Lado B
Tecnocracia vs. ineptocracia: el desafío educativo
Ni la tecnocracia ni la ineptocracia van a poder resolver los enormes problemas de este país. Ambas formas de gobierno están destinadas al fracaso
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
19 de febrero, 2019
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Martín López Calva
Tecnocracia

“A juicio de Núñez, quienes no han conocido el éxito, los ignorantes y los mantenidos son incapaces de razón: el sentimiento y la emoción son los únicos resortes de su vida. Piadoso, sentencia: «Donde no hay comida, oportunidad, empleo o satisfacción, no cabe la racionalidad». La disyuntiva no puede ser más clara: nosotros pensamos, ellos gimen. Nosotros conocemos, ellos viven enjaulados en la ignorancia. Como el populista quiere deshacerse del liberalismo, los tecnócratas pretenden liberarnos del fastidio de la democracia. Quieren nuestro bien”

Jesús Silva-Herzog Márquez. «Antidemócratas«. Reforma. 11-02-2019.

“Que regresen los corruptos y se vayan los ineptos” era la frase que circulaba como clamor de un sector importante de la población mexicana que expresaba su decepción porque con alternancia en el poder no se concretó el ejercicio de un mejor gobierno. Esta frase tenía como trasfondo la idea de que los gobiernos panistas que llegaron a la Presidencia de la República, aunque se ostentaban como más honrados que los gobiernos priístas que tuvimos durante las ocho décadas previas, no tenían los conocimientos ni la experiencia necesaria para gobernar bien y, por ello, era mejor volver al viejo sistema en el que predominaba la corrupción, pero al menos se tenía el dominio de todo lo que implica el ejercicio gubernamental.

El resultado ya lo sabemos. La frase se volvió profética y regresó el PRI a gobernar con el presidente Peña Nieto, en un sexenio que se caracterizó por sus enormes escándalos de corrupción. Se fueron los ineptos y regresaron los corruptos.

La frase en cuestión, sin embargo, es sólo parcialmente cierta puesto que desde la llegada al poder del presidente De La Madrid, y sobre todo a partir del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se entronizó en nuestro país lo que se ha denominado la Tecnocracia, es decir, el gobierno de personas con formación académica y técnica de altísimo nivel que sustituyeron a la vieja clase política que funcionaba en una lógica basada en el cultivo, y el manejo del apoyo de las mayorías a través del sistema corporativo. El conocimiento sustituyó a la popularidad y la disciplina partidista como criterio para ocupar cargos relevantes en el gabinete presidencial.

Esta tecnocracia se mantuvo también durante los dos sexenios de gobiernos federales panistas, por lo que no es totalmente verdadera la frase citada, puesto que durante la última década del siglo pasado y las dos primeras de éste se fue construyendo una base de equipos especializados que ocuparon no solamente las secretarías y subsecretarías de Estado sino los mandos medios de, prácticamente, todas las dependencias oficiales y también de los órganos autónomos que se fueron creando en el camino para servir como contrapesos democráticos al gobierno, el cual anteriormente concentraba toda la información y poder en las decisiones.

La crítica a los tecnócratas puede sintetizarse en los ya famosos tuits con los que el ex director del SAT y ex funcionario en otras dependencias federales, Aristóteles Núñez, se despidió de ésta red social, y los cuales fueron tema de análisis del artículo de Jesús Silva-Herzog Márquez del que tomo la primera cita de la Educación personalizante de esta semana.

Se trata de una visión que combina una formación académica y técnica de alto nivel con una gran soberbia por ser la élite poseedora del conocimiento especializado y de una enorme insensibilidad social por no haber tenido nunca contacto con el mundo real de la gente de a pie; la gente que todos los días sale a ganarse la vida, que sostiene con su trabajo la estructura económica del país; la gente que resiente en carne propia las crisis y los efectos de las decisiones erróneas del gobierno.

Como dice bien el Dr. Silva-Herzog: “La disyuntiva no puede ser más clara: nosotros pensamos, ellos gimen. Nosotros conocemos, ellos viven enjaulados en la ignorancia”. He aquí la lógica de la tecnocracia.

