Lado B
¿Siesta o soluciones? Ética y transformación social
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
19 de marzo, 2024
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Si quieres resolver los problemas sociales, hay que actuar de manera ética. Si no los quieres resolver, no actúes éticamente. Es una dialéctica sencillita, pero sabemos que una de las características de la estupidez humana es no querer curarse. O tener problemas que angustian y autodestruyen y no poner en práctica soluciones. En eso caemos todos, por eso llevo años trabajando en una vacuna contra la estupidez.

José Antonio Marina. El relativismo nos anima a la siesta más que a buscar soluciones.

Entrevista realizada por Esther Peñas en Ethic, marzo, 2024.

 

Tiempos de campañas políticas, temporada de abrazos, promesas, palabras que se lleva el viento, intercambios de descalificaciones, acusaciones mutuas, visiones utópicas que dicen el qué pero jamás detallan el cómo. “Todos prometen y nadie cumple: vote por nadie” decía ese graffiti famoso en una barda de Buenos Aires.

Momentos oscuros con un promedio de 65 o 70 homicidios diarios en las distintas regiones del territorio nacional. Espacios inciertos que van siendo invadidos, colonizados, dominados, sojuzgados por el crimen organizado que ha diversificado a tal grado sus actividades y desarrollado tal sofisticación en su poder y en sus alianzas con los poderosos que ya puede imponerse en casi todas las actividades de los ciudadanos, adueñarse de sus vidas y haciendas.

Vivimos hoy, decía un meme que causó mucha discusión en mi muro de redes sociales, en un Titanic que se hunde, mientras buena parte del público, aplaude. Y sí, siguieron aplaudiendo y reclamaron el meme, porque han comprado la idea de que se está viviendo una transformación social inédita, histórica y que todos los problemas se han acabado y la gente por fin es feliz, feliz por decreto presidencial.

Una rara transformación que no ha resuelto prácticamente ninguno de los problemas del país que desde la oposición señaló con vehemencia el presidente actual, prometiendo que con su magia y la buena voluntad del pueblo bueno bastarían para que todo cambiara…y casi seis años después, todo ha cambiado…para seguir igual.

El problema central tal vez, es que al inicio del sexenio se distribuyó la Cartilla moral de Alfonso Reyes y se inició una cruzada ética desde el gobierno federal, que muy pronto fue abandonada a medio camino, como tantas otras promesas y proyectos de saliva con los que cada seis años el redentor en turno nos quiere convencer de su vocación de servicio, escondiendo lo más hábilmente que puede sus delirios de poder.

Porque como dice Marina en el epígrafe de este mes, tomado de una imperdible entrevista en el portal Ethic: “si quieres resolver los problemas sociales, hay que actuar de manera ética. Si no los quieres resolver, no actúes éticamente…” Y en este país como en muchos, tristemente puede ser que en la mayoría, ha sobrado discurso ético y ha faltado actuación ética desde el nivel más alto hasta el más sencillo de la pirámide social, cada vez más vertical y abultada, precisamente por esa doble moral.

Una dialéctica “sencillita” pero en los hechos súper complicada porque se encuentra definida hacia el lado negativo por la soberbia, el poder que corrompe -y si es absoluto o cuasi absoluto como el actual, corrompe absoluta o cuasi absolutamente- y esas ganas eternas de no querer curarse, tan propia, como afirma el mismo Marina, de la estupidez humana.

Como dice el pensador español, en México tenemos hoy problemas que nos angustian y nos están autodestruyendo, pero no ponemos en práctica soluciones, simplemente porque no queremos curarnos, porque reina la estupidez, porque se rehúye permanentemente de la inteligencia, la razonabilidad y la responsabilidad.

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¿Existirá esa vacuna contra la estupidez que ha querido desarrollar Marina?

Si tal vacuna existe tendría que empezar por curarnos del dogmatismo y de los nuevos dogmatismos que hoy se quieren imponer por quienes se sienten moralmente superiores y se autositúan en el “lado correcto de la historia” -como si tal lado existiera, como si la realidad fuera binaria y maniquea como ellos la ven-, quienes no aceptan ninguna crítica y culpan al pasado de la inacción del presente y de la falta de imaginación hacia el futuro y dicen que “antes se robaba más”, reconociendo que hoy se roba -pero no tanto- y sin saber la magnitud de lo robado, porque eso sólo nos lo dirá la historia.

Si esa vacuna existe, tendría también que curarnos de la nueva enfermedad posmoderna del relativismo, que como dice Marina, es más una invitación a la siesta, más que a buscar soluciones. Porque como afirma el pedagogo y filósofo: “Si no hay manera de demostrar que una postura es mejor que otra porque estamos en el limbo de las equivalencias, en lo único que podemos confiar es en el poder….” Y lo más triste es que muchos, siguen hoy confiando en el poder, a pesar de que nos ha demostrado una y otra vez, por más que camaleónicamente cambie de colores, que es la misma gata, sólo revolcada.

Para que la vacuna hiciera efecto, habría que acabar “con ese jolgorio de la banalidad de que todas las opiniones son válidas” y añadiría yo, en el contexto de la entrevista, que todas las decisiones y acciones son igualmente válidas desde la perspectiva ética. Porque “…una cosa es que toda persona sea respetable, y que toda persona tenga el derecho (respetable) de emitir su opinión y otra muy distinta que cualquier opinión merezca respeto…”

Porque hay opiniones, dice el mismo pensador -y también decisiones y acciones políticas- que “son estúpidas, miserables, que llaman al odio…” y las estamos viendo todos los días en los medios de comunicación, en las redes sociales y hasta en las mesas familiares o las aulas universitarias en las que debería prevalecer la armonía y la sensatez del pensamiento crítico y bien argumentado.

Siendo la ética el arte de buscar la felicidad individual y la política el arte de buscar la felicidad colectiva, tendrían que estar estructuralmente unidas, como afirma Marina desde Aristóteles. Sin embargo, a partir de Maquiavelo, dice el autor en el que hoy sustento esta columna, se produjo la separación entre ambas, porque la política se volvió simplemente el arte de ejercer el poder de manera eficaz.

En otras palabras, se rompió el tejido entre la búsqueda del bien individual y del bien común que cohesionaban los esfuerzos de todos los ciudadanos y exigían una ética de la autoridad. A partir de ahí, la ética se ha vuelto una serie de listados de buenos deseos y la política se ha convertido en la acción cínica de quienes quieren enriquecerse y empoderarse a costa de los demás.

Nos guste o no, ante la situación de riesgo de autodestrucción de lo poco que ha avanzado este país en la democracia y la búsqueda de estructuras que apunten hacia la justicia, ante el contexto global de peligro de autodestrucción inminente de la humanidad, hoy son tiempos de ética, tiempos de soluciones y no de siestas.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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