Lado B
Línea 12: el desprecio de lo público, o nada ha cambiado
Por Juan Manuel Mecinas @jmmecinas
10 de mayo, 2021
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El desplome en la línea 12 del metro ofrece un ejemplo inequívoco del desprecio de lo público en el sistema mexicano.  No es exclusivo de partido alguno, sino de una forma de hacer política donde el gobierno “administra la abundancia” y construye (puentes, carreteras, escuelas, etc.) sin ton ni son y sin planeación.

Pero, en ese presupuesto inicial de administrar los recursos con los que cuenta el país y construir más y más sin mirar las necesidades reales de la población, sino mirando la construcción como oportunidad para hacer negocio, todo termina siendo una cuestión de pesos y centavos. 

Formar parte del gobierno termina siendo la oportunidad para que, quienes en él participan y quienes  ganen elecciones se engañen y pretendan engañar a los ciudadanos y asuman que el erario es suyo durante cierto lapso.

Las muertes son las consecuencias más lamentables de esta idea del gobierno como oportunidad para llenarse los bolsillos. Podemos hablar de la línea 12 del metro, del socavón en Cuernavaca hace algunos años, del dinero de Odebrecht en las campañas o de los jugosos contratos para que unas cuantas empresas administren las prisiones en el país.

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No hay partido que se salve, considerando los resultados míseros que las acciones de todos los partidos  han arrojado.

Nada importa que el presidente afirme que su partido es distinto, cuando en realidad se comporta como un instituto igual que los demás y cuyos resultados no han sido alentadores. Morena se comporta como el resto de partidos que han gobernado porque, al igual que ellos, existe una ausencia de voluntad en sus gobernantes para asumir la responsabilidad de sus decisiones. Seguimos siendo el país de las excusas y no de las renuncias. No importa si al director de CFE se le descubre haber mentido en su declaración patrimonial o si al encargado de enfrentar la pandemia se le pille de vacaciones cuando demandaba a medio país quedarse en casa o si al encargado de comunicación de la presidencia se le descubren granjas de bots y campañas orquestadas contra periodistas que critican al gobierno. Este es el país donde 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecen y no hay un solo responsable en la cárcel, o donde niños mueren en una guardería pública y tampoco nadie tiene la culpa. Es un país con catástrofes, pero sin responsables.

Si Morena quiere demostrar que es un partido distinto (lo que hasta el momento queda en mero discurso) tendría que hacer una investigación que transparente el diseño, mantenimiento y las acciones que llevaron a la muerte a 26 personas en el sistema de transporte más importante de la capital del país. No se trata de dilapidar a nadie: se trata de demostrar que, por una ocasión (por primera vez) se puede dejar de engañar al ciudadano. Ya pasó en Ayotzinapa: seis años después, lo único que sabemos es que la verdad histórica no era tal. Y no sabemos nada más.

La única verdad es que la visión del gobierno constructor y administrador llena los bolsillos de unos cuantos y conduce a la muerte a muchos. 

Que no se engañe el gobierno (sea del partido que sea): para el ciudadano, la catástrofe sigue siendo evitable y los responsables siguen desaparecidos. Nada ha cambiado, por más que se afirme lo contrario.

Foto: Daniel Lobato | Pie de Página

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Autor Lado B
Juan Manuel Mecinas
Profesor e investigador en derecho constitucional. Ha sido docente en diversas universidades del país e investigador en centros nacionales y extranjeros en temas relacionados con democracia, internet y políticas públicas.
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