Nadiedja Luna Baez

No es novedad que en México hay una enorme desigualdad cuando hablamos de ingresos y oportunidades. En la educación se hace muy presente desde los niveles básicos hasta los superiores y durante la pandemia por COVID-19 el rezago educativo incrementó.

Este inicio de semestre va a ser diferente para muchas universidades públicas y privadas en el país. A pesar de que los contagios continúan, gracias al avance general en la vacunación, después de casi dos años sin clases presenciales la modalidad híbrida parece ser la opción por la que se inclinaron la mayoría de las instituciones educativas. Aunque en principio se presenta como la mejor alternativa para regresar a las aulas y al mismo tiempo disminuir el riesgo de contagio, hay muchas consideraciones y retos que no se deben pasar por alto.

En el caso de la mayoría de universidades públicas, los trayectos que recorre el estudiantado para asistir a los diferentes planteles suelen ser largos y complicados, la mayor parte se traslada desde sus hogares en transporte público, lo que aumenta en gran medida las posibilidades de contagiarse.

Aunado a lo anterior, el diseño de horarios es más difícil que nunca; como universitaria me tocó vivir el proceso de inscripción como una avalancha que no hacía más que complicarse. Como era de esperar, fue inevitable que hubiera clases en modalidad en línea intermedias, lo que significa que tenemos que tomar la clase “en línea” en las instalaciones de la universidad. 

En la mayoría de las facultades no hay computadoras suficientes o de calidad, lo que nos deja con la única opción de tomar las sesiones desde el celular u otro dispositivo móvil. Evidentemente, no todo el alumnado tiene un dispositivo ideal para tomar clases en línea, o incluso quienes lo tienen, llevarlo todos los días en el transporte público es un gran riesgo, por lo que la brecha digital sigue presente. 

La responsabilidad de la inclusión digital y el acceso a internet no es únicamente de las universidades, sin embargo, sí requiere de su contribución para que las partes interesadas tengan mejores dinámicas de aprendizaje. La inversión en buenas redes de internet, flexibilidad de horarios, evaluación e inasistencias, son medidas primordiales para continuar en este sistema híbrido. Además, las recomendaciones sanitarias se deben seguir acatando, el uso de cubrebocas, gel, toma de temperatura, disponibilidad de jabón, agua, papel y la sana distancia no deben obviarse.

Nadie debe olvidar que aunque todo parezca ir regresando a la normalidad, nunca volverá a ser igual. Millones de personas han muerto, la crisis sanitaria y económica persiste, familias enteras se han desintegrado y miles de estudiantes no pudieron continuar sus estudios. Hoy, más que nunca, debemos seguir siendo personas empáticas y luchando por el acceso universal a la educación.

*Foto de portada: Andrea García