Lado B
Indios muertos e indios vivos: Educación e Historia
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
18 de agosto, 2021
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Gamio me dio una lección y me dijo: no pienses nada más en los indios muertos, en los textos, en los códices. Piensa siempre en los indios vivos. Eso siempre lo he tenido aquí. Pueblos originarios, quiero decir que estaban aquí antes que nadie. Son realmente los señores de esta tierra.

Miguel León Portilla. «Historias de vida: Miguel León Portilla«. Canal 11.

Vivo en un país en el que no hemos logrado aceptar y asumir nuestro pasado y, por esta razón, seguimos atrapados, bloqueados, imposibilitados de construir un futuro en el que podamos vivir humanamente todos. Por esta negación de nuestro pasado que ocultamos en visiones simplificadoras y maniqueas, seguimos enfrascados en una polarización que nos inmoviliza en el presente, y como esa serpiente que se muerde la cola, damos vueltas y más vueltas sin lograr la anhelada transición hacia un país en el que la desigualdad, la pobreza, la impunidad, la corrupción, la exclusión, la discriminación y la violencia no sean los signos que dominen el escenario nacional.

El viernes pasado se cumplió ya medio milenio del momento del parto violento y doloroso que hizo nacer a esta nación que, a pesar de estos largos cinco siglos, no ha podido cicatrizar las heridas y sigue dividida entre los que se sienten conquistados y violentados —aunque no sean indígenas y no hubieran nacido si no hubiera habido conquista española, mestizaje y sincretismo cultural— y los que se siguen sintiendo conquistadores y menosprecian todo lo que suene a indígena o a expresión de las llamadas culturas originarias.

Como suele suceder con todas estas conmemoraciones históricas y con los hechos de cierta relevancia, la semana pasada hubo un gran debate sobre el tema en los medios y en las redes sociales. Nos seguimos peleando por el pasado y pensando sólo en los indios muertos, como dice don Miguel León Portilla, ignorando sin ningún remordimiento a los indios vivos, a esos en los que hay que pensar porque después de 500 años seguimos teniendo una deuda histórica con ellos; una deuda que ya no es de los conquistadores que vinieron de los reinos de Castilla y Aragón —que son nuestros antepasados y no los de los actuales ciudadanos españoles— sino de nuestras autoridades, del Estado mexicano y de nuestra sociedad desigual, injusta, excluyente y racista.

“Los señores de esta tierra” —como los llama León Portilla en este testimonio dentro de la serie Historias de vida que es un muy recomendable programa y podcast del Canal 11—, siguen estando marginados del acceso a los servicios básicos de vivienda, alimentación, salud, educación y participación plena como ciudadanos. Los descendientes de esos pueblos que estaban aquí antes de que naciera México como nación, continúan siendo los más pobres entre los pobres en este país injusto.

En efecto, mientras los miembros del gobierno cambiaban el término conquista por el de resistencia indígena y presentaban imágenes —falsas pero románticas, idealizadas y por ello fáciles de vender a las mayorías de votantes— de una visión indigenista del pasado, mientras el presidente ha pedido que la España actual (que no existía en el momento de la caída de Tenochtitlán) le pida perdón a México (que tampoco existía en ese entonces, todo centrado en la visión de los indios muertos), el Coneval presentaba datos que muestran que en este gobierno, cuyo lema es: “Por el bien de todos, primero los pobres”, las transferencias directas de recursos han llegado en mucho mayor porcentaje a los sectores medios y altos urbanos de la población y no a los más pobres, entre los que se encuentran los indígenas, los indios vivos.

Entre los servicios básicos que fueron más afectados con las nuevas políticas del gobierno federal está el del acceso a la salud, que tuvo una reducción significativa con la desaparición del Seguro popular y la creación del Insabi. Por supuesto, los indígenas son los más vulnerables y excluidos en este renglón.