Foto tomada de Pixnio

Ineptocracia

«Ojalá y los legisladores le hagan caso a la gente, al final de cuentas son representantes del pueblo, porque siempre son los expertos los que deciden o los integrantes de la llamada sociedad civil y el pueblo raso no es tomado en cuenta, como si no existiera o como si no supiera. Y el pueblo es sabio, el pueblo no es tonto; tonto es el que piensa que el pueblo es tonto. Y ya que se acabe el elitismo, ya nada más los expertos, o sea, unos cuantos opinando por todos… los expertos y los de las organizaciones de la sociedad civil pues no sé qué estén pensando, porque ya basta también de la simulación, de estar nada más haciendo análisis de la realidad sin transformarla”

Carlos Puig. «El dilema de las ONG frente a la 4T«.

La tecnocracia tocó fondo, sobre todo por la corrupción y la impunidad prevalecientes en el país que llevaron al hartazgo a la mayoría de la población. En julio, los ciudadanos eligieron a un presidente que habla de la sabiduría del pueblo y no solamente critica sino descalifica, desprecia, todo lo que tenga que ver con los expertos o con el conocimiento especializado como base de la toma de decisiones y de la operación cotidiana del gobierno.

Nos encontramos ahora en el otro extremo del péndulo. Como se retrata en esta cita de las conferencias “mañaneras” de López Obrador que hace Carlos Puig en su columna del diario Milenio, el presidente tiene una mentalidad dicotómica también en el tema de los expertos y de la tecnocracia frente al conocimiento del pueblo. Los expertos, según él, no han servido para nada en la toma de decisiones de los gobiernos previos porque no se han resuelto los graves problemas nacionales a pesar de que ellos tenían el control del gobierno; y el problema ha radicado en que han sido ellos los que han orientado las decisiones basándose en conocimientos académicos y técnicos, por lo que ahora hay que dejarlos fuera y basarse únicamente en la sabiduría popular.

Este desprecio por el conocimiento y el análisis de los expertos está ya reflejándose en decisiones erróneas; políticas basadas en intuiciones y prejuicios; acusaciones que no se sustentan en datos y análisis; disminución de apoyos a los organismos especializados en la generación de conocimiento como el INEGI; cuestionamiento continuo a las organizaciones de la sociedad civil, y desmantelamiento de los órganos reguladores e instituciones autónomas del Estado mexicano.

Se empieza a ver el viraje de la tecnocracia a la ineptocracia, del gobierno de los técnicos altamente preparados pero insensibles a las necesidades de la población, al gobierno de los bienintencionados y, supuestamente, honestos pero que no tienen la menor idea de lo que implica el cargo para el que fueron nombrados.

Ciencia con conciencia: el desafío educativo

“¿Cómo aprender a comprender? Tres procedimientos deben ser conjugados para engendrar la comprensión humana: la comprensión objetiva, la comprensión subjetiva, la comprensión compleja.

La comprensión objetiva […] comporta la explicación[…] La explicación obtiene, reúne y articula datos e informaciones objetivos.

La comprensión subjetiva […] permite […] comprender lo que vive el otro, sus sentimientos, motivaciones interiores, sufrimientos y desgracias.

La comprensión compleja engloba explicación, comprensión objetiva y comprensión subjetiva”

Edgar Morin. Método VI. Ética, pp. 112-113.

Ni la tecnocracia ni la ineptocracia van a poder resolver los enormes problemas de este país. Porque un gobierno basado en el conocimiento técnico –comprensión objetiva– pero insensible a los sufrimientos y problemas de los ciudadanos –comprensión subjetiva– ya demostró que no puede generar políticas eficaces y pertinentes. Pero un gobierno que desprecia el conocimiento técnico y académico –comprensión objetiva– y piensa que simplemente con entender las necesidades de la gente –comprensión subjetiva–, con tener buenas intenciones, va a poder generar programas de gobierno que sean efectivos, también va directo al fracaso.

El enorme desafío educativo que está planteando éste conflicto por el poder entre dos visiones igualmente simplificadoras es el de una educación para la comprensión compleja que integre lo objetivo con lo subjetivo y genere una ciencia con conciencia.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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