Lado B
Puerta de esperanza
Sobre los libros de texto, la nueva escuela mexicana y la discusión sobre la educación a la que como país aspiramos
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
16 de agosto, 2023
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…Así es, pero
pequeña
puerta de la esperanza,
nuevo día del año,
aunque seas igual
como los panes
a todo pan,
te vamos a vivir de otra manera,
te vamos a comer, a florecer,
a esperar.

Te pondremos
como una torta
en nuestra vida,
te encenderemos
como candelabro,
te beberemos
como
si fueras un topacio.

Pablo Neruda. Oda al primer día del año.

El próximo lunes 21 de agosto, los docentes de educación básica y media superior de todo el país inician su Taller intensivo de formación continua para el inicio del nuevo ciclo escolar, que será un período especialmente complicado.

En el entorno intraescolar porque se les está pidiendo aplicar en todos los años escolares un currículo totalmente distinto derivado de la instrumentación de la llamada Nueva Escuela Mexicana (NEM) y el uso de los nuevos libros de texto que se encuentran en medio de una gran polémica social y de un litigio legal por parte de algunos gobiernos estatales y de amparos interpuestos por organizaciones civiles contra su distribución.

Por otra parte, en el contexto sociopolítico del país, que sin duda influye en el ánimo y el clima de trabajo de todas las escuelas y de los sujetos educativos -aún de los estudiantes más pequeños que perciben aunque no nos demos cuenta, las tensiones y la polarización- porque nos encontramos en la antesala del proceso electoral que definirá primero a los candidatos o candidatas y después a quien será el o la titular del Poder Ejecutivo Federal.

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De manera que tanto el taller de formación como el inicio de clases del período lectivo 2023-2024 que será el lunes siguiente, 28 de agosto, estarán marcados desafortunadamente por una creciente división social que se expresa cada día de formas más virulentas y genera más violencia discursiva y aún física en prácticamente todo el territorio nacional.

Si la educación produce la sociedad que la produce, como afirmo en mi libro Educación humanista, lo que tendremos en este inicio de ciclo escolar es una escuela producida por un profundo desacuerdo social y una sobreideologización tanto de los grupos más radicalmente opuestos a las políticas del gobierno actual como de los funcionarios y los defensores incondicionales del proyecto del presidente.

En medio de esta tensión y fuego cruzado de las ideologías extremas que hoy se disputan el control del país, estarán, en el caso del SEN, los niños, adolescentes y jóvenes que son ya parte del presente de este país y que serán los futuros ciudadanos que tendrán que enfrentar los problemas crecientes y los desafíos cada vez más complejos de un mundo en crisis y de una humanidad en riesgo de no sobrevivir.

Son ellos los que además de haber padecido la pérdida de aprendizajes y los daños psicomotrices, socioemocionales y mentales de la pandemia, tendrán que lidiar ahora con la puesta en marcha de un nuevo modelo educativo diseñado al vapor y de unos nuevos libros de texto que tienen sin duda intuiciones y elementos positivos de cambio pero fueron también hechos con prisa por grupos de profesores capacitados rápidamente y sin la cooperación de expertos disciplinares y de diseño didáctico y editorial, lo que redundó en un buen número de errores que el funcionario responsable -que no fue la Secretaria de Educación Pública como correspondía- llama “áreas de oportunidad” y los defensores del gobierno “pequelas erratas”, mientras los opositores más viscerales maximizan y absolutizan llamando incluso a la incivilizada quema de libros.

Estos niños que se deberían estar formando con la excelencia y la equidad que marca la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en el artículo tercero reformado por la mayoría legislativa del partido en el gobierno, estarán asistiendo a clases con libros diseñados antes que los programas de estudio, con un modelo educativo que sigue sin definirse pedagógicamente y sólo tiene fundamentos sociológicos y epistemológicos generales y abstractos que los profesores no han tenido tiempo de estudiar y comprender y con profesores capacitados de forma apresurada para echar a andar la NEM en los tiempos políticos que marca el sexenio y no en los tiempos necesarios que indicaría cualquier teoría pedagógica y curricular.

Así será, pero como dice el fragmento del poema de Neruda, dedicado al primer día del año nuevo, pero aplicable al primer día de un nuevo ciclo escolar, cada reinicio de un año en cada aula de cada escuela abre una pequeña puerta de esperanza, aunque sea igual que todos los demás ciclos que se han iniciado a lo largo de nuestra historia nacional.

Esta pequeña puerta de esperanza parte de la valoración de los docentes y los educandos, de evitar a toda costa declararlos condenados al fracaso de antemano, de desconfiar de su capacidad creativa, crítica y ética. Porque los modelos -tristemente- van y vienen y producen lo que Carbonell -experto en innovación educativa- llama “el cansancio de las reformas” que llevan a la cultura de la simulación, al cumplimiento -cumplo y miento- y al desgaste que “quema a los profesores y profesoras” (burnout docente), pero a pesar de ello hay muchos maestros y maestras que siguen resistiendo con entusiasmo y cultivando su vocación educadora.

Para todos estos docentes frente a grupo y directores escolares que mantienen la convicción de que los educandos están en el centro del proceso educativo y se debe pensar en ellos y sentir con ellos para lograr una educación verdaderamente excelente y equitativa, cada nuevo inicio de ciclo escolar abre otra pequeña puerta de esperanza, porque lo viven de otra manera, lo saborean como un pan distinto aunque sea igual a todo pan, lo esperan con alegría y energía renovada para hacerlo florecer, para encender el fuego del desarrollo de cada educando como si fuese un candelabro valiosísimo y lo beben lentamente, a sorbos, como si fuera un topacio. A ellos y ellas van dedicadas estas líneas.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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