Lado B
“No podemos esperar a que la desaparición sea un tema prioritario”
Dos madres que integran el colectivo La Voz de los Desaparecidos en Puebla asistieron a la VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas en Morelos, un modelo de intervención humanitaria que ha demostrado, en cada edición, lo que se puede generar con la suficiente presión social y un poco de voluntad política. Algo que, aseguran, no ocurre en su estado
Por Marcos Nucamendi @MakoNucamendi
27 de octubre, 2021
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“Antes me daba miedo, ahora soy más fuerte”, asegura con firmeza Victoria Rosales, madre de Nadia Guadalupe —desaparecida en la ciudad de Puebla hace cuatro años—, al finalizar la VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas en el estado de Morelos. 

Una vez más, como lo hizo durante la pasada edición en Veracruz, constató de lo que son capaces las madres, las hermanas y las hijas que tienen a un familiar desaparecido —y que conforman el grueso de la brigada—, cuando deciden organizarse.

No solo encontraron un sitio de enterramiento clandestino masivo en el municipio de Yecapixtla —calificado por las brigadistas como un “campo de exterminio”—, también suscribieron acuerdos importantes con las autoridades locales, estatales y nacionales, comenzando por el compromiso de reanudar los trabajos de exhumación e identificación en las fosas del panteón de Jojutla, de donde se recuperaron, en 2017, 93 cuerpos que habían sido inhumados de forma irregular.

Para Vicky, como la nombran con cariño, la desaparición de su hija la ha llevado a compartir su dolor con otras personas que también buscan a sus desaparecidos y desaparecidas; a hacer propias las búsquedas de sus compañeras y compañeros que, al igual que ella, saben lo que significa la indolencia de un agente del ministerio público, de una fiscalía, de una comisión local de búsqueda, de una legislatura y de un gobierno estatal.

“Si Dios me lo permite, en la siguiente brigada ahí estaré”, asegura la integrante de Voz de los Desaparecidos, uno de los 160 colectivos que trabajaron, del 9 al 24 de octubre, en 13 municipios del estado de Morelos.

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María Luisa Núñez Barojas, madre de Juan de Dios —desaparecido en Palmar de Bravo unos meses antes que Nadia—, lamentó que este tipo de intervenciones humanitarias aún no hayan tenido lugar en Puebla, pues el peso de la Brigada Nacional de Búsqueda, en entidades como Morelos, Veracruz, Guerrero y Sinaloa, ha probado ser suficiente como para doblegar a los gobiernos. 

“Imagínate que al gobernador le caiga la Brigada, estaría muy complicado para él mediáticamente”, dice la fundadora de la Voz de los Desaparecidos, a quien le queda claro que el tema no es prioritario ni para gobierno estatal emanado del partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, ni para los otros poderes constituidos.

El desdén de las autoridades 

Tal ha sido el desdén de las autoridades locales hacia las familias que a pesar de tener en sus manos —durante un año— una propuesta seria para una Ley en materia de Desaparición de Personas para el estado de Puebla, los y las integrantes de la legislatura saliente aprobaron sin mayores cambios, el 24 de agosto pasado, la propuesta enviada por el gobernador Miguel Barbosa unas semanas antes. 

No surtieron efecto sobre las y los legisladores los 45 días de plantón frente al Congreso ni la movilización de las familias hasta Palacio Nacional. Tampoco la presión de la Ibero Puebla, la Oficina en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el Comité Internacional de la Cruz Roja, que ayudaron en la redacción y presentaron observaciones a la propuesta de ley impulsada por el colectivo.

La postura del gobernador, en particular, ha sido la misma desde que tomó posesión, en agosto de 2019. Al instalar formalmente la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas, seis meses más tarde, el mandatario ni siquiera tuvo el gesto de incluir en la lista de oradores a una representante de las familias. La serie de autoelogios de aquel acto protocolario fue interrumpida por Rocío Limón, mamá de Paulina Camargo, desaparecida desde 2015 con la presunción de ser víctima de feminicidio. Barbosa, evidentemente molesto, le pidió que fuera breve y le recomendó acudir a los martes ciudadanos para exponer su caso.

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La propia Comisión, que debe fungir como un intermediario, ha sido señalada por limitar la participación de las familias en las acciones de búsqueda en campo, un derecho reconocido en el Protocolo Homologado para la Búsqueda de Personas Desaparecidas y en la Ley General en Materia de Desaparición. La Fiscalía General del Estado, por su parte, seguía sin reconocer todas las fosas clandestinas que existen en la entidad a inicios de este año. 

