Lado B
Don't Breathe, un punto y aparte en las Home Invasion
El uruguayo, y ahora icono del horror contemporáneo, Fede Álvarez, vuelve a colocarse tras las cámaras después de la modesta recepción del público con el remake de Evil Dead allá por el 2013.
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
18 de septiembre, 2016
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Héctor Jesús Cristino Lucas

[dropcap]E[/dropcap]l uruguayo, y ahora icono del horror contemporáneo, Fede Álvarez, vuelve a colocarse tras las cámaras después de la modesta recepción del público con el remake de Evil Dead allá por el 2013. Aunque más allá de la audiencia el trabajo convenció a Sam Raimi que se volvió su productor de cabecera tras ver los resultados. Y tras la reelaboración del clásico ochentero, Raimi le dio la libertad de elegir el siguiente proyecto. Primero se especuló que realizarían una predecible secuela del remake, pero la posibilidad rápido se desechó. Luego se habló de filmar una cuarta parte de la épica trilogía, pero tampoco hubo luz verde. Es por eso que que Raimi decidió crear la serie Ash Vs Evil Dead, al margen de otros proyectos.

Álvarez apuntó a un proyecto completamente nuevo, y luego de tres años de trabajo llegó a las carteleras: Don’t Breathe. Una película que ya inicios del 2016 había llamado la atención de la crítica por lo innovador de su argumento. Para empezar aclaremos que no se trata de un filme 100% de horror -aunque algo hay de ello- sino de un thriller minimalista y claustrofóbico. El término correcto sería Home Invasion o Intrusos de Hogar.

La premisa básica de esta clase de películas ha estado latente través de los años. Directores como Stanley Kubrick o Michael Haneke han usado este subgénero como una maliciosa crítica a la clase social burguesa. Es por ello que los droogs de A Clockwork Orange, o bien, los excéntricos antagonistas de Funny Games, funcionan como crueles verdugos -de una clase social más baja- que castigarán a los ricos, sólo por ser ricos. Es decir, la idea de unos extraños irrumpiendo en las enormes casas de los ricos que no necesariamente entran con el fin de robar, sino también de hacer sufrir.

Lo mismo sucede con películas más actuales que han explorado el subgénero. En la famosa Panic Room de David Fincher, los desconocidos irrumpen con la idea de robar, pero pronto la situación se sale de control. En la angustiante Kidnapped de Miguel Ángel Vivas -posiblemente uno de los Home Invasion más violentos de la actualidad- sucede lo mismo. En You’re Next de Adam Wingard la masacre se desata por la herencia familiar. ¡Venga! Incluso en la reciente Knock Knock de Eli Roth las antagonistas ejercen papeles de verdugos castigando al pobre Keanu, un vulnerable y cómodo burgués.

El problema es que la premisa se ha desgastado y las películas del subgenero se han vuelto un tanto predecibles y cansinas. Sin embargo, Don’t Breathe de Fede Álvarez no funciona de la misma manera. Pese a que se trata de una Home Invasion, el film recrea la situación e innova. Para empezar no existe diferencias para definir al “bueno” o al “malo”. Desaparece la crítica a la clase social burguesa, porque aquí el “rico”, es decir, el que merece ser castigado, se transforma en el verdugo. Los personajes que irrumpen, de alguna manera, son villanos pero terminan siendo los sometidos. Los papeles cambian y por ende, también el desenlace.

La idea del cazador siendo cazado se ha utilizado innumerables veces, es cierto, pero no de esta particular manera y mucho menos en una Home Invasion. Tal vez sí, por ejemplo, la lucha entre dos antagonistas queriendo irrumpir la misma casa. The Collector de Marcus Dunstan realizó este experimento cambiando un poco las reglas del subgénero. Pero ahora, Fede Álvarez nos ofrece una nueva versión. Un thriller cuya crítica radica no se centra sólo en la sociedad burguesa, sino que es mucha amplia y alcanza a la sociedad en su conjunto. De hecho, ese es uno de los elementos que más hacen funcionar, la imperceptible crítica sociopolítica que hay como telón de fondo. Porque sí, la hay.

