Lado B
Child's Play (2019) ¡Larga vida al muñeco maldito!
Esta propuesta no es ni un remake ni un reboot, sino una extraña mezcla de ambas. Tenemos un origen distinto del muñeco y una visión futurista del mundo
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
01 de agosto, 2019
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Foto tomada de YouTube

Héctor Jesús Cristino Lucas

Hasta antes del 2019, la famosa saga de películas Child’s Play, creada originalmente por el guionista y director Don Mancini, era la única que podía presumir de no haber recurrido a la tan temible tendencia de la industria actual por reavivar ciertos clásicos del mundo del horror a través de molestos remakes, reboots o precuelas, pero debido a una loca vuelta del destino las cosas simplemente cambiaron.

Luego del estreno de la primera cinta de Child’s Play, dirigida por Tom Holland en 1988, la película de la Metro Goldwyn Mayer se volvió un éxito tan rotundo que no sólo terminó transformándose en un clásico indiscutible, también nos entregó a un personaje icónico –de la altura de Freddy Krueger o Jason Voorhees–: Chucky, interpretado por nada menos que Brad Dourif. Un juguete poseído por el alma de un infame asesino en serie.

No obstante, su éxito llamó tanto la atención de la Universal Studios que no dudó en adquirir los derechos para continuar la franquicia con dos cintas más. Así, se transformaría en una trilogía dentro del horror y el cine slasher escritas por el mismísimo Don Macini: Child’s Play 2 (1990) de John Lafia y Child’s Play 3 de Jack Bender, que sólo acrecentaron la escabrosa fama que ya tenía este querido personaje.

Desde entonces, la franquicia ha pertenecido netamente a la Universal Studios que, para bien o para mal, no quedó satisfecha con la trilogía y decidió continuar la franquicia con dos secuelas aberrantes que, lamentablemente, sepultaron el éxito de sus antecesoras de forma inmediata. De ahí es que nacieron las tan odiadas The Bride of Chucky (1998) de Ronny Yu y la vomitiva Seed of Chucky (2004). Estas no hicieron más que combinar el humor negro y el horror que para algunos funcionaba, pero para otros definitivamente no.

Y con la absurda idea de darle novia e hijo al icónico muñeco ochentero que alguna vez fue la pesadilla de muchos, la gente simplemente se cansó del personaje. Era pleno siglo XXI y, aceptémoslo, ya nadie lo extrañaba. Lo único que esas dos cintas hicieron fue llevarnos a considerar la trilogía original como un tesoro del horror que debía quedarse en eso: sólo en horror y NADA de comedia.

Sin embargo, tuvo que pasar casi una década para que el futuro de la franquicia se pusiera en marcha con nada menos que una secuela directa en 2013. Esta pretendía reavivar el legado de Chucky de la manera más efectiva posible: volviendo a los orígenes clásicos del horror y la matanza slasher, olvidando todo rastro de comedia que alguna vez molestó a los fanáticos.

Dirigida de nueva cuenta por Don Macini, contando con un presupuesto de apenas cinco –míseros– millones y aún teniendo al maravilloso Brad Dourif como la voz del muñeco diabólico, la película Curse of Chucky, frente a todo pronóstico, fue un éxito tan monumental –realmente tan apoteósico– que la saga, por más difícil de creer, volvió a estar en boca de todos augurando futuras y prometedoras entregas para el personaje.

Aunque, la verdad, todos nos dejamos llevar por la fiebre del momento y olvidamos bastante pronto que las cagadas podrían volver para reclamar su trono. La cosa es que jamás creímos que volvieran tan pronto, ya que luego del estreno de la próxima secuela, Cult of Chucky (2017), las esperanzas volvieron a quedar estampadas por los suelos… o más abajo aún.

Pero no es que fuera una mala película, más bien era una buena idea mal ejecutada. Pasa que la premisa de contar no con uno, sino con varios muñecos Good Guys poseídos por el alma del infame Chucky ya se tenía planeada para la trilogía original, pero jamás se dio luz verde. El error fue implementarla ahora con una película de bajo presupuesto y teniendo tan pocos recursos para lograrlo.

