Lado B
El cine poblano da pasos firmes, pero necesita una ley que consolide la industria local
El desarrollo de la industria cinematográfica en el estado ha sido lento pero cineastas locales se han articulado para participar en la elaboración de políticas públicas que mejoren las condiciones para hacer cine en Puebla; sin embargo, consideran que aún hay un largo camino por recorrer.
Por Fernando Merino Noriega @FerMerinoN
03 de junio, 2021
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Hacer cine en Puebla no es igual que hace diez años, coinciden Yaizu Vázquez, Erika Mercado y Carlo Corea, cineastas locales que observan un aumento en la producción cinematográfica en territorios diferentes a Ciudad de México; sin embargo, señalan que para que esta descentralización continúe aún falta la aprobación de una Ley de Fomento al Cine en Puebla que realmente responda a las necesidades de la industria local.

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El tener una Ley de Fomento al Cine adecuada permitiría, entre otras cosas, darle a las películas producidas en Puebla el carácter de bienes de interés cultural, lo que empezaría a cambiar la lógica institucional de que el cine es solo entretenimiento y no una herramienta para que diferentes sectores de la sociedad se representen. 

“Un gran problema es que gran parte de [las y] los políticos no logran dimensionar que el cine es un bien cultural que tiene que ver con la manera en que nosotros nos representamos como país, como cultura, como sociedad y tiene que estar protegido: no puede entrar como una mercancía (…) y a lo largo de estos años nunca se ha protegido como algo cultural”, dice a LADO B Erika Mercado.

Además de eso, una ley adecuada permitiría que se destinen más fondos de manera local, pues aunque había un fondo para la producción y posproducción en el estado, Yaizu Vázquez, quien también es docente de la Licenciatura en Cinematografía de la BUAP, señala que ya son más de 10 años que no se cuenta con dicho recurso.

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Pero aún con la ausencia de esta ley, los tres cineastas que charlaron con LADO B esbozan un panorama positivo para el cine local por varias razones: la profesionalización de las y los nuevos cineastas en universidades públicas y privadas; la articulación del gremio en iniciativas como Haciendo Cine en Puebla, que agrupa a cineastas, estudiantes y profesores; y la creciente descentralización de la producción cinematográfica y de los recursos económicos para incentivar la producción local. 

Algo en lo que también coinciden los tres cineastas es en que aún falta mucho por hacer pero los primeros pasos se han dado con firmeza, y la suma de distintos factores está haciendo crecer a la industria en el estado. 

La articulación de las y los cineastas

Foto: Yaizu Vazquez

Haciendo Cine en Puebla no es la primera iniciativa para articular a cineastas en el estado, pero sí es la que más ha tenido incidencia en los últimos años: “Cuando empezamos con el gremio todavía había muchísimas cosas que parecían muy lejanas: nos faltaba mucha profesionalización, incluso el Imcine estaba más centralizado, y ahora estamos en un momento que nos permite tener un impacto distinto [y] las redes sociales nos permiten tener un nuevo tipo de visibilización que antes no teníamos”, dice Yaizu Vázquez.

La iniciativa surgió a raíz de la ahora  Ley de Fomento al Cine Mexicano del Estado, propuesta por Fernando Sánchez Sasia (Morena) en enero de 2020 y cuyo contenido se hizo sin consultar al gremio, por lo que decidieron impedirlo. 

A cineastas, estudiantes y docentes, lo que les preocupaba era que la ley en vez mejorar las condiciones de trabajo tenía “un enfoque de promoción turística”, dice Erika Mercado, pues pretendía generar cobros por grabar en la entidad, a través de la creación de una Comisión de Filmaciones; esto tenía beneficios para la industria de servicios y las arcas del estado pero que se convertiría en un obstáculo más para filmar en Puebla en el caso de cineastas independientes. 

La inquietud de las y los cineastas locales, y la movilización mediática que hicieron, les  permitió tener una reunión con el titular de la Secretaría de Cultura en ese entonces, Julio Glockner, y la presidenta de la Comisión de Cultura del Congreso, Liliana Luna; aunque las acciones para trabajar una ley en conjunto se detuvieron por la pandemia, en abril, Sánchez Sasia presentó una nueva propuesta de ley que incluía algunos de los acuerdos de esa reunión, pero la ley se mandó a la congeladora porque Luna Aguirre no ha convocado a sesión para discutir la ley. 

Unos meses después, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la extinción del Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine) y el Foprocine, por lo que el colectivo se sumó a la exigencia a nivel nacional para evitar la desaparición de los fideicomisos, los cuales más tarde pasarían a la historia. 

