En enero de 2023, Luiz Inácio Lula da Silva asumió nuevamente la presidencia de Brasil, tras días tumultuosos de amenazas de golpe de estado. Su regreso al poder después de la administración de Jair Bolsonaro, fuertemente alineada a las políticas internacionales del ex-mandatario estadounidense Donald Trump, ha marcado un punto de inflexión en la diplomacia del gobierno de Brasil.
En los aspectos económicos y geopolíticos, el líder progresista ha dejado clara la intención de reducir la dependencia global del dólar estadounidense, estableciendo organismos y coaliciones que desafíen el dominio americano, promoviendo el uso de las monedas locales en transacciones, como las que Brasil realiza con sus aliados comerciales, especialmente China, y los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Desde el inicio de su tercer mandato, el presidente de Brasil, Lula, ha realizado al menos ocho viajes presidenciales a países donde ha llevado a cabo reuniones bilaterales, o participado en encuentros internacionales, con el fin de fortalecer lazos y crear acuerdos con Argentina, Uruguay, China, Portugal, España, Emiratos Árabes, y Japón. Durante estos encuentros internacionales, uno de los temas recurrentes en el discurso de Lula da Silva ha sido la crítica al papel predominante del dólar estadounidense (USD) en la economía global y la ventaja injusta que esto representa para Estados Unidos.
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A mediados de abril de este año, resaltó el viaje a China, donde las dos naciones firmaron acuerdos comerciales y de cooperación, los cuales abarcan una amplia gama de áreas de interés común.
La firma de dichos acuerdos fue la parte medular de la reunión, sin embargo, las declaraciones del presidente Lula, y sus críticas contra el dólar americano, fueron las que suscitaron múltiples reacciones entre políticos en diferentes partes del mundo, pero especialmente en Estados Unidos.
En medios de comunicación las declaraciones del mandatario sudamericano en Beijing desataron la discusión pública sobre la posible desdolarización (refiriéndose al alejamiento del dólar) de Brasil e incluso de América Latina. Este es un tema de análisis recurrente, que pudo haber pasado desapercibido, de no ser por las transacciones que Rusia logró hacer con países como India e Irak para vender gas y petróleo en rublos, como solución a las sanciones impuestas por EU y la Unión Europea tras la invasión de Ucrania.
Cabe recordar que, desde su primer mandato en 2003, Lula ha cuestionado el control que ejerce el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre las economías de los países sudamericanos, y en las naciones en desarrollo, al imponer duras políticas económicas a cambio de préstamos. Específicamente, el mandatario brasileño ha acusado repetidamente al FMI de estar demasiado enfocado en los intereses de los países desarrollados, mientras se descuidan las necesidades de las naciones pobres y en desarrollo, que están tratando de construir economías propias.
Ahora, en su tercer mandato, el líder progresista ha vuelto a poner sobre la mesa la creación de una nueva moneda única para América Latina, como ya pasa en Europa con el Euro, que haga contrapeso al dólar. A esta propuesta se han sumado países como Argentina y Bolivia, los cuales ven en una moneda regional una forma de fortalecer su autonomía económica y reducir la dependencia del dólar.
Por su parte, Mexico, frente a esta iniciativa, ha optado por mantenerse al margen y continuar la apuesta por la unificación regional a través de la continuación de tratados como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y los tratados con países latinoamericanos. Todo ello con el fin de mantener la estabilidad y autonomía del peso mexicano.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el dólar estadounidense ha sido la moneda de reserva global dominante. Sin embargo, en los últimos años, se ha cuestionado su posición debido al surgimiento de otras monedas competidoras, como el Yuan chino o el Euro.
Para América Latina, el alejamiento del dólar es un tema importante, clave, en el cuestionamiento de la influencia de Estados Unidos en nuestro continente, tanto en el terreno económico, así como en el político. El hecho de que un país latinoamericano esté liderando el debate sobre la crítica al dólar y promoviendo el comercio alejado de los mercados estadounidenses representa un cambio importante en la región.
Pero el camino se mira cuesta arriba, Luciano Ayala Cantú, doctor en Economía y profesor investigador del Departamento Académico de Economía de la Universidad de las Américas Puebla, explica en una larga entrevista con Lado B que de momento la idea de una moneda latinoamericana en común aún está muy lejos.