En el rubro educativo, según datos obtenidos de una conferencia virtual impartida por la Maestra Sylvia Schmelkes invitada por el CISAV, el analfabetismo en la población indígena es tres veces mayor que en el resto de la población; la escolaridad promedio de los indígenas es la primaria mientras que en el resto de los mexicanos es la secundaria; 1 de cada 5 niños indígenas de entre 3 y 17 años no asisten a la escuela, 1 de cada 10 niños indígenas no cursa el grado escolar que le corresponde, 4 de cada 5 niños indígenas que estudian la primaria no obtienen los aprendizajes esperados en Matemáticas, Lenguaje y Comunicación, y más del 50 por ciento de los docentes que trabajan en una primaria indígena no hablan una lengua indígena.

Yo siempre he dicho que México es un país que valora su pasado, siempre y cuando esté detrás de una vitrina, en un museo. Porque México es un país que ha ignorado su diversidad étnica y siempre pues despreciamos a los indios (…) Y esto, desafortunadamente (…) hace de nuestro país, un país muy racista.

Miguel León Portilla. «Historias de vida: Miguel León Portilla«. Canal 11.

Como dice el Doctor Sarukhán, científico destacado y ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, nuestro país valora su pasado mientras esté detrás de las vitrinas de los museos, pero en los hechos, en la estructura social y en la cultura dominante, se ignora o se desdeña la diversidad étnica y, por supuesto, aunque se niegue, se desprecia a los indígenas. Vivimos, como bien dice, en un país muy racista.

De manera que además del término acuñado por la filósofa valenciana Adela Cortina de aporofobia como rechazo al pobre, el indígena es además rechazado por su condición de indígena, por lo que está doblemente excluido del escenario social tanto en las políticas públicas como en la convivencia ciudadana y la cultura imperante en el país.

Como en muchos otros rubros problemáticos de nuestro contexto nacional, la educación no solo no es parte de la solución a este problema de racismo sino que es, desafortunadamente, parte del problema. En efecto, desde mi punto de vista la educación tanto formal o escolarizada como informal —familia, medios de comunicación, redes sociales, etcétera— contribuye a la regeneración continua de la idealización romántica de los indios muertos y la exaltación del pasado indígena previo a la conquista y también a la reproducción de una cultura que mira como inferiores a los indígenas y los ignora o desprecia.

Las culturas indígenas se estudian en la asignatura de Historia como parte de nuestro pasado remoto que se valora y se exalta cuando se trata de las grandes ciudades prehispánicas, las pirámides, los frescos y códices, los conocimientos astronómicos o matemáticos y, en general, todo lo que puede estar detrás de las vitrinas de los museos, pero están prácticamente ausentes cuando se habla de realidades contemporáneas del país y en las asignaturas de formación cívica y ética o de formación ciudadana.

Todo este mito de indios y españoles se ha magnificado y a nuestros paisanos mexicanos, a nuestros hermanos mexicanos, indígenas —[término] que no me gusta—, mestizos, nos ha tocado la peor parte en estas relaciones políticas e históricas”.

Natalio Hernández. Historias de vida: Miguel León Portilla. Canal 11.

Como dice el poeta náhuatl Natalio Hernández en esta cita tomada del mismo programa dedicado a León Portilla, los indígenas y los mestizos han sido los más maltratados en las relaciones sociales, económicas y políticas de un país que no valora su diversidad y que dentro del currículo prescrito y también del oculto, reproduce la cultura excluyente y racista que ha dominado la visión de la sociedad de este país durante cinco siglos.

Ojalá el gobierno federal y la autoridad educativa en particular otorgue la debida prioridad a la creación de políticas públicas que den a las y los niños indígenas acceso a una educación de calidad con equidad. Ojalá las y los educadores podamos ir desarticulando esta visión que privilegia y exalta, aún desde visiones míticas e históricamente insostenibles, a los indios muertos, pero mantiene en condiciones de pobreza, exclusión y discriminación a los indios vivos que tendrían que ser los que ocuparan el debate público porque son los que viven —o sobreviven— aquí y ahora en nuestro país.

*Foto de portada: Diego Ramírez Gutierrez | Wikimedia Commons

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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