Además de la articulación local, a nivel nacional también hubo organización del gremio cinematográfico, esto dio como resultado la conformación de la Red Nacional de Cinematografías Estatales (Renace), a la que también se integró Puebla.

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Tras una serie de mesas de trabajo con el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) se consiguió el Focine, un nuevo programa de subsidios que por primera vez contempla apoyos para la producción de cine en los estados, además del apoyo a espacios de exhibición ─pues un problema persistente en todo el país es la falta de espacios para mostrar las películas─, y estímulos para la realización de óperas primas de personas que egresen de universidades de cine. 

“Esto nos permitió también tener contacto con otras comunidades estatales y hacer que nuestra vinculación no solamente se quedará en Puebla sino que fuera una red en todo el país”, explica Erika. 

De esta manera es que los proyectos de Erika, Yaizu y Carlo, así como #Rats de Cinema Universidad que fue seleccionada en la categoría de Apoyo a la Producción de Óperas Primas Escuelas de Cine y el equipamiento de Cinema Musa para exhibir películas locales, verán la luz el año próximo. 

Democratización de perspectivas

Foto: Marilyn Escobar

Ahora existe la oportunidad de que el cine hecho en Puebla muestre otras miradas que antes no se veían, entre ellos el cine hecho por personas indígenas y afromexicanas, que es parte del proyecto Imaginarios del otro México: cine indígena y afrodescendiente, de Yaizu Vázquez, y cuyo mapeo de realizadores que se autodescriben en estos dos grupos va a iniciar en este mes.

Otro de los puntos en los que coinciden las y los cineastas entrevistados es que la profesionalización está cambiando porque no solo se está dando desde las universidades privadas —ya que hace diez años la Upaep era la única institución que ofrecía una licenciatura en Cine y Producción Audiovisual—, pues ahora con la licenciatura en Cine que ofrece la BUAP se abre la posibilidad de que más personas puedan profesionalizarse. 

“La BUAP lo que hace es abrir mucho más el espectro. En mi experiencia como profesora te puedo decir que tenemos [estudiantes] de diferentes partes del país, y diferentes municipios del estado, y hablando de la ciudad tenemos alumnos de distintos [contextos] y es fantástico [pues] tienen otras formas de ver el mundo y  empiezan a contar otras historias desde otros lugares, entonces, el hecho de que exista la universidad pública abre el panorama también a otras formas de ver el mundo”, comenta Yaizu.

Lo anterior toma relevancia para la directora porque la formación de los cineastas estaba totalmente centralizada, no solamente en el aspecto geográfico sino desde las clases sociales que podían acceder a este tipo de formación, y durante mucho tiempo quienes podían hacer cine eran solo aquellas personas que contaban con los recursos; eso muchas veces quedaba plasmado en sus películas.

La cineasta recuerda que es gracias a la  transferencia de medios, fenómeno que inició a mediados de los años 70 y cuyas muestras más conocidas son la radio y el cine comunitario, que se ha podido conocer la visión cinematográfica de las personas de pueblos originarios, la cual  se ha encaminado en visibilizar la defensa del territorio y tradiciones en función de alzar la voz, pero que también empiezan a contar otro tipo de historias como reflexión de sus identidades. 

Los apoyos, aunque son pocos, empiezan a garantizar más calidad

Foto: Yaizu Vazquez

Por otro lado, Carlo Corea menciona que con el inicio de la democratización del cine, las y los cineastas deben asumir la responsabilidad de entregar producciones de calidad discursiva y técnica que pueda ser exhibida tanto de manera comercial como en salas independientes, pues los fondos destinados al cine, que han exigido durante años, deben ser aprovechados de manera adecuada. 

En eso coincide Yaizu, pues aunque ya existen algunos apoyos como Focine, la mayor parte de producciones que se hacen en Puebla son auspiciadas por cineastas y las y los colaboradores que encuentran en el camino, lo cual disminuye, por un lado, la cantidad de producciones, pero también le pega a la calidad porque “un cineasta no solamente se tiene que preocupar por tener un buen guión y hacer una buena propuesta artística sino también por juntar el dinero para cada cosa que va hacer”, sentencia Vázquez. 

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Pero además, Erika Mercado considera que debe existir un cambio de paradigma hacia el cine, esto desde las instituciones que se encargan de elaborar las políticas públicas para este sector. Mientras eso pasa, lo que podría hacer el Congreso es generar una Ley de Filmaciones, una Ley de Fomento al Cine y una Comisión de Filmaciones que podrían encaminar el cine poblano hacía la consolidación a nivel nacional, concluye Yaizu Vázquez. 

*Foto de portada: cottonbro | Pexels

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Fernando Merino Noriega
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