“Nosotros no podemos esperar, tenemos que hacer nuestro trabajo como lo hemos venido haciendo y pues, en la medida de lo posible, mejorar”, dice María Luisa, convencida de que lo aprendido durante la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas contribuirá a potenciar las acciones de las familias en Puebla. 

Antigua mina de arena en el ejido de Mixtlalcingo, municipio de Yecapixtla / Foto: Marcos Nucamendi

Una brigada distinta

Esta última edición de la brigada incorporó un nuevo eje de trabajo a los ya existentes: el de identificación forense, creado para dar seguimiento a los hallazgos realizados en Veracruz, Guerrero y Sinaloa entre 2016 y 2020. 

Este eje se suma al de búsqueda en vida, sobre todo en centros penitenciarios; al de sensibilización a las autoridades, como policías municipales y personal administrativo de los ayuntamientos; al de escuelas, para prevenir y alertar a las juventudes; y al de iglesias y otras comunidades de fe, desde donde surgen fuertes indicios para encontrar a las personas que continúan desaparecidas. 

Esta fue una brigada distinta, explica Vicky, especialmente por las condiciones del terreno en donde se llevaron a cabo las acciones de búsqueda: el de Yecapixtla, por ejemplo, es un predio de unos tres mil metros cuadrados delimitado en su esquina suroeste por un barranca y por una antigua mina de arena en su esquina noroeste. Un lugar en el que se hicieron diez hallazgos en diversas fosas clandestinas con un número aún indeterminado de restos óseos, pues aún falta que la Fiscalía de Morelos termine de procesar el lugar.

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A diferencia de Veracruz, en donde las familias realizaron las búsquedas en campo de forma manual —con pico, pala, varilla y machete—, en Morelos tuvieron que echar mano de una retroexcavadora para poder realizar zanjas de más de tres metros de profundidad, de donde fueron surgiendo restos humanos. 

“En este caso sabemos que la máquina debe trabajar con cuidado y con calma, pues hay que tratar de no lastimar más a nuestros tesoros, más de lo que ya lo están”, dice Vicky, quien también participó en el eje de sensibilización, un espacio para que las familias compartan sus experiencias con autoridades y cuerpos policiales. “Más que nada fue contarles nuestra experiencia, los cuatro años que mañana (hoy, 27 de agosto) se cumplen desde la desaparición de Nadia”. 

Sensibilización a policías de Cuernavaca / Foto: Marcos Nucamendi

Cabe mencionar que además de la búsqueda en campo, algunas de las actividades que se trabajan en los distintos ejes de la brigada ya se han explorado en el estado de Puebla desde la creación del colectivo Voz de los Desaparecidos, surgido a los pocos meses de la desaparición de Juan de Dios, hijo de María Luisa. Hasta antes de la pandemia se venían realizando foros públicos sobre desaparición al interior del estado, así como jornadas de sensibilización en escuelas y a personal de los ayuntamientos. 

Sin embargo, no han recibido el apoyo necesario para realizar búsqueda en vida al interior de los centros penitenciarios ni para echar mano de la red de iglesias en la entidad. Por su parte, y de manera independiente, se espera que el colectivo recupere algunas de las iniciativas de la Brigada Nacional de Búsqueda, como la firma de actas compromiso con distintos presidentes municipales, como ocurrió en Morelos. En esas actas se les pidió, entre otras cosas, apoyo para las búsquedas a través de donaciones periódicas de herramientas, alimentación, combustible y otros materiales que necesiten las familias. 

“No tendríamos por qué estar aquí”

“Duele mucho pensar e imaginar lo que les hicieron sufrir [a las personas enterradas en Yecapixltla], la tortura que les fue infligida antes de arrebatarles su vida. Más aún, pensar que alguien de ellos pueda ser mi hijo. Es atroz”.

En entrevista, María Luisa explicó que, en tanto víctimas, no tendrían por qué estar en lugares como Morelos, exponiéndose al horror que se esconde debajo de la cal, la arena, o al interior de los Servicios Médicos Forenses (Semefo), pero ha sido tal la indolencia institucional para con las víctimas indirectas de la desaparición de personas en Puebla, que han tenido que generar sus propios espacios y tejer sus propias redes de apoyo.

 

*Foto de portada: Marcos Nucamendi

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Autor Lado B
Marcos Nucamendi
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