Lado B
Lo urgente, lo importante y lo superfluo
Por Espacio Ibero @
11 de noviembre, 2021
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Mtra. Leticia López Posada

El 16 de octubre conmemoramos el Día Mundial de la Alimentación; desde el año 1979 en el que esta celebración fue instituida, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), trata de concientizar a la población sobre la importancia de planear e implementar acciones que permitan disminuir el hambre en el mundo con la consigna de que para el año 2030 podamos tener #hambrecero. En esta fecha, instancias gubernamentales, organizaciones no gubernamentales, asociaciones civiles, universidades y escuelas en todo el mundo se unen con el fin de generar ecos hacia la sociedad y todos sus actores, para que algún día todos los seres humanos tengan derecho a una alimentación segura en todo el sentido de la palabra.

Ante la realidad que nos alcanza, me gustaría que cada uno de nosotros asumiéramos la responsabilidad y pudiéramos distinguir, en lo relativo al tema de alimentación que está relacionado íntimamente con el tema de justicia social, entre lo urgente, lo importante y lo superfluo.

Lo urgente

Es bien sabido que la crisis por la pandemia de COVID-19 puso de manifiesto —aún más— las grandes diferencias en el acceso y sanidad de los alimentos, no solo entre la población de los diferentes países del mundo, sino entre zonas de un mismo país, estado o ciudad; la crisis derivada de esta situación ha agregado a las filas de la desnutrición a más de ochocientos millones de personas ya sea por pérdida del empleo, por disminución de sus ingresos, por situaciones precarias de salud en la familia o por inestabilidad económica y política de las zonas en las que habitan.

Todo esto se ha agravado ante los acelerados efectos del cambio climático, en los que las intensas sequías, inundaciones, huracanes o incendios incontrolables en extensas regiones del mundo imposibilitan la producción y el acceso a alimentos de consumo básico, y que, además, encarece los precios mermando la posibilidad de compra de muchas familias e incluso gobiernos.

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Por si esto fuera poco, tenemos otro gran problema como humanidad: el desperdicio desmedido de alimentos. Este tema nos atañe a todos, pues nos habla de la dignidad humana, pero también del mal aprovechamiento de recursos y el descuido de nuestra casa común: la Tierra. Es increíble pensar que mientras algunos desperdician a manos llenas, otros mueren de hambre (principalmente niños, niñas y mujeres). Solo para darnos una idea, en México el 34 por ciento de los alimentos que se producen, se desperdician en algún punto de la cadena de producción y/o consumo, mientras que unos 25 millones de personas viven en carencia alimentaria, esto sin mencionar la gran producción de gases invernadero y las dificultades en el manejo de basura que este desperdicio genera.

Lo importante

A un lado de todos estos problemas de índole social, que no dejan de ser una tragedia personal, hay otros pendientes en la agenda.

Si bien la globalización ha generado buenas oportunidades, también ha provocado en una cultura como la mexicana, la pérdida generalizada de nuestras raíces alimentarias; no quiero decir con esto que no debamos fluir con las nuevas tendencias —que en el mejor de los casos enriquecen nuestras mesas y nos ayudan a trascender fronteras y mentalidades—, pero sí creo fuertemente que debemos estar alertas ante cambios tan notorios como la disminución generalizada en el consumo del maíz y sus derivados, de las leguminosas como el frijol y de verduras propias de nuestras tierras, como la calabaza, el chile o el chayote, que son fuente de nuestra cultura y de nuestro ser mexicanos.

Todo esto contra la invasión descontrolada de refrescos, comida rápida y alimentos empaquetados de los que difícilmente siquiera podemos leer la lista de ingredientes porque simple y sencillamente son impronunciables; debido a esto hemos ido perdiendo (sobre todo las generaciones más jóvenes) la riqueza de lo que es nuestro pasado alimentario, su historia y significado, así como el acercamiento con nuestros ancestros, siendo esto una cuestión peligrosa para nuestra identidad como nación.

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Por otra parte, debemos considerar el papel que juega la alimentación en nuestra salud; dicen por ahí: somos lo que comemos”, y eso es un hecho. Las enfermedades que provocan la muerte hoy en día a la población de nuestro país tienen su origen en gran parte en los alimentos y bebidas que ingresamos a nuestro cuerpo. Por lo tanto, la alimentación podría ser la fuente más confiable de prevención de estas importantes enfermedades.

Dada la riqueza y variedad alimentaria en México, podemos adaptar nuestra alimentación, sin que deje de ser sana, a nuestros gustos, conformación familiar, economía, geografía y sitios de distribución. Lo que nunca hay que perder de vista es que el regreso al consumo de lo básico y a los productos de origen natural puede ser un buen seguro de vida.

Lo superfluo

No podemos apartarnos de esto, es nuestra realidad, pero desafortunadamente las dietas de moda, la belleza a costa de nuestra salud, las tendencias que impone la industria de alimentos en el mercado y la opinión de influencers que pocas veces tienen un sustento científico, nos bombardean y nos dejan sin respiro para poner un alto y pensar con respecto a este tema.

Frente a la tragedia humana por hambre, a la climática por el desperdicio de alimentos, el abandono del campo y la contaminación de las aguas, la aplastante industria de la delgadez y de la vida fit cobra adeptos por cientos cada día.

Cuidar nuestra salud es un deber, pero lo debemos hacer de una manera informada, asertiva, responsable y cuidadosa, para con nosotros, pero también para con los demás, con el medio ambiente y los recursos a nuestro alcance.

No olvidemos nunca que, como seres humanos, tenemos el derecho inalienable a la alimentación, y como seres sociales debemos velar también por la alimentación de los otros en el entorno que nos corresponda. Seamos responsables en el ámbito personal, para impactar poco a poco en el ámbito nacional y mundial.

*Foto de portada: MART PRODUCTION | Pexels

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