Lado B
Kintachiwinkan, una mirada a la comunidad de Tuxtla y su lengua
El colectivo Xanay ha trabajado durante siete años en la comunidad de Tuxtla, en Zapotitlán de Méndez, y con el apoyo de las y los habitantes, presentan un documental en el que se muestran las acciones que han emprendido para conservar la lengua tutunakú; también se comparte un poco de su cultura y cotidianeidad
Por Fernando Merino Noriega @FerMerinoN
04 de marzo, 2021
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Enclavada en la Sierra Norte, en el municipio de Zapotitlán de Méndez, se encuentra Tuxtla: una población que se denomina, en su mayoría, como tutunakú, y que como otros pueblos originarios en México ha visto reducir su número de hablantes en los últimos años por la migración y otros factores. En este lugar, las y los habitantes han accionado para evitar la desaparición de su lengua, y esta resistencia se muestra en Kintachiwinkan nuestro idioma, en español一, un documental realizado por el Colectivo Xanay.

también la mía, /

mis manos de campesina, / mi sonrisa de alba y mi voz de guitarra. /

La voz del enterrado es esa palabra que se  / difunde entre las nubes, /

aquella que se camuflajea sobre las tejas de / barro. /

 La voz del enterrado soy yo / misma ,/ La Niña que canta en tutunakú 

y viste color / blanco / para germinar la lengua de los Litutunakú.

Fragmento de La Voz del Enterrado

La producción literaria está tan presente en la comunidad que el hermano de Cruz Alejandra,  Gaudencio Lucas Juárez, ganó el premio “Gusanos de la memoria” por su cuento Pulkincio y Kiwikgolo en 2020.

Pero no sólo son los jóvenes quienes consideran necesario conservar la lengua, sino también algunas personas adultas mayores como don Fernando y doña Margarita, quienes, narran en el documental, les hablan a sus hijas, nietos y nietas en tutunakú en todo momento para que no olviden sus raíces.

Still de Kintachiwinkan (Teaser) / Foto: Colectivo Xanay | Facebook

Con apoyo del Programa de Acciones Multilingües Culturales y Comunitarias (Pacmyc), es como se pudo realizar este trabajo documental. Pero, más allá del apoyo institucional, lo que ayudó a concretar el proyecto fue la participación de las y los integrantes de Tuxtla, quienes compartieron con la cámara momentos de su cotidianeidad: el trabajo en el campo, la confección de los morrales que utilizan día a día y la recolección de leña que emplean para cocinar. 

La intervención en la comunidad

Foto: Colectivo Xanay

El Colectivo Xanay ha llevado talleres de ciencia y arte, así como actividades sobre los mismos ámbitos, a Tuxtla con la intención de compartir con las y los habitantes de la comunidad los conocimientos que cada uno de sus integrantes ha adquirido en las disciplinas que desempeñan.

En la actualidad, el Colectivo Xanay está conformado por Verónica Flores, quien es física; Abi Rocha, activista por los derechos LGBTTTIQ; Javier Rojas, diseñador; Karina Pani, docente; y Juan Manuel Díaz y Citlal Solano, ambos biólogos. Jorge Ramos y Uzu Morales, también participaron en la producción del cortometraje en la dirección y diseño de sonido, respectivamente. 

Los talleres estaban dirigidos, en un primer momento, hacia las infancias, pero después de un tiempo y del buen recibimiento, vieron que el alcance podría ser mayor; de esta manera, algunos integrantes trabajaron con las y los niños en los talleres, y otros miembros del colectivo empezaron a incidir de manera más fuerte en la comunidad, hasta que montaron un espacio comunitario 一con el apoyo en Imjuve一 en un lugar facilitado por el presidente auxiliar.

Así, se atrajo la atención de jóvenes y adultos, un público que anteriormente no habían podido acaparar. Empezaron a formar “un vínculo un poquito más estrecho [con los habitantes de la comunidad]”, relata a LADO B Citlal Solano. Muchos de estos jóvenes encontraron en los talleres su vocación, agrega.

“[Como] biológicos, físicos, diseñadores y demás, vimos que todo este conocimiento se puede compartir y se puede combinar con el conocimiento que se tiene en la Sierra y lograr grandes resultados: desde cómo percibe un niño su entorno natural hasta sus aspiraciones posteriores. Hay gente que dice: ´yo quiero estudiar física, biología, arquitectura, o lo que sea´, por lo que es como un impulso”, comenta Citlal.

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Entrar a Tuxtla no fue una tarea sencilla para el colectivo, cuenta Citlal Solano, integrante de Xanay. Habían trabajando en otras regiones en la Sierra Norte y fueron recibidos al instante, pero en Tuxtla se encontraron con una comunidad hermética en cuanto a personas ajenas a la misma, principalmente por experiencias negativas que habían tenido, entre ellas universidades que sólo llegaban, extraían conocimiento de su lengua, usos y costumbres, así como de su riqueza botánica, y se iban sin mostrar sus hallazgos y sin retribuir a la comunidad por su ayuda.  

De acuerdo con Citlal, estas investigaciones que se han hecho en Tuxtla, y otras comunidades más, pueden ser muy importantes porque podrían recordarles a las y los habitantes la riqueza cultural y natural que tienen, algo de lo que muchas personas son conscientes pero otras no, por ello, el regresar a la comunidad estos registros en algún momento puede facilitar los procesos comunitarios para conservar su lengua y usos costumbres.  

Echar raíces  

Foto: Colectivo Xanay

Xanay significa florecer, en tutunakú; las y los integrantes del colectivo decidieron llamar al suyo así, pues ese primer contacto que tuvieron con Tuxtla fue como sembrar una semilla, y el consolidar un espacio comunitario ha significado el acto de florecer

Pero como cualquier planta, reconocen que necesita de cuidados para conservar sus raíces. Esa conservación, está en el contacto con las personas de la comunidad, quienes, de acuerdo con Citlal Solano, ya son sus amigos y amigas; les invitan constantemente a fiestas familiares, a mayordomías y eventos importantes del pueblo. 

Y gracias a esas raíces que formaron en la comunidad, fue que decidieron hacer una pieza audiovisual, donde mostraran lo que sucede en la mayoría de los pueblos originarios del país. Así se concretó Kintachiwinkan, para  mostrar una mirada sincera hacia el interior de Tuxtla y sobre todo su resistencia a que desaparezca el tutunakú, porque al hacerlo se perdería su riqueza lingüística y cultural.

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Citlal comenta que tenían la intención de presentar el documental el 20 de enero, día en que se celebra la fiesta patronal de Tuxtla, para que la gente pudiera verlo, pero la pandemia lo impidió. Aun así, tienen el objetivo de que la primera proyección sea presencial en la comunidad, aunque si la situación no mejora tendrán que hacerlo por redes sociales entre abril y mayo.

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El trailer del documental se puede ver en el siguiente enlace

*Foto de portada: Colectivo Xanay

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Autor Lado B
Fernando Merino Noriega
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