¿Qué harías con 29 millones de pesos? En mi caso, lo primero sería no decirle a nadie que los tengo. Después, como creo sería el caso de muchos de ustedes, pagaría mis deudas. Hasta me emocioné de imaginarlo. Luego quizá me vuelva loco, como parece ser lo que ocurre cuando alguien, cualquier ciudadano de a pie, tiene a su disposición de manera inesperada tal cantidad de dinero.
Eso mismo pasó en la Ciudad de México, pero con un proyecto de salud. Me refiero a volverse loco.
En resumen: el gobierno de esa ciudad pagó 29 millones 290 mil pesos para comprar un medicamento no aprobado para el tratamiento de COVID-19, la ivermectina, un desparasitante de uso veterinario. Esta fue distribuida entre miles de ciudadanos, junto con otros medicamentos, entre ellos un antibiótico, eritromicina, la cual requiere receta médica. No son dulces, pero los repartieron como si lo fueran. Y usaron los datos de las personas que recibieron estas medicinas para hacer un experimento, pero estos nunca supieron que eran parte del mismo.
Enumerar todo lo que está mal en este caso, incluyendo por supuesto poner en riesgo la vida de las personas, nos da para escribir un libro. Por si fuera poco, en este cóctel hay un ensayo científico de por medio, plagado de errores y datos a modo, con el que se busca justificar aquella acción. Por si fuera poco, se acusa de ‘colonialistas’ a los extranjeros que dieron de baja al estudio en cuestión de una plataforma digital.
Pero quienes dan la cara no son de la Secretaría de Salud local o el Instituto Mexicano del Seguro Social, quienes están involucrados, sino José Merino, quien dirige la llamada Agencia Digital de Innovación Pública. ¿Qué tiene que ver esta persona con las decisiones sanitarias de la ciudad más grande del país ante la pandemia? Al momento nadie lo sabe, salvo que este individuo, quien es candidato a Doctor en ciencias políticas, es el investigador que encabezó el funesto ensayo.
Estas son algunas noticias de política y cultura científica que me gustaría compartir con ustedes.
