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La huella humana provoca más cambios en la vegetación de las islas que el clima
Una nueva investigación, que ha cuantificado el impacto humano a través del estudio del polen de hace 5.000 años, revela que las alteraciones de la vida vegetal por la colonización humana son once veces mayores que las debidas al clima
Por Agencia SINC @
02 de mayo, 2021
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La isla de Islandia fue colonizada hace unos 1.000 años por vikingos, un pueblo nórdico navegante con un marcado carácter negociador. Las materias primas y los recursos que ofrecía la remota isla del océano Ártico despertaron un fuerte interés de los recién llegados, que dieron la vuelta para siempre a la economía de la zona, del norte de Europa y de casi todo el mundo. Pero los vikingos dejaron una huella en el entorno natural que nunca más se borraría, al igual que muchos otros pueblos que han colonizado islas en todo el mundo.

En Islandia, si bien la vegetación muestra cambios en el clima previos a la llegada humana, a partir del año 920 la actividad de los primeros grupos de pobladores aceleró cambios en la vegetación, intensificó la erosión y destruyó bosques a favor de los pastos. La madera necesaria para construir embarcaciones, la piedra y el metal de una isla tan rica en recursos fueron saqueados durante años.

En la actualidad, la mayoría de islas habitadas de todo el mundo han experimentado al menos dos oleadas de asentamientos diferentes, cada una con cambios característicos y con legados cada vez más complejos. Esto se debe a la condición irreversible de los cambios que se han producido, que cada vez son más rápidos.

El artículo, publicado en la revista Science, indica que las alteraciones en la vida vegetal del ecosistema de una isla producidos por la colonización humana son 11 veces mayores que los debidos al clima o a efectos como erupciones volcánicas previos. La investigación se ha llevado a cabo en 27 islas de todo el mundo.

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Esta modificación causada por la acción humana es irreversible y se va reproduciendo de manera constante, siglos después de la colonización. La primera autora del artículo es la investigadora Sandra Nogué, de la Universidad de Southampton (Reino Unido) analizó los datos y dio forma al trabajo mientras era investigadora visitante del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF, por sus siglas en catalán), período en que colaboró con el investigador Josep Peñuelas.

Las islas, un laboratorio ideal

El estudio permite cuantificar el impacto humano en un paisaje. Hasta ahora era difícil separar los efectos del clima y otros impactos ambientales de los provocados por los primeros humanos en las masas continentales.

El equipo ha estudiado polen fosilizado de hace 5.000 años, extraído de sedimentos de las 27 islas, que ha permitido entender la composición de la vegetación de cada una y cómo cambió desde las muestras de polen más antiguas hasta a las más recientes.

“Las islas son laboratorios ideales para medir el impacto humano”, apunta Sandra Nogué, “ya que la mayoría fueron colonizadas los últimos 3.000 años, cuando los climas eran similares a los actuales. Saber cuándo se colonizó un territorio aislado facilita estudiar científicamente los cambios de la composición de su ecosistema en años anteriores y posteriores, y aporta una dimensión de su magnitud”.

 

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*Foto de portada: Bahía de Cook, situada en Moorea (Polinesia Francesa)/ Foto: Rv | Wikimedia Commons 

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