Lado B
Double pack: dos malditos thrillers patateros de Netflix (2021) + Bonus Extra
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
20 de mayo, 2021
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Con la novedad de que he decidido chutarme una maratón de películas por Netflix a recomendación de ciertos críticos y colegas cinéfilos que no paraban de decirme que las nuevas entregas en plataforma —de categoría “thriller”— harían de mi domingo de ociosidad, un domingo de emoción y palomitas de la más fina clase. ¡Películas sorprendentes! ¡Premisas devastadoras! ¡Argumentos inquietantes! Películas que te hacen confirmarte… ¡CUÁNTA BASURA PRODUCE NETFLIX!

Alguna vez hice un top parecido en 2019 “sobre thrillers psicológicos, —envidiables y hasta interesantes— de los que al parecer nadie estaba hablando” en su momento. 

También puedes leer: Double pack: dos thrillers psicológicos de los que nadie está hablando (2019)

Pero esta vez será diferente.  Aunque no voy a afirmar que las películas nombradas aquí sean malas, tampoco voy a ser capaz de recomendarlas. Esta vez seré un juez duro, pero no por eso menos justo. Y escribiré un artículo intrascendente para películas igual o peor de intrascendentes. Un ‘double pack’ —un premio doble para quien dice leerme cada jueves— de lo más patatero y risible que pude ver en esta semana. ¡Pero patatero con ganas!

Ustedes disculparán, pero mis horas perdidas tenían que servir para algo. ¡Estos son dos malditos thrillers patateros de Netflix! ¡Ahí madre!

Run

Empezamos con algo sencillo, pero francamente modesto. Netflix anunció, entre sus nuevos lanzamientos, un thriller psicológico de nombre Run —corre— cuya portada resultaba maliciosamente divertida por tener a nada menos que a una señorita en silla de ruedas intentando escapar. Pero la pregunta era… ¿escapar de quién? 

Dirigida por el injustamente infravalorado Aneesh Chaganty, un cineasta indio-estadounidense que en 2018 sorprendió al mundo entero con Searching, una película de suspenso sobre un padre desesperado en busca de su hija adolescente a través por su propio portátil —disponible también en Netflix—. Y con la actuación de nada menos que Sarah Catharine Paulson —una musa ya clásica de los thrillers y las series de terror en los últimos tiempos, como en la ya popular American Horror Story de la cual prefiero Freakshow, o incluso Ratched que tanto se habló de ella—. Run es algo así como un thriller psicológico de corte minimalista que busca de lo sencillo ser algo destacable.

No vayan a malinterpretarme tampoco. Por más sorprendente que parezca, Aneesh Chaganty logra hacerse de una cinta que, pese a su limitado presupuesto, logra salir bien parada a la hora de complacer a ese público especial -aunque no exigente- de Netflix.

La historia, sobre una adolescente diabética en silla de ruedas que se encuentra bajo el obsesivo cuidado de su madre —una relación cuanto menos sospechosa hasta para el más obtuso de los cinéfilos—, resulta un subproducto narrativo ya mil veces visto, aunque de buen corazón, que intenta emular y hasta rendir tributo a la fórmula más básica de Stephen King: “un drama aterrador en un pueblito olvidado de Estados Unidos cuyos habitantes aparentemente tranquilos esconden monstruos esperando a salir.” 

En pocas palabras, Run es un homenaje-producto nacido bajo la misma inspiración de aquella adaptación homónima de la novela de King, Misery, dirigida en 1990 por Rob Reiner sobre un escritor de best sellers que por terribles azares del destino termina bajo el cuidado de una mujer que se dice ser “su fan número uno”. Una fan… realmente especial.

Incluso, si son demasiado detallistas, habrán notado que Aneesh Chaganty coloca incontables referencias a este autor por toda la película. Como mencionar el pueblo natal de King Derry, Maine—escenario recurrente de gran parte de sus historias—, e incluso tener a un personaje secundario de nombre Kathy Bates. Nada menos que la actriz que dio vida a la temible Annie Wilkes y que por cierto le valió un Oscar más que merecido por esa potente actuación.

