño de triunfos que ha conseguido Alemania. Nos hace ruido; no lo entendemos; no lo aceptamos porque en nuestra cultura es diferente. Los latinoamericanos tenemos, de acuerdo con la teoría de las 7 dimensiones culturales de Fons Trompenaars (autor del libro “Riding the waves of culture”), una cultura “afectiva” porque nos gusta mostrar nuestras emociones. En contraste, la cultura alemana es considerada “neutral” (en los estudios del mismo autor) porque no gusta mostrar sus emociones.

En efecto, mientras los mexicanos enseñamos abiertamente nuestros enojos, alegrías, decepciones, etc., los alemanes lo hacen con mucho más moderación. Esto no quiere decir que los alemanes no tengan emociones, sólo quiere decir que las muestran menos. Para los latinoamericanos una personalidad así muchas veces es considerada fría; y seguramente lo es si la contrastamos con nuestra personalidad tropical. ¿Qué es mejor: expresarnos abiertamente como el Piojo Herrera o moderadamente como Joachim Loew?

En cuestiones culturales no podemos aseverar que una cultura sea mejor que otra. Cada cultura refleja una historia y manera de entender la realidad que se forja generación tras generación. Dicha cosmovisión está determinada antropológicamente por diversos factores, entre ellos los ambientales, como el clima y la geografía; pero también por factores histórico sociales como pueden ser la religión, familia, relaciones con otros pueblos, etc. Todas las culturas tienen cualidades y defectos, fortalezas y debilidades, en diferentes ámbitos de la existencia… Algunas destacan en ciertos aspectos pero se ven relativamente limitadas en otros cuando se les contrasta con otras culturas. Así pues, ninguna es mejor que otra. Si usted es más feliz en culturas de alta afectividad, entonces probablemente no se sienta igual de bien con gente de cultura más neutra. Pero las diferencias no son el problema, el verdadero problema es la intolerancia a esas diferencias; el desprecio; el rechazo a lo que no es como yo. Las diferencias deberían celebrarse, no rechazarse, porque en la complementariedad crecemos como personas y como sociedad.

Ahora bien, todos sabemos que El Piojo Herrera es más expresivo que la media nacional: muchos otros directores técnicos mexicanos no habrían celebrado igual que él a pesar de provenir de la misma cultura. Por esta razón el contraste con Loew es aún mayor. En el análisis de culturas comparadas se trabaja con el comportamiento promedio de la población y se entiende que hay excepciones ubicadas en los extremos. Así, tenemos que ciertos mexicanos son más afectivos que la mayoría (e.g. El Piojo) y otros que son menos afectivos (más neutrales), y que por lo tanto se asemejan más a los alemanes (para usar nuestro ejemplo). Lo mismo podríamos decir de una cultura neutral como la alemana: tiene excepciones de alta afectividad y también tiene casos de neutralidad extrema.
Al mundo le viene mejor la aceptación incondicional de cualquier cultura. Los líderes de organizaciones multiculturales deben trabajar cuidadosamente en la reconciliación cultural. Nos evitaríamos muchos problemas si actuásemos con más consciencia y cuidado de estas diferencias. El respeto empieza eliminando prejuicios y dejando de hacer juicios negativos respecto lo que es diferente. En México podemos empezar haciendo a un lado estereotipos y prejuicios contra, por ejemplo, la población de origen indígena. No necesitamos salir de nuestras fronteras para construir un mejor mundo.

El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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