Para quien completa 20 o 30 días en confinamiento por el nuevo coronavirus, que ya supera los 2.5 millones de contagios en el mundo, las imágenes de la última semana en lugares como Ohio y Michigan, EE.UU, Brasilia, Brasil, o Bogotá, Colombia, desafían la lógica del aislamiento social de estos últimos tiempos. Allí, miles de personas salieron a las calles a protestar en contra de la cuarentena, ordenada por sus dirigentes, o a exigir más ayudas en medio de la crisis económica.
La pandemia deja postales que rayan con el absurdo: en EEUU un protestante sosteniendo un cartel donde se lee “Sacrifice the weak, re open Tennessee” (sacrifiquen a los débiles, reabran Tennessee) u otra manifestante con un letrero que dice ‘aislamiento = comunismo’. En Brasil, el mandatario Jair Bolsonaro, con una tos recurrente, arengó junto a 600 manifestantes que pedían una intervención militar y el cierre del Congreso carioca, el cual está a favor del aislamiento, contrario a la posición del Ejecutivo que ha reducido la gravedad del coronavirus.
En toda la región el aumento de casos de contagio y de muertes por COVID-19 ha puesto a los países en un escenario en el que tienen que elegir el mal menor para sus habitantes. En un lado de la balanza está el número de personas afectadas por la recesión económica, con hambre, o propensos a enfermarse por la falta de vivienda, agua potable, alimentos y servicios para una vida digna. Por el otro, la población que potencialmente puede contagiarse del nuevo coronavirus o morir por este si salen a la calle.
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Las predicciones económicas y sociales se muestran poco optimistas. Por ejemplo, la CEPAL contempla que en 2020 el Producto Interno Bruto de América Latina, caerá un 5,3 por ciento. Por su parte, el Programa Mundial de Alimentación (PMA) de la ONU advirtió que este año se duplicará el número de personas que padecen hambre en el mundo, llegando a 265 millones. Ante este escenario cabe preguntarse ¿qué tan preparados van a estar los países de la región para empezar a flexibilizar las cuarentenas y reactivar algunos de los sectores productivos?
Varios países ya discuten alternativas para enfrentar los diferentes escenarios futuros posibles y cómo lidiar con ellos en los próximos meses. En Colombia, por ejemplo, el confinamiento preventivo se extendió hasta el 11 de mayo; no obstante, el presidente Iván Duque ya abrió la posibilidad para que los sectores de la construcción y la manufactura vuelvan a las labores desde la próxima semana, lo cual suscitó críticas de algunos mandatarios locales, como la alcaldesa de Bogotá, Claudia López.
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Estas nuevas medidas se dan días después de varias protestas en localidades marginadas de Bogotá, habitadas principalmente por gente que vive del día a día o que están en la informalidad. El pasado miércoles, decenas de manifestantes bloquearon un portal de buses del sistema Transmilenio, en el sur de la ciudad, asegurando que los mercados y ayudas prometidos por el gobierno no han llegado a toda la población vulnerable.
Para el economista y analista Leopoldo Fergusson, es claro que “el virus y su contención golpean mucho más a los pobres. El distanciamiento físico es menos tolerable para quien debe conseguir sustento día a día, no puede trabajar virtualmente, debe tomar el transporte público o vive en hacinamiento. La recesión es más problemática para quien no tiene trabajo estable, ahorros, o el capital humano para recuperarse pasada la crisis”.
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*Foto de portada: @SeguridadBOG