Lado B
Mientras la piel duela
Crónica de un encuentro: extranjeros en su propio cuerpo
Por Lado B @ladobemx
06 de septiembre, 2012
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Tuss Fernández

@ituss79

Eran cinco cuando yo llegué y confieso que llegué un poco tarde. Según me dijeron uno de ellos ya se había ido. En fin, todos me eran familiares. Casi todos habíamos coincidido en distintas ocasiones a excepción de uno de ellos a quien reconocí por algunas fotos de Facebook. Lo mejor, debo decirlo, era la música. Pero la música no salía del lugar sino de justo abajo del departamento. En un local de la calle, una DJ bastante guapa mezclaba pop en inglés con singular audacia. Así supe que estaba en el lugar correcto. No puedo negarlo tampoco, la cita tenía alguna leve vibra de clandestinidad. Mientras la gente, –hombres en especial– se arremolinaban a ver a la DJ y a sacarle fotos con el celular, justo a lado, los invitados a esa reunión entrábamos por un portoncito negro a una vecindad de esas que parecen olvidadas por todos, incluso por quienes las habitan. Un pasillo oscuro y a la mitad del camino, una imagen religiosa rodeada de veladoras. Diecisiete desgastados escalones y al final de ellos, una puerta entreabierta. Ahí era.

Me recibieron entre sonrisas y reclamos por la demora. Como viejos amigos, pues. La verdad es que re-iniciamos el encuentro hablando de banalidades, nos conocíamos tan poco y desde hace tanto que supongo que en el exterior decidíamos ignorar nuestros puntos de coincidencia. Estamos tan acostumbrados a eso. Los chicos transexuales, mujeres que han decidido asumir su identidad como hombres –Female to Male (FTM)–son con seguridad, el grupo menos visible dentro del colectivo LGBTTTIQ.  El imaginario colectivo piensa, en su mayoría, que todas las lesbianas quieren ser hombres. Se equivocan casi siempre, aunque hoy, en esta pequeña sala, hay ocho personas decididas a nacer en un nuevo cuerpo.

CUANDO LA PIEL DUELE

Estamos a la mitad de la reunión y hasta ahora no han cesado las risas y tampoco la buena mezcla de la DJ.  Se ha generado cierta expectativa por un colega que viene desde Xalapa. Está cerca, según dice en su llamada. Quienes han visto sus fotos dicen que es imposible saber que alguna vez una mujer habitó su cuerpo. Observo bien y en realidad ninguno de nosotros se parece a otro. Somos totalmente distintos en estilos aunque, mientras me doy cuenta de eso salta una coincidencia general: nuestra fobia a los baños públicos. Nos corren de todos. Somos una especie que ha quedado marginada de lo femenino, pero también de lo masculino. Vivimos en un limbo que nos condena en lo público, a este tipo de humillaciones. Por eso la prisa en reconstruirnos. Lo que la mayoría de la gente ignora, incluso nosotros mismos es que transformarse duele; y duele de muchas maneras. Tras la primera dosis de Testosterona el organismo comienza una arrebatada carrera por modificarse. La estructura ósea cambia, los huesos se ensanchan y duele. Incluso la cara duele porque las facciones empiezan a engrosar. Duelen las manos, duele la espalda, duele la cara, duelen los hombros. Se pierde grasa y se gana masa muscular, pero duele. Duele la piel porque bajo ella crece cada hueso y cada músculo. Duele la piel porque bajo ella, la esperanza de reflejar a un hombre en el espejo, urge por emerger.

LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL

Llegó Christian; es cierto, jamás adivinaríamos que antes tuvo una identidad que no le correspondía. Hace más de cuatro años que inició su tratamiento y es perfecto. Todos somos unos novatos a su lado. Bajo su cuerpo escrupulosamente esculpido centímetro a centímetro vive un ser extraordinariamente humilde. No sabemos qué hace aquí porque bien podría ignorar su pasado y seguir adelante, pero está aquí para compartirnos su proceso. Christian es diseñador gráfico, Beto y Dante son activistas dentro del colectivo LGBTTTIQ, *Adrián es fotógrafo, *Erick tiene 26, estudia Cultura Física, *Alex que recién va llegando, es estudiante de Psicología, Andrew estudia Relaciones Internacionales. La mayoría no sobrepasa los 25 años [aunque yo, el mayor del grupo tengo 33].

Afuera llueve pero leve, y ni siquiera eso logra dispersar a los que aún admiran a la DJ a quien por cierto, ya se unieron dos mujeres edecanes y un hombre de bastante buen ver. Alex se pone al corriente. Antes de su llegada hemos estado charlando por más de una hora. En su turno nos cuenta que alguna vez recibió ‘orientación’ psiquiátrica pero al final de la terapia, el diagnóstico médico fue una burla. Según el doctor, Alex se ha inventado un personaje masculino para expresar su rebeldía. Ese hombre que alberga en su interior, es, según el ‘especialista’, algo así como un amigo imaginario, no más. A punto de tirar la toalla, Alex se topó con la invitación a esta reunión. Llegó aquí como siguiendo la luz al final del túnel. En su cara hay cierta expresión de alivio, de alegría.

Estoy por irme; me asomo a la ventana y ahora hay luces de todos colores recorriendo las viejas paredes de los edificios vecinos. Al menos esta calle se ha convertido en un antro Pop. Quisiera contar más pero no puedo. Lo que se dice en esta sala se queda aquí mismo, entre estos muros. Esta es la primera reunión del Colectivo Transexual Agnes Torres. Ahora sabemos que no estamos solos. Somos pocos y somos quizá, los últimos en la cadena; pero al menos en este momento, estamos juntos. Nuestra lucha no es fácil, tenemos que ganar terreno incluso a nuestra propia genética. No importa.  Mientras la piel duela, sabemos que estamos más cerca de lo que queremos ser.

*Los nombres fueron cambiados a petición de los interesados.

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