Desde la perspectiva del Conacyt, nuestro país requiere de atención urgente en los siguientes temas: salud, agua, educación, soberanía alimentaria, agentes tóxicos y procesos contaminantes, energía y cambio climático, sistemas socioecológicos, vivienda, cultura y seguridad humana. Es por ello que se han instituido los llamados Programas Nacionales Estratégicos (Pronaces) que buscan coordinar los esfuerzos de investigación alrededor de estos temas en particular. Pero hagamos una pausa en el último tema. ¿Seguridad humana? ¿Qué es eso? La ambigüedad en esta área es otra pequeña luz roja en el tablero del Conacyt. Si uno busca información al respecto, la página oficial nos remite a la publicidad del llamado “Tlalelolco Lab”, adscrito al Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la UNAM, encabezada nada menos que por uno de los más recalcitrantes ideólogos del gobierno, John Ackerman. Ya se había hablado de esta controversia, pues el antes mencionado recibió 5.8 millones de pesos del Conacyt para echar a andar el proyecto “Democracia, Culturas Políticas y Redes Sociodigitales en una era de Transformación Social”, cuyo rostro es precisamente Tlalelolco Lab. Su objetivo es “analizar fenómenos digitales en torno a la cultura política y la democracia desde una perspectiva multicapa y multiplataforma”. ¿Qué papel tiene esto respecto a la seguridad humana? ¿Este tipo de inversión requiere casi seis millones de pesos? Pero lo que más intriga es ¿qué tipo de problema se propone resolver y que resulta crítico para el país? Ultimadamente, ¿qué se entiende como seguridad humana en el contexto científico?
Estas son algunas noticias de la ciencia que me gustaría compartir con ustedes:
Un animal microscópico permaneció congelado en el permafrost siberiano por 24 mil años. Ahora lo han revivido y para mayor sorpresa este pudo reproducirse. Aquí la increíble historia.
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