Al César lo que es del César. De todas las patéticas películas de este género que ha lanzado la plataforma últimamente —horribles, por cierto— Run es la que mejor funciona y logra su cometido: mantenerte interesado de principio a fin. Mantenerte, por lo menos entretenido, aunque sepas cómo va a terminar. 

Imaginaos que incluso se volvió “un pequeño hit de horror” tras su primera semana, principalmente, por retratar cierto trastorno que es auténtico en el mundo de la psiquiatría: el síndrome de Munchhausen. Un problema mental en el que un cuidador —principalmente mujeres— causa o hasta provoca una lesión a la persona que tiene bajo su cuidado. Es común verlo retratado en madres o enfermeras que transforman en víctimas tanto a hijos como a personas mayores.  

Fotograma de Run (2020) / Foto: Netflix

Run tiene la particularidad de que es una cinta con un poderoso tema real y puede ser visto como mero y curioso aspecto clínico. Además de que sus protagonistas, tanto Sarah Paulson en su papel de madre obsesiva, como Kiera Allen, la hija que intentará “escapar” de sus garras, hacen un espectacular trabajo para volver creíble una trama patatera en manos equivocadas. 

Eso sin mencionar —POR SI ALGUIEN NO LO SABÍA— que la joven Kiera de tan solo 23 años, además de debutar, se ha vuelto ya en la tercera persona —después de Susan Peters, una actriz de los años 40, e incluso Ali Stroker de la serie Glee— con discapacidad motriz en protagonizar una película. Y es que el propio Chaganty se propuso a encontrar una mujer que auténticamente tuviera que andar en silla de ruedas. 

¿El resultado? Un estupendo thriller psicológico cumplidor, efectivo y a la carta. Aunque predecible por momentos, descafeinado y sin aparente chiste, su cineasta se esfuerza lo suficiente y compensa lo suficiente. Aunque jamás la recomendaría —porque mandaría a cualquiera a ver Misery (1990) primero antes que Run— creo que esto es fácil de entender: “un maldito thriller patatero de Netflix”. Ya tu sabrás qué hacer con él. 

https://www.youtube.com/watch?v=vjVHgduaEow

Sinopsis: 

“Dicen que el amor de una madre es para siempre… pero para Chloe esto no es un consuelo, sino una amenaza. Hay algo extraño, incluso siniestro en la relación de Chloe (Kiera Allen) y su madre, Diane (Sarah Paulson). Diane ha criado a su hija completamente aislada, controlando cada uno de sus movimientos, pero Chloe pronto empezará a descubrir los oscuros secretos que guarda su madre…”

Deadly Illusions

¡Ahora vayamos con la madre de todas las gastritis! Aquella película que me hizo replantear mi suscripción como usuario en plataforma y que me orilló a enfermarme gravemente del estómago por comer tanta patata. 

Aunque Netflix se encargó solamente de su distribución, tenía que estar aquí ya que fue financiada por nada menos que la Voltage Pictures, aquella casa productora que tanto puede traer cosas buenas como la galardonada Dallas Buyers Club (2013) e incluso la divertida Colossal (2016) de Nacho Vigalondo, como otras, definitivamente no tanto. Aún tengo pesadillas por haber visto Pay the ghost (2015) en el cine. 

https://www.youtube.com/watch?v=3r9tEw2b07Q

Deadly Illusions, de la directora estadounidense Anna Elizabeth James —no me pregunten cómo rayos es que la conozco— para infortunio mío, figura más en la segunda categoría que en la primera. Y debo decirles que esta vez sí que me ha dejado completamente decepcionado. 

En serio, es la última vez que acepto recomendaciones de gente que sigue defendiendo el final de Game of Thrones.

La película comete el mismo error que cometió la propia I Care a Lot (2020) de Jonathan Blekson: tener una interesante premisa entre manos, con una primera hora que promete hasta la luna, pero una segunda que se cae a pedazos sin siquiera poder defenderse. 

Un intento de psycho-thriller erótico que pretende retomar el legado de aquellas cintas de suspenso de los años 80s-90s con dramas maritales, tentaciones prohibidas y seductoras pero letales femme fatales de por medio. Un intento de Basic Instinct (1992) de Paul Verhoeven queriendo emular un poco su violencia y sensualidad, e incluso una suerte de Fatal Attraction (1987), sobre un matrimonio que pende de un hilo por una tercera en discordia. 