Sin embargo, los comentarios de Lula da Silva reflejan una creciente frustración entre los países en desarrollo con el actual sistema económico, que consideran sesgado.
En América Latina, el debate sobre la factibilidad que hay en el lanzamiento de una moneda única o regional, propuesta por Lula y otros países, es amplio y los analistas concuerdan que es un proyecto difícil y sólo posible a largo plazo. Sin embargo, es un indicador de que el mundo se está volviendo cada vez más multipolar, donde otros actores, además de Estados Unidos, pueden tomar espacios cada vez más relevantes.
En este contexto el doctor Luciano Ayala Cantú habló con este portal sobre la desdolarización de la que plantea Lula.
Bilhá Calderón (BC): En las últimas semanas, hemos visto la difusión en medios, tanto nacionales como internacionales, de las declaraciones del presidente de Brasil, Lula da Silva durante sus viajes presidenciales. En estos discursos, el mandatario ha expresado fuertes críticas hacia el dominio del dólar estadounidense.
El tema ha sido ampliamente discutido y ha generado múltiples reacciones a nivel global debido a las posibles implicaciones comerciales y geopolíticas. De hecho, se ha reportado como un intento de reducir la dependencia del dólar o como una «desdolarización».
Nos gustaría que nos explicara primero, cuáles son los elementos que definen una desdolarización.
Luciano Ayala Cantú (LAC): Es importante iniciar con una aclaración respecto al término de “dolarización”. La dolarización es cuando en un país determinado se utiliza el dólar, o se utiliza principalmente una moneda extranjera para las transacciones. Esto puede suceder de manera oficial, como lo ha sido el caso de Panamá o Ecuador, donde se decide a nivel institucional no tener una moneda doméstica y empezar a utilizar el dólar para sus transacciones domésticas.
Es importante que el auditorio tenga claro que la palabra “dolarización” normalmente se refiere a adoptar el dólar para las transacciones domésticas. Mientras “desdolarizar” sería decir: si ya está el dólar, como en Panamá, entonces sería empezar a quitarlo para luego poner la moneda local.
Este proceso de dolarización se usa muchas veces en contextos donde la inflación no se puede contener y es una medida extrema de política monetaria, donde los países están, hasta cierto punto, sí, controlando la inflación, pero renunciando a la batuta de su política monetaria. Normalmente esto suele suceder en economías pequeñas, o a veces en economías africanas, donde tienen altos problemas de inflación. En esos casos la gente misma empieza a no admitir la moneda local diciendo: “no, aquí es puro dólar”. Ese fue el caso de Ecuador [en el año 2000].
Como vemos, la dolarización puede ser algo oficial o no oficial. Pero esto no es precisamente lo que está sucediendo en Brasil.
Lo que está sucediendo en Brasil es algo distinto. Brasil no va a renunciar a su moneda para tomar la moneda china. Lo que realizaron fue un acuerdo comercial, en el cual ya existía una relación fuerte entre Brasil y China, pues ambos forman parte de los miembros del grupo de países llamado BRICS, que es Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica.
En este tipo de acuerdos comerciales, China ya lo había logrado en algunos países, como con Pakistán, Kazajstán, con algunos países más pequeños, con la empresa petrolera de Rusia GAZPRO, que sus transacciones no van a ser a través del dólar, sino van a ser a través de la moneda china.
De todos estos eventos, el de Brasil es el más importante por el tamaño de la economía y del tamaño de las transacciones bilaterales que existen entre estos dos países.
Esto viene de una tendencia, ya de los últimos años, en donde Estados Unidos empieza a perder un poco de su hegemonía global, porque hay actores cada vez más importantes, como lo es China.
Entonces, económicamente no hay una implicación tan grande. En términos de economía no es así, porque en teoría uno podría pensar: pues si las transacciones son en dólares, pues se pueden usar Reales (BRL) para comprar dólares y luego comprar en China. Eso debe ser un mercado.
Me parece que el tema va más allá, del lado de la política o geopolítica.
Claramente, el dólar, al ser la moneda dominante del mundo, pues eso da a Estados Unidos también poder para congelar activos, eliminar transacciones; ciertas cosas que, en teoría, no se esperaría que importaran pero en la práctica importan.
