Lado B
Cosmopolis
Por Lado B @ladobemx
21 de junio, 2012
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Camilo Useche*

David Cronenberg siempre ha sido un director que crea películas a la imagen de su mente perturbada y excéntrica. Lo último de este director, la provocadora Un método peligroso  había sido para mí un ejemplo de la madurez de un maestro del cine que hacía tiempo venía elaborando relatos perturbadores como Una historia de violencia o Promesas del Este. Llegué, por tanto a ilusionarme cuando caminaba entre los espantosos túneles de los metros, y veía ese cartel gigantesco que promocionaba Cosmópolis. La imagen por si sola me hacía pensar en que de nuevo Cronenberg estaría a la altura de su leyenda, que estas sería otra de sus fantásticas locuras, me emocioné con planear ir a ver esta nueva creación, hablé con amigos, y nadie parecía tan convencido como yo de que Cronenberg no me iba a decepcionar.

Además pesaba el hecho de ser una adaptación de una novela de ese estruendoso escritor Norteamericano Don DeLillo. Todo parecía ser prometedor. Salgo de ver la película y con lo  único que me quedo es con la imagen del cartel y con la decente actuación de ese jovencísimo actor Robert Pattinson, que al parecer era toda una celebridad por sus papeles en esas obras seudo-cristianas llamadas Twilight, que espero jamás ver.  La Idea de ilustrar al espectador sobre los males del capital y el manejo de la economía de quienes dominan el mundo, con diálogos tan torpes y evidentes, como para niños de seis años, falla por todos lados. Basta ver esa obra tan sobria, la opera prima de J.C. Chandor, Margin call en donde se habla de lo mismo pero sin tratar al espectador de estúpido, para darse cuenta que Cronenberg o pecó de inocente o es otra de sus maquiavélicas lecciones de sarcasmo.

Cosmopolis

Dirección: David Cronenberg

Guión:  Don DeLillo, David Cronenberg

Intérpretes: Robert Pattinson, Juliette Binoche y Sarah Gadon

Género: Drama

País: Francia, Canadá, Portugal, Italia

Duración: 108 minutos

La primera parte de la película es tan aburrida como todo lo que hablan de manera teatral y sosa sus protagonistas, mientras van de lado a lado en una limosina del futuro y se estrellan en la calle con el inconformismo de un mundo en ebullición que protesta por las falencia de la economía y de los Estados. Pero todo eso que parece ser tan interesante de analizar y de una materia bruta que podría ser aprovechada por cualquier alumno de una facultad de comunicación de universidad publica en América latina, parece ridiculizado por el mismo afán de hacer un panfleto al que parece faltarle tanta convicción como fuerza.

La segunda parte, por decirlo de algún modo, porque realmente son los últimos 20 min. de la película, pareciera, no quiere decir que lo haga, corregir en algo todo el desbarajuste tontarrón creado desde el comienzo; digamos que esas últimas secuencias dejan la leve esperanza de que algo queda, muy en el fondo, de ese Cronenberg sucio y descarnado que no necesita de diálogos tan cuadriculados ni personajes tan excéntricos para crear una metáfora del descalabro que vivimos hoy en día.

*Candidato a Doctor en Historia por I’ Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris. Maestro en Relaciones Internacionales y Estudios Latinoamericanos UAM, Madrid. Historiador y sociólogo por la Pontificia Universidad Javeriana y por la Universidad Nacional de Colombia.

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