Tenía que decirse (una breve crítica a la fe incuestionable en la tecnología)
Hace unos días subí a mi cuenta de Twitter un meme escrito en español, pero seguramente derivado de uno en inglés. Este consiste en la famosa imagen de la emprendedora defraudadora de Silicon Valley, Elizabeth Holmes, sosteniendo con el pulgar e índice de su mano una de las cápsulas contenedoras de sangre que inventó, mismas que resultaron inútiles para los fines milagrosos que supuestamente perseguía. Pero en vez de la cápsula, está el logo de bitcoin. La frase que acompaña al meme es “No puedes comprar nada…pero puedes ser virtualmente millonario”. Cuando hay quienes “corrigen” con fervor un meme, se sienten ofendidos e intentan refutar su validez, es porque no solo cumplió su cometido al tocar una fibra sensible, sino también para entender la reacción de los indignados como un síntoma.
Un fanboy es definido como todo aquel seguidor acérrimo de cierta moda o tendencia cultural, que muestra una devoción fanática (de ahí “fan”) por el tema que es objeto de su obsesión. Esta entrega desmedida, requisito imprescindible, lo ciega ante cualquier perspectiva crítica. El rango de temas que cuentan con legiones de fanboys es amplio, va desde tópicos de ciencia ficción (donde el clásico es StarWars), por supuesto cómics, música, literatura, hasta deportes y tecnología de consumo (gadgets). Sí, también hay fanboys de la ciencia, pero esto lo veremos más adelante. La visión que tiene este grupo de gente hacia quienes se encuentran fuera de sus burbujas suele ser, por decir lo menos, intransigente y arrogante. Se creen guardianes de un código que sólo entre ellos son capaces de comprender. En el caso de los bitcoins, hay quienes se refieren a sus fanboys como crypto bros, en referencia a las criptomonedas (cryptocurrency).
Ante el meme ya mencionado, un amigo muy querido me envió la lista de empresas estadounidenses que ya aceptan bitcoins para adquirir mercancías, entre ellas Starbucks y Home Depot. Tampoco eran tantas, pero él quería probar su punto. Nunca mencionó los mecanismos intermediarios, necesarios para convertir los consabidos bitcoins en moneda corriente. Se saltó, además, el hecho de que en ninguno de esos establecimientos se podían consumir artículos de primera necesidad, y menos en México. También estaba Coca Cola, pero tampoco dijo que es un programa piloto limitado en Australia mediante código QR. ¿Para qué me compraría una Coca Cola con centavos de bitcoin? Tampoco es que Twitter permita amplias explicaciones (y nadie las pide ni las quiere, que horror cuando así ocurre).
Quizá las criptomonedas sean el futuro de la economía, en unos cuantos años inclusive, pero hoy día, en la realidad tangible del 2022, no se admiten chequeras electrónicas de estas en el tianguis, ya no digamos muchos restaurantes o fondas. ¿Los aceptan en el supermercado? Pero desde la perspectiva de un inversionista o un cryptobro, los bitcoins ya conquistaron el mundo. La superioridad moral con la que manejan su discurso económico, indicaría que están adelantados al resto de los mortales. Como una variante electrónica del capitalismo, lo cierto es que el bitcoin ya conquistó la mente de sus adeptos; no les permite ver el presente, viven en el futuro de sus inversiones.
También sobre el meme en cuestión, otra persona alegaba con ferviente empeño que los bitcoins no son “virtuales”. Aunque nunca lo explicó, porque a la fecha no hay muchos que sepan describir adecuadamente el mercado especulativo electrónico en el que se mueven las criptomonedas, imagino se refería a que las inversiones requieren de dinero real, contante y sonante, dirían antes. Pero es dinero propio; las inversiones para bitcoins vienen de su bolsillo y, como todo mercado de este tipo, se la está jugando. Él espera, por supuesto, que sus inversiones le devuelvan dividendos, y así será para cualquiera que tenga el dinero suficiente que lo respalde, con un poco de audacia, estrategia y sagacidad…como lo que ocurre en Wall Street, esa otra gran fantasía, donde sólo un puñado de privilegiados puede entrar al juego; las criptomonedas aparentemente democratizaron este proceso.
Estas son algunas noticias de política y cultura científica que me gustaría compartir con ustedes.