Aunque si me lo permiten, Deadly Ilusions tiene más de Single White Female (1992) con Jennifer Jason Leigh y Bridget Fonda que cualquiera de las anteriores: un thriller sobre obsesión. Una obsesión entre dos mujeres. Dos mujeres reprimidas en un mismo techo, y con un largo trecho para satisfacer sus más bajos instintos.  

La película de Elizabeth James nos cuenta la historia de una relación prohibida entre una escritora frustrada y una niñera nueva, que ascenderá a la locura misma cuando la primera, además de dejarse llevar por sus obscenas fantasías, sea incapaz de diferenciar con exactitud qué es verdad y qué es ficción. O, en otras palabras: qué es parte de su novela y qué es parte de la realidad. 

He de confesarles que pese a todo el embrollo rebuscado que termina volviéndose esta película, la construcción de situaciones —sobre todo de estos dos personajes principales— en su rubro psycho-erótico, al menos —¡Al menos, maldita sea!— termina siendo desarrollado de forma realmente sorprendente. Funciona. Te hace sentir. Te provoca. Te emociona. 

Además de que las actuaciones tanto de Kristy Davis —la escritora imaginativa— como de Greer Grammer —la niñera misteriosa— son de una jodida calidad que te cagas. Más aún de esta última, porque ha sabido calibrar ese momento de inflexión en el que tiene que pasar de ser una inocente cuidadora de niños, a una inquietante pero codiciada femme fatale que enloquecería a cualquiera. ¡Grammer es soberbia! 

Thrillers de Netflix

Fotograma de Deadly Illusions (2021) / Foto: IMDB

El problema empieza cuando esta película pretende volverse algo mucho más complejo de lo que en realidad es. Cuando de pronto, dejamos de lado este interesante jugueteo entre una mente creativa y una mente diabólica —poniendo en jaque el futuro del matrimonio— para terminar metiéndonos en un rompecabezas sinsentido sobre personalidad múltiple, metaficción e incluso “intriga de género” con una pizca de empoderamiento que te cagas. 

Cuando tienes tantos elementos vertidos en una película a veces es muy complicado cumplir con cada uno de ellos. Y ni se diga cuando la historia arranca de una manera ambiciosa y te engaña con que podrá resolver todo lo que promete al principio. De repente ya no estás viendo más un thriller erótico sino una película pretenciosa que intenta jugarle a la obra maestra. Que intenta competirle a Paul Verhoeven o a Adrian Lyne pero sin llegarles a los talones. 

Si me lo preguntan, Deadly Illusions debió quedarse en un simple thriller psycho erótico sobre una sensual y joven niñera que ha obsesionado con locura a la mujer de la casa antes que aspirar a ser una maraña de géneros y temáticas. ¿Qué esperabas? ¿Volverte un clásico? ¡Por favor! 

Para el Cinemaniaco, el peor thriller patatero que ha subido Netflix en todo el jodido 2021. Y eso que nueva basura se añade al catálogo mes tras mes. 

Espero no haber hablado demasiado pronto…

Sinopsis:

“Mary (Kristin Davis), una exitosa novelista que sufre de un bloqueo creativo, se ve en la imperiosa necesidad de aceptar una suculenta oferta por parte de su editorial, tras una operación financiera fallida de su marido Tom (Dermot Mulroney), que ha acabado con la mitad de los ahorros del patrimonio familia”

Bonus Extra: I See You

Justo cuando terminé de escribir este artículo una nueva película de “thriller psicológico” se añadió al catálogo y cientos de colegas que amaron el Justice League: Snyder Cut (2021) comenzaron a recomendármela. ¿Y saben una cosa? ¡Sí que hablé demasiado pronto! 

I See You, del medianamente reconocido Adam Randall, director de aquella Level Up en 2016 y del interesante cortometraje de horror Reflections (2014), pretende ser una película home invasion —es decir, de intrusos de hogar— a la vieja usanza pero añadiéndole el factor “sorpresa” de las cintas de nuestros tiempos.  