El ejemplo más claro es el de Rusia, donde la invasión rusa a Ucrania, en el año pasado, tuvo una serie de sanciones por parte de los países occidentales. Y una de las formas en las que esas sanciones son llevadas a cabo es porque sus activos están en dólares. Entonces, todo lo que los rusos tenían en dólares se les pudo congelar, se les pudo castigar. A medida que eso cambie, o a medida que eso pueda ir cambiando, el poder de estas sanciones, de este control, puede ir disminuyendo.
BC: Justamente sobre eso se pronunció el senador estadounidense republicano Marco Rubio en la cadena de noticias Fox News. Cuando se hizo el anuncio de que China y Brasil firmaron estos acuerdos y tras el discurso de Lula promoviendo la intención de independizarse del dólar, lo que Rubio dijo en la cadena Fox fue, (y cito):
“Están creando una economía secundaria totalmente independiente de los Estados Unidos y, de esta manera, no tendremos que hablar de sanciones en 5 años porque no habrá países que operen, porque habrá tantos países que operen en monedas distintas al dólar que no tendremos capacidad para sancionarlos»
O sea, al final la preocupación es por el control. Lo que dice Rubio es que Estados Unidos no tendría más el control.
LAC: Claro, eso podría suceder. El dólar sigue siendo el activo principal. Aunque yo creo que cinco años es un poco pronto.
Como quiera, la moneda china creo que representa, según un dato reciente, como el 3% de todos los pagos internacionales. Por lo tanto, el dólar americano sigue siendo el más fuerte.
Siempre que hay problemas a nivel mundial, como es el caso de COVID, los capitales van y se refugian en activos en dólares, o en monedas ya establecidas. Entonces, creo que el dólar sigue siendo el principal, pero esto que vemos con Brasil y China es quizás una señal de que puede haber nuevos jugadores. Pero eso sería a muy largo plazo.
BC: ¿Qué se requeriría para que Brasil y quizás los BRICS dejaran de depender del dólar en sus transacciones? ¿Lo pueden empezar así de manera arbitraria?
LAC: Creo que sería un poco difícil por la manera en la que está estructurada la economía global hoy en día. O sea, muchos de los activos de estos países van a seguir en dólares. Entonces ellos, a pesar de que ahora quieran hacer las transacciones a través de otra moneda, hay otra serie de factores que los tienen muy arraigados al dólar. Por ejemplo, toda la deuda que tienen los países, la deuda que tiene Estados Unidos con países como China.
Por ello, me parece que no sería algo tan factible, en el corto plazo, que estos países se pudieran deshacer totalmente del dólar. Porque la mayoría del mundo tiene sus reservas internacionales en dólares o en algún tipo de activo en dólar. Entonces, sería complicado deshacerse totalmente del dólar.
Creo que lo que está pasando, más que nada, es que están dando un pequeño paso a no depender únicamente del dólar. A medida que la economía china se consolida más, a medida que sus mercados de capitales empiezan a hacerse más transparentes, etcétera, puede ser que más inversionistas pongan sus activos en moneda china. Lo cual le dará mayor preponderancia a China.
Pero veo difícil que en el corto plazo esto cambie radicalmente.
Pero pues, el futuro es difícil de predecir. Los economistas somos buenos prediciendo el pasado. El futuro es incierto. Lo que sí es un hecho, es que la hegemonía de Estados Unidos, como jugador, ya no es absoluta. Hay nuevos jugadores en el tablero y eso se tiene que tomar en cuenta. Estados Unidos lo tiene que tomar en cuenta, aunque siempre va a ser un actor relevante.
BC: ¿Cuál fue el punto de inflexión para cambiar esta hegemonía de Estados Unidos?
LAC: Básicamente desde que China se unió al siglo XXI, desde que se unió a la economía moderna. China siempre ha sido un gran imperio, se nos olvida que es de los grandes imperios de la historia, y nada más fue en el siglo XIX y XX que se quedó un poco atrás. Pero ahora ya está poniéndose al tanto, a partir de la liberación comercial, el crecimiento económico y las exportaciones. Han sido una serie de factores que lo hicieron crecer a lo que es el día de hoy.
Yo creo que ese es el punto de cambio y que va a seguir creciendo. Además, no creo que vaya a ser algo así como que tomen todo el pastel, pero sí que ahora son un actor con mayor relevancia, e irán armando su estrategia a medida que van avanzando las décadas.