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La motivación que empujan a los protagonistas a irrumpir la casa, por ejemplo, es una muestra clara de los problemas económicos en los que se ve envuelta la propia Detroit actualmente. La impunidad de personajes ricos ante crímenes violentos y claro, la inmensa inseguridad que habita las calles. Algo similar a lo que se hizo con el slasher chino Dream Home como método contestatario ante problemáticas de su sociedad.

 Don’t Breathe es una película muy bien lograda. No utiliza a esos personajes indestructibles del clásico horror americano, sino seres humanos con motivación clara, con dolor, sufrimiento y necesidad. Y pese a que estamos frente a un film minimalista los personajes no son planos, pues se ahonda en ellos aunque sea con una breve descripción de sus vidas lo que nos permite entender y descubrir hasta dónde son capaces de llegar. Cada uno posee una misión propia, y no hay lagunas argumentales que interrumpan con la trama central, por lo que funcionan en la historia y no terminan sobrando. Bastante bien.

El manejo de cámara es uno de los grandes aciertos del film. Tener un espacio reducido para este tipo de películas exige mucha habilidad de parte del director, porque de lo contrario, el resultado terminaría siendo monótono y hasta aburrido. De hecho, este tipo de metrajes dependen más de la dirección que del propio guión, por ello es que a algunas se les conoce como “películas de movimiento”. Si recuerdan, en el clásico Evil Dead teníamos una situación similar: pocos personajes y un solo escenario. La trama era cosa de nada y Sam Raimi resolvió el problema con un revolucionario y mil veces imitado manejo de cámara que la terminó convirtiendo de culto.

Don’t Breathe es correcta en muchos sentidos y vale la pena reconocerlo. El guión hace que su propio suspenso, es decir, que su propia claustrofobia, sean los amos absolutos de la historia. No por nada la llamaremos thriller, porque vaya que hace honor al subgénero y con creces. Aunque siendo sinceros hay algunos detalles que sobran, por ejemplo: el director eecurre a algunos screamers bastante innecesarios como predecibles, y la escena del inicio es una de las que más innecesarias en toda la película. Es la clásica escena donde nos transportan al pasado para luego contarnos cómo es que la situación llegó hasta allá. A veces funcionan, pero al menos aquí no era necesaria.

Sin embargo el guión soluciona muchas de estas cosas aunque resulte un tanto forzado. Los giros de tuerca que te hacen creer que todo está por acabar pero aún queda mucho por ver están presentes. Sin embargo valen la pena porque a la larga, sí cumple con lo cometido: generar suspenso.

En cuanto a los escasos actores, ya lo hemos aclarado, encajan a la perfección. El trío de chicos, por ejemplo, compuesto por el costarricense Daniel Zovatto, -quien lo vimos incluso en It Follows– Dylan Minnette -de la más reciente Goosebumps– y Jane Levy -ésta última también protagonista del remake Evil Dead– son estupendos. Aunque claro, el actor que se lleva las palmas y seguro deben saberlo ya, es Stephen Lang. El actor estadounidense a quien vimos como el Coronel Miles Quaritch en el Avatar de Cameron, regresa, y lo hace ahora como el hombre ciego. Un personaje tan misterioso como francamente icónico para el cine de terror contemporáneo.

Si el remake de Evil Dead se llegó a considerar como una gran opera prima para el uruguayo, Don’t Breathe es uno de los pasos más firmes que ha dado Fede Álvarez hasta ahora. Se dijo incluso que tan sólo en su estreno en EU desbancó a la tan esperada Suicide Squad al registrar 26 millones de dólares. Pese a ser un film minimalista, una de las primeras de éste cineasta, se ha convertido ya en una especie de sensación para los más fanáticos. No cabe duda que Álvarez seguirá sorprendiendo en la industria del horror y vale la pena seguirle de cerca. Primero se hizo de la violencia y el gore, ahora con el thriller… ¿qué seguirá después?

Don’t Breathe es única en su género: impredecible, angustiante e innovadora. Figura ya como un punto y aparte en las Home Invasion.

Sinopsis:

Tres adolescentes escapan de robos perfectamente planeados. Pero cuando están a punto de realizar su último asalto, robando la casa de un ciego, el juego cambia. Los jóvenes son encarcelados y deben luchar por sus vidas contra un psicópata lleno de secretos.

https://youtu.be/mqaVnIg5gig

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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