Es decir, modificar la narrativa clásica de este tipo de películas donde los supuestos villanos que amenazan a la tranquilidad de alguna familia acomodada, terminan siendo, de hecho, víctimas de un peligro mayor que ellos. Algo parecido a lo que realizó Don’t Breathe (2016) de Fede Álvarez donde los ladrones —es decir, los supuestos “antagónicos”— terminan siendo perseguidos, irónicamente, por el propietario de la casa. Es decir, por la víctima. 

Te recomendamos: Don’t Breathe: un punto y aparte en las Home Invasion

Aunque esta idea de desvirtuar el subgénero ha traído grandes sorpresas, a veces también recibimos enormes decepciones. He aquí un gran ejemplo de ello. 

Esta premisa de engañar al público ofreciendo todo un preludio, de naturaleza ambigua y hasta misteriosa, parece funcionar de maravilla en los primeros minutos: cuando vemos que algunos de niños han desaparecido sin dejar rastro, o que la casa de nuestros protagonistas comienza a tonarse extrañamente “sobrenatural”. ¿Tendrá relación? ¿Los intrusos son los culpables?

¡Pues ni una, ni otra! Luego de un rato, I See You pretende pasarse de lista y ofrecer una explicación tan rebuscada, tan tomada de los pelos y descafeinada, que se tuerce más a lo estúpido que a un guion intentando parecerse a los de Hitchcock.  

La película se vuelve ineficiente poco antes de llegar a su clímax. Demasiado decepcionante. Poco creativa. Y no lo digo porque termina develándonos que después de todo no había fantasmas ni mucho menos, sino porque “los verdaderos villanos” de esta cinta, ni siquiera podría decirse que son “villanos”. Y el verdadero horror —ahora sí, el “antagónico” por excelencia— se esconde en un personaje insospechado, tan poco interesante y tan poco justificado, que todo se va al retrete apenas pasada la primera hora. 

Thrillers de Netflix

Fotograma de I See You (2019) / Foto: Movie Trailers Source

No es solo que esta película tenga ideas horribles, sino que también posee horribles ejecuciones. El planteamiento era sospechosamente interesante ya que recordaba incluso a otros filmes parecidos que mejor se han construido en los últimos diez años, como You’re Next (2011) de Adam Windgard, pero sin llegarle a los talones. Su verdadero problema, queridos padawans, es que de “terror” o de “thriller psicológico” no tiene nada. 

Aunque pretende venderte todo un enfoque “revolucionario” a los ya cansinos filmes de home invasion, solo se queda en un “quiero y no puedo” que se desbarata tras cada segundo. Te felicito por tu intento joven Randall, pero no ha sido suficiente. O no lo suficiente como para quedar entre las mejores de su tipo.

Suficiente fue el Get In (2019) de Olivier Abbou con el subversivo retrato del Movimiento Okupa y todo ese infierno de injusticia vertido en la furia de un padre de familia que busca desesperado reclamar todo lo que le fue robado. Una nueva dimensión del propio home invasion.

Tal vez te interese: Get In (Furia), la otra cara del home invasion

Suficiente fue Becky (2020), de Cary Murnion junto a Lulu Wilson y el propio Kevin James, con la idea de retorcer la premisa del ya clásico navideño de Chris Columbus Home Alone (1990): poniendo a competir a intrusos de hogar con las ocurrentes trampas de un pequeño niño. En este caso: con las sádicas invenciones de una jovencita bastante perversa.

I See You solo es una película intentando emular las grandes hazañas de otros que han sabido mejorar la fórmula sin morir en el intento. Desde Michael Haneke hasta Adam Windgard. Desde Fede Álvarez hasta Miguel Ángel Vivas. Un intento de thriller psicológico que se esfuerza por sorprender, pero se olvida de su espíritu. 

Aunque tiene sus momentos de suspenso, ninguna escena truculenta —ya que carece de ellas— ni vuelta de tuerca —pese a que abusa de ellas— ha podido alcanzar ese “nivel de epicidad” como para volver a recordarla. Como para siquiera volver a verla… 

¡Esta sí que ha sido una semana patatera!

Sinopsis: 

“En medio de una crisis familiar por la infidelidad de su esposa, el detective Greg Harper debe encargarse de la desaparición de un niño de diez años, un caso que parece estar relacionado con otro ocurrido años antes en el mismo pueblo.”

 

*Foto de portada: Fotograma de Run (2020) / Foto: Netflix

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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