Ahora, tampoco es esto un juego de suma cero**. No estamos pensando que China tiene que ganar y luego va a tumbar a Estados Unidos, sino que simplemente los dos van a ir evolucionando. Ambos países están más o menos en la misma sintonía, aunque China, de manera distinta por su forma de gobierno. Aún así, están en el mismo juego de aumentar su producción, su presencia de capital y su influencia para ciertos eventos internacionales.
BC ¿Cuál considera que es la razón por la que Brasil está impulsando esta iniciativa de independizarse del dólar, proponiendo forjar una moneda única, a pesar de que América Latina no tiene realmente los elementos para forjar una moneda regional o única por su cuenta?
LAC: No sé si haya un verdadero deseo…
Muchas veces se trata nada más de expresar esto como una forma de identificación política o una posición anti imperialista, pero en realidad no hay un deseo o una factibilidad genuina de hacerlo. Porque, precisamente, las condiciones, no están ahí.
Cuando en su momento la Unión Europea creó una moneda para una sola región, creó un banco central y una serie de instituciones encaminadas a la intención de crear la moneda europea. Pero para ellos fue posible porque eran países más o menos homogéneos, con una larga historia compartida.
Creo que Latinoamérica es distinta. La economía de Brasil es muy distinta a la de Bolivia, y no creo que sea para ellos factible crear una moneda regional de la misma manera que lo hizo Europa. De hecho, Europa tiene sus propios problemas al tener una política monetaria única para la Europa, que es la política monetaria del Euro pero distintas políticas fiscales, o distintas instituciones fiscales diferentes para cada país, lo que ha traído una serie de retos para ellos.
Todo esto viene a la par con la tendencia de que la globalización se está frenando o está disminuyendo.
El mantra de la década de los dos mil fue «globalización al máximo». Al principio, en los años noventas y dos mil, la idea general era que “Vamos a globalizar todo, no vamos a tener países, sino que vamos a tener una sola comunidad”. Sobre todo con el dinero y con los bienes y servicios se buscaba una híper-globalización. Eso ahora viene en retroceso, y es muy claro en eventos como Donald Trump, Brexit, los partidos de ultraderecha en Europa y demás. Sobre todo en el mundo desarrollado, ha habido un retroceso en la globalización. Por distintas razones, la globalización sí trae beneficios económicos, pero conlleva ciertos riesgos y las ganancias no se reparten igual. Cosa que políticos como Donald Trump capitalizaron muy bien. Frenar un poquito esa libertad comercial para proteger a ciertos grupos en esos países.
Entonces esto que vemos con Brasil va de la misma mano, donde ya no se busca que el mundo sea uno solo, que sea una híper-globalización, sino que más bien se están creando ciertas alianzas. Por ejemplo lo que en México ahorita está muy de moda es una palabra que se llama NEARSHORING*. Consiste en que varias empresas estadounidenses están mudando sus operaciones de Asia hacia México, porque ya consideran que, sí, está bien el comercio internacional, pero cuando es un grupo muy distinto, muy lejano, pues ya no les gustó tener eso. Entonces, a pesar de que los salarios puedan ser más bajos en Malasia o, no sé, Vietnam, que en México, hay una preferencia ya a tener el capital, la inversión extranjera, en lugares geográficamente cercanos y que sean también ideológicamente más cercanos.
Entonces se forman alianzas regionales. Ya no se está intentando que todo el mundo sea uno solo. Y esa tendencia viene desde después de la crisis del 2008. Digo, la globalización sigue siendo algo importante, pero ya no a la misma tasa y ya no con el mismo enfoque.
BC: Esto es lo que recalcan muchos analistas ¿no? Que esta idea de la globalización y esta homogeneización del comercio, de la vida del consumo, no es sostenible. La occidentalización del mundo no era sostenible para todo el mundo, sino que requería que unos hicieran el trabajo y otros consumieran.
Esto sólo ha generado polos de pobreza y de riqueza irremediables.
LAC: Si, más tensión. Un concepto que sirve aquí es el del economista Dani Rodrik, que desarrolló un concepto que se llama el «trilema de la globalización». Y básicamente dice: tú tienes que decidir entre tres cosas y escoger dos: o tienes democracia, democracia como la conocemos, o tienes soberanía, o tienes globalización. No puedes tener las tres. Puedes tener híper-globalización, o sea una globalización muy occidental, y tener algo de soberanía, pero luego tendrías que aplastar la democracia. O puedes tener democracia e híper-globalización, pero se va a perder la soberanía nacional. Y así, no puedes tener las tres. O finalmente puedes NO tener globalización, y solamente democracia y soberanía, donde la tendencia de que los países protejan más hacia adentro es [la prioridad]. Ese es el trilema de la globalización, de Dani Rodrik, economista de Harvard.
