Lado B
Enviado el 18/03/2021 Revelaciones del 8M
Por Lado B @ladobemx
18 de marzo, 2021
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Ahora que estamos juntas…

 

 

 

En una charla que di para estudiantes hace más o menos 3 años, me preguntaron si LADO B era feminista. Ah, qué buena pregunta. Jamás había pensado en ello. Sabía que yo era feminista y muchas de las que trabajaban ahí lo eran también, pero no había tenido la necesidad de definir en ese sentido al medio. “Sí”, respondí después de una reflexión sobre cómo el feminismo te atraviesa, y se convierte en una manera de ver, entender y estar en el mundo.

Nunca lo he hablado con Ernesto, mi socio laboral y conyugal, pero sé que coincide conmigo porque he caminado en el feminismo a su lado. Y es que, no están para saberlo, pero el feminismo me encontró ya mayora, a la mitad de los treinta, y con esta relación ya echada a andar desde hace rato, así que ha sido un aprendizaje y una negociación infinita para ambos. Pero esa es otra historia.

De lo que quiero hablarles ahora es de LADO B y de cómo vivimos el 8M.
Primero quiero confesarles que es una de nuestras fechas favoritas, casi siempre nos mandamos a hacer playeras y la marchamos y/o cubrimos juntas. Siempre hay alguien en calle, alguien en redes, y alguien más monitoreando que quienes vayamos a la marcha, por trabajo o por puro gusto, regresemos a casa sanas y salvas.

(Si nunca han estado en una marcha, lo recomiendo ampliamente. Es liberador.)

 

 

 

El criterio de la cobertura mediática lo definimos hace algunos años y tiene una regla primordial: ponemos especial cuidado al levantar imágenes de las mujeres cuando rompen o pintan algo, para no exponerlas. Además esas imágenes no son una prioridad. Sabemos muy bien que la nota no está ahí, sino en la marcha en sí, en la fuerza de las mujeres que se organizan, que bailan, que cantan, que disfrutan, que celebran la vida y exigen respeto a sus derechos en un estado donde no vivimos libres ni seguras, donde nos violentan y nos matan, donde se cuida más a una pared que a una mujer.

Así que nos enfocamos en esa narrativa. Comprendemos muy bien el origen de la furia, lo hemos documentado en los feminicidios y las historias de violencia impunes.

Eso no cambió este año, aunque por supuesto no pasamos por alto que había una fuerza inédita desbordada, y daños ocasionados a unos autos estacionados afuera del Congreso y lo consignamos en la nota correspondiente.

 

 

 

Así como consignamos la criminalización de la protesta por parte del gobierno del estado, y las “casualidades” entre los discursos del gobernador Barbosa y las acciones ocurridas previo y después de la marcha: el uso político electoral para culpar a la presidenta Claudia Rivera de manipular al movimiento feminista y provocar indirectamente los daños; el señalamiento, criminalización y doxeo (ataque digital que consiste en recopilar y publicar o distribuir información privada o identificable sin consentimiento, con el fin de hacer daño) de activistas; y su recurrente desdén hacia el poder de las mujeres organizadas.

 

 

 

Hay cosas que pasaron ese día que aún no comprendemos y sobre las que seguimos investigando. También hay cosas que están pasando en el feminismo que nos cuesta entender, pero seguiremos observando para explicarlas en su momento.

Lo que sí quiero dejar claro es que seguiremos haciendo las coberturas bajo los mismos criterios, y que nuestro feminismo y, por lo tanto nuestro periodismo siempre estará del lado de los derechos, que no de la derecha, disfrazada o no, porque apostamos por una sociedad más justa para todas, y porque -dispensen la cursilería- en nuestra equipa siempre ha habido personas diversas que también están en nuestro corazón

 

 

 

 

 

 

 

Por cierto, sobre las coberturas de casos de feminicidio, el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación (Ovigem) dio a conocer en su último diagnóstico que  diversos medios de comunicación poblanos continúan normalizando la violencia hacia las mujeres, a través de especulación sobre los móviles en los casos de feminicidio, poniendo en riesgo la información personal de las víctimas y sobre todo, sin ofrecer elementos para contextualizar al feminicidio como un fenómeno social. 

O sea, el gremio periodístico sigue sin tenerlo claro. De pena ajena

 

 

 

Sigamos, amigas. Las abrazo. 

M.

 

 

 

 

 

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