El horror se tambaleaba de un lado a otro sin llegar a nada; los asesinatos no tenían gracia alguna; la trama se tornaba absurda y rebuscada en más de una ocasión, y sus personajes –maldita sea con sus personajes– eran tan poco icónicos y trabajados que resultaban un verdadero fastidio.

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Lo único bueno que trajo esta horrible película fueron los proyectos que nacieron a partir de sus errores.

Primero se barajeó la idea de cancelar la franquicia, pero eso hubiera sido demasiado drástico. Luego, alguien dentro de la Universal Studios propuso la creación de un remake que intentara adaptar la historia del muñeco ochentero a nuestros tiempos, pero tampoco se llegó a concretar.

Lo que vino después, damas y caballeros, fue toda una locura. Por un lado, Don Macini decidió continuar la historia de Cult of Chucky (2017) pero a través de una serie de televisión que será transmitida próximamente por el canal Syfy. El mismísimo canal que ha estado adquiriendo los derechos de antiguas cintas de terror para hacer secuelas de bajísimo presupuesto.

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Pero por otro lado, la MGM, al contar aún con los derechos de la cinta de 1988, optó por el camino más difícil de todos: crear NO un remake, sino un reboot completo de la franquicia y cambiar radicalmente los orígenes del personaje. Dirigida esta vez por el cineasta noruego Lars Klevberg, y sustituyendo a Brad Dourif por nada menos que Mark Hamill –nuestro querido Luke Skywalker o The Joker en las cintas animadas de la DC– como la nueva voz de Chucky.

¿El resultado? Quizás no una obra maestra del horror moderno que supere al clásico ni mucho menos… pero toda una película de lo más disfrutable y divertida como no habíamos tenido antes.

De hecho –si me permiten– esta podría ser una de esas escasas propuestas que no es ni un remake ni un reboot como tal, sino una extraña mezcla de ambas. Porque no sólo tenemos un origen completamente distinto al original, también hay un esfuerzo por trasladarlo a nuestros tiempos. Y ofrece de paso una visión futurista que podría llegar a ser bastante certera.

Por ello, de la magia negra voodoo que nos presentó Tom Holland y Don Macini en los ochentas, saltamos ahora al polémico tema de la inteligencia artificial que tanto ha dado de qué hablar en los últimos tiempos, tanto en la vida real como en las producciones de ciencia ficción.

Esto ha llevado a que algunos críticos la califiquen ya como una suerte de “Comedy Horror Slasher mezclada con un episodio de Black Mirror”. ¡Pero venga ya! ¿Qué acaso nadie ha visto ciencia ficción del 2010 para abajo? Ahora cada que se toca el tema de la inteligencia artificial y la robótica en el cine o las series populachas todo el mundo lo relaciona con Black Mirror. ¡Por Dios!

La actual Child’s Play (2019) parece más una versión alterna y retorcida de la cinta A. I. (2001) de Steven Spielberg, sobre lo que hubiera ocurrido si el osito Teddy se hubiera vuelto un asesino en serie luego de adquirir suficiente inteligencia artificial como para tergiversar todo su entorno. ¡Niéguenmelo!

Por un momento creí que me toparía con una mala versión nostálgica millennial de cagada tipo Stranger Things (2016-2019) mezclada con Black Mirror (2011-2015) o algo así pero, para mi sorpresa, ha sido todo lo contrario. Una cinta de horror que no necesita del pasado y los molestos guiños constantes para sobrevivir. En cambio, recurre a sus nuevas reglas de origen para cumplir su cometido con suficiente identidad propia.

Habrá quienes digan que la “comedia teen” arruina la tensión que pretende construir esta historia, pero si somos cuidadosos y evitamos las comparaciones, entendemos que al ser un reboot que difiere de la cinta original, este estilo no sólo le queda de maravilla, es realmente necesario.