BC: ¿Usted calificaría este declive, o el rechazo, del uso del dólar, como una evidencia de que la hegemonía occidental, en términos de economía, se encuentra en crisis?
LAC: Yo no pondría que se encuentra en crisis. Yo pondría más bien que la hegemonía está disminuyendo, siendo que la mayoría de los pagos y activos internacionales siguen siendo en dólares. Por ejemplo, en la próxima crisis económica, que no sabemos exactamente cuándo será, pero sabemos con certeza que habrá alguna otra crisis económica, no me sorprendería que el capital vuele hacia el dólar y hacia Estados Unidos. O sea, en tiempos de crisis, el capital vuela hacia estos activos en dólares, y eso va a seguir sucediendo. Me parece que, hasta la fecha, el dólar sigue siendo el principal, únicamente que ahora ya hay otras monedas que van surgiendo y que van tomando cada vez más relevancia.
¿Qué tanto va a hacer China en el futuro para retar esa hegemonía? Pues todavía queda por ver. Creo que China tiene varios retos importantes.
Tiene el reto de mantener las tasas de crecimiento que ha tenido en los últimos 30 años bajo un esquema, que no es precisamente el esquema de libre mercado capitalista, sino más bien es una mezcla de competencia burocrática pero bajo un poder centralizado.
Otro reto importante que tiene China es su desbalance demográfico, que cada vez se vuelve más relevante. Básicamente en China hay más hombres que mujeres. Teniendo más hombres que mujeres, entonces muchas personas, muchos hombres, que quieren casarse y establecer familias no lo logran y eso está generando un desbalance demográfico. La población china parece que no se está rejuveneciendo como debería por malas decisiones que tomaron en el siglo XX.
Entonces vamos a ver cómo afecta ese dragón chino que ha ido creciendo y creciendo. Me parece que esos son los dos retos importantes que tiene China hacia adentro. Dígase cómo lograr las tasas de crecimiento de manera sostenible por otros 30, 40 años, bajo este esquema que no es el que normalmente se observa en economías capitalistas, pero que no es precisamente tampoco un esquema socialista. Entonces tienen que ver si esto va a seguir funcionando. Y el otro gran reto que creo que tiene China es ese desbalance demográfico, donde su fuerza laboral se va a empezar a hacer más vieja y va a empezar a disminuir.
Ya veremos cómo lo hacen.
BC: Hipotéticamente ¿cuáles serían los beneficios de una independencia del dólar para América Latina?
LAC: Económicamente no hay tal beneficio.
En términos de economía, el dinero es únicamente un medio para intercambiar bienes y servicios. Esa es la manera en que se ve desde el punto de vista económico. El dinero no importa. O sea, uno al final del día cuando compra una mesa lo que está haciendo es intercambiar su tiempo, ¿no? Uno dedica tiempo en ganar dinero y ese dinero lo usa para comprar algo. Entonces no se está comprando una mesa por 10.000 pesos, se está vendiendo, se están intercambiando dos días de trabajo por una mesa. Entonces en términos de economía no tendría por qué ser importante.
Sin embargo, el mundo es mucho más complejo que eso. Dependería de que ya no se quisiera usar el dólar. A final de cuentas, a lo mejor se estaría menos sujeto a las sanciones de Estados Unidos, pero pues, la verdad es que no se va a intercambiar el dólar por alguna otra moneda. Entonces, no se trata de que se vaya a ser totalmente libre e independiente. Nunca se va a ser totalmente libre, independiente, porque el mundo está interconectado. Eso sería cambiar a los gringos por los chinos. Después ver si los chinos, en su momento, en 30 o 50 años, se vuelven tan poderosos. Y ellos también, a lo mejor, van a tener sus sanciones y aplican las mismas políticas.
Totalmente independiente nunca se puede ser. Se podría, pero el costo sería muy alto. Tener una economía en autarquía, que esté totalmente aislada del mundo exterior, no es algo que se quiera tener. Siempre se quiere tomar lo bueno de otras culturas y luego intercambiar, aprender. Hay muchas ventajas de un mundo globalizado. Hay ventajas económicas, hay ventajas culturales, hay ventajas políticas.