Y lo mejor es que no me parece que el horror quede excluido. ¡La balanza es perfectamente estable! Es algo que muchas películas actuales, como Velvet Buzzsaw (2019) por ejemplo, no logran conseguir: la unión perfecta entre horror y carcajadas donde tanto cumple una como cumple la otra. Ni tanta comedia desabrida ni tanto horror opacado.

Y eso se lo debemos, por supuesto, al joven elenco responsable del elemento cómico. Así, Ty Consiglio, Beatrice Kitsos y, claro, el “Andy” de esta nueva versión, Gabriel Bateman, hacen un excelente trabajo juntos. No había pasado ni minuto y medio cuando sus tonterías, gracias a los diálogos y sus quehaceres escénicos, me mataban de la risa.

No obstante, cuando la trama opta por seguir el suspenso y el horror, no resulta para nada forzado. Lo consigue bastante bien armándose de valor al mostrar la dureza de su clasificación R con ingeniosas y explícitas escenas de asesinatos; dignas de una cinta slasher con verdaderas pelotas. Para eso pagué. ¡Esto es lo que buscaba!

Entonces, no caigamos en comparaciones absurdas, ya que estas historias se dirigen por rumbos diferentes: que si la primera Child’s Play (1988) era más una cinta de horror y suspenso psicológico centrado en un núcleo familiar, o que la actual sea una versión futurista y retorcida de Artificial Intelligence (2001) de Spielberg, son dos productos distintos que logran su cometido con su particular manera.

En cuanto a calidad técnica y dirección artística tampoco tengo queja alguna. El gore, aunque estético a veces, logra ser chocante y nauseabundo de una forma peculiar. La fotografía, los colores y los escenarios son realmente espléndidos. Al tratarse de la misma productora detrás de la reciente adaptación de It (2017) –que es una joya visual garantizada–, tanto Orion Pictures como Metro-Goldwyn-Mayer hacen un excelente trabajo. No podía esperar menos.

Pero lo que de verdad vale la pena, lo que te garantiza el boleto de la cinta, por sobre todo lo antes dicho, es el grandioso Mark Hamill. La calidad de su voz al engendrar a este nuevo Chucky definitivamente no tiene precio. Es increíble cómo puede crear a un personaje tan endemoniadamente divertido como aterrador. Tan inocente y dulce como desquiciado y maldito, sólo con la voz. Qué gran trabajo. Tan digno para quedar en su carrera.

Lo que me recuerda…. El nuevo diseño de este personaje tuvo bastante hateen redes sociales. Muchos fanáticos se quejaron de lo falso y patético que lucía, pero debo decir que este es un punto que logra justificarse dentro de la película. Porque a diferencia de la primera, que era una suerte de muñeco que se volvía cada vez más humano si no pasaba su alma a otro cuerpo, este, literalmente, es un robot. Y cuando la película avanza, esto deja de importar.

Pese a que no considero que sea superior a la cinta original, ni mucho menos una gran obra maestra del horror actual, Child’s Play de Lars Klevberg es un logro monumental al tomar el camino más difícil por el que pocos –realmente pocos– filmes salen bien librados. Lo que resulta una grata sorpresa ya que luego de una gran campaña de marketing, en la que se buscaba “atacar” el estreno de Toy Story 4 con divertidísimos carteles promocionales, uno pensaría todo lo contrario.

Quizás lo único que me molestó fue su descafeinado y poco ingenioso desenlace. Con esa interesante premisa sobre un juguete interactivo capaz de conectarse a la tecnología futurista que le rodea, podría haber dado para algo mucho más grande. Pero también creo que debido al éxito de esta cinta puede que las siguientes entregas jueguen más con este concepto.

¡En fin! Como fiel amante de la saga Child’s Play y el cine slasher ochentero, no pude quedar más satisfecho con ella: aprobada por El Cinemaniaco. ¡Larga vida al muñeco maldito!

Sinopsis:

“Una madre le regala a su hijo un muñeco por su cumpleaños, sin ser consciente de la naturaleza maligna que esconde en su interior”.

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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