Pero me parece que aún hipotéticamente hablando, en términos de economía no hay ganancias además de, quizás, retar a una potencia económica como lo es Estados Unidos puede tener consecuencias que se vean materializadas en futuros acuerdos comerciales. Quizá por eso Brasil lo que está haciendo no es dejarlo todo, sino apostarle más a China que a Estados Unidos. Porque Brasil no está tan cerca de Estados Unidos como lo está México.
Para México, por ejemplo, es muy difícil romper esa relación. Siempre ha habido una relación más estrecha, y más complicada, entre México y Estados Unidos, que Estados Unidos y Brasil o Argentina.
BC: Claro. La geografía es severa. México, que no es Brasil ni geográficamente ni económicamente, ¿podría contemplar deslindarse del dólar?
LAC: Sería siempre cambiar el dólar por alguna otra moneda.
O sea, para sus transacciones, alguna otra moneda que tenga validez internacional o una presencia lo suficientemente grande como para que valga la pena, que sea sostenible en el largo plazo. Lo veo muy poco probable. Lo veo muy poco probable principalmente por la relación política-comercial que hay con Estados Unidos. Con Estados Unidos siempre ha sido mejor ir a la segura para México. Los flujos de inversión extranjera han estado aumentando mucho en los últimos años, podemos ver mayor interés, mayor inversión. Entonces, bajo ese esquema, creo que lo más conveniente es no cambiar.
Estados Unidos sigue siendo una economía muy grande, por ejemplo, la economía de un solo estado, de Texas o de California, es del mismo tamaño que la economía de Brasil. Eso nos da una idea de las dimensiones que estamos contemplando.
Entonces Estados Unidos sigue siendo un gigante. Como país vecino, siempre se va a querer quedar bien con él porque no sabes si luego, a la hora de negociar algún aspecto, esto pudiera empeorar la relación, o hacer que haya más fricciones al negociar un Tratado de Libre Comercio, tratados de cooperación sobre: agua, seguridad, etc.
En lo político, sí es relevante, porque si tus activos como país están en dólares, pues Estados Unidos tiene maneras de castigarte, si no juegas para lo que ellos creen que son las metas. Como le pasó a Venezuela, que no se portó bien, pues lo castigan; así como castigan a Cuba por no portarse bien. Y el castigo es el aislamiento, la marginalización de todos los beneficios que da el comercio internacional. Entonces “a ver cómo le haces. Tendrás mucho petróleo, pero no te vamos a vender esto, y si alguien más te ayuda, yo también lo voy a castigar”.
Así que, lo que vemos ahora con Brasil, es ese tipo de juego geopolítico, no tanto de economía. Se podría decir que lo que está sucediendo está relacionado con un tema donde la hegemonía de Estados Unidos se está reduciendo porque ya hay otros actores que cada vez son más importantes. Decididamente porque China es cada vez una economía más grande.
Finalmente, el dejar de utilizar los dólares para transacciones internacionales y utilizar alguna otra moneda es parte de un juego político. Pero, al querer salirse del sistema de pagos y crear el suyo propio, lo que se busca es evitar el control o las posibles sanciones que surgen por temas políticos. Las sanciones siempre tienen más razones políticas que económicas. Por ejemplo: se castiga a Rusia por invadir a Ucrania, se castiga a Cuba con un bloqueo económico, igual a Venezuela por no cumplir con ciertos lineamientos. Eso es algo político, entonces, es la intención de querer salir de ese control.
Sin embargo, para el caso de Brasil y China, no debemos olvidar, cambiar una moneda predominante por otra no es ser totalmente independiente, sino cambiar un poquito. Al sustituir el dólar por el Yuan no se es totalmente independiente y nunca se va a ser totalmente independiente en un mundo globalizado. Y eso no tiene nada de malo, si no es nada más una de las disyuntivas que hay.
También es cierto que hay muchas ventajas de estar en un mundo globalizado.
* Nearshoring: la práctica de transferir una operación comercial a un país cercano, especialmente con preferencia a uno más distante.
** Un juego de suma cero es un concepto utilizado en teoría de juegos para describir una situación en la que la ganancia de un jugador se traduce directamente en la pérdida de los otros jugadores, y viceversa.
EL PEPO