Lado B
Los guarros en los medios de comunicación
De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española (RAE) guarro es un adjetivo para calificar a aquellas personas groseras o de pocos modales.
Por Susana Sánchez Sánchez @
05 de agosto, 2018
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Susana Sánchez Sánchez

@multiplesvoces

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española (RAE) guarro es un adjetivo para calificar a aquellas personas groseras o de pocos modales. En México generalmente se les dice así a los albañiles, pues se cree que porque tiene estudios básicos entonces dicen guarradas. Ante esa imagen, las mujeres procuran esquivar los lugares donde hay trabajadores de la construcción, pues las frases que escuchan tienen una alta connotación sexual hacia su cuerpo, no son piropos sino guarradas.

Pero, ¿son los albañiles o aquellas personas cuyos estudios escolares son elementales los únicos que pueden llevar el título de guarro? ¡No, claro que no! Todos podemos ser guarros, sólo que en sociedades altamente diferenciadas hay que cuidar siempre cómo nos expresamos, digamos que hablamos de acuerdo a la identidad social que tenemos y en dónde estemos, de tal suerte que a mi progenitora, por ejemplo, difícilmente le mentaré la madre cuando ésta me haga enfadar, por mucha libre expresión que yo pueda pregonar; ella tiene la identidad de Madre (autoridad) y yo la de Hija (acatamiento). Si bien no hay un manual de comportamientos (¡afortunadamente!), los años nos van diciendo hasta dónde pueden llegar las palabras y las acciones de cada uno. No obstante, hay personas que contra todo buen comportamiento social, defiende lo guarro –así sea de manera inconsciente.

Sucede que existen lugares profesionales donde hay hombres letrados y extremadamente inteligentes (o eso nos han hecho creer), pero le hacen honor a lo guarro, me refiero concretamente a las Salas de Redacción y Edición en los medios masivos de comunicación, un lugar donde conviven generalmente hombres y una que otra mujer y son piezas claves en la toma de decisiones de lo que finalmente saldrá publicado en un medio masivo de comunicación: son quienes llevan la batuta intelectual y de autoridad.

Si bien en la Sala de Redacción y Edición hay periodistas y fotoperiodistas, el equipo que toma las decisiones finales está conformado por editores, diseñadores, correctores o jefes de información, pero nunca faltan quienes hacen bromas en torno a fotos o vídeos –generalmente donde aparecen mujeres– del material periodístico que están analizando, corrigiendo o editando; y, créanme, no hay piedad en los comentarios, ni siquiera cuando tienen la imagen de una mujer asesinada en la pantalla de la computadora. Habrá hombres que estén en contra, pero muy pocos saldrán a defender su postura, al contrario, suelen terminar uniéndose a las carcajadas y a las bromas guarras de los profesionales de los medios masivos de comunicación. Eso mismos hombres, a veces, pueden ser muy guarros en la Sala de Redacción y Edición y muy profeministas (sí, leyó usted bien: profeministas) en público (en la calle o en sus redes sociales).

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Por supuesto en las Salas de Redacción y Edición no sólo hay hombres, también hay mujeres y a veces suelen unirse a las bromas guarras de sus compañeros; aunque convivir en un ambiente así resulta para algunas de ellas incómodo, luego se vuelve cotidiano y se acostumbran a escuchar en silencio las guasas. Además, en las Salas de Redacción y Edición los hombres a veces no sólo hablan guarradas en torno al material periodístico sino también hablan pestes –a nivel amoroso o sexual– de sus colegas.

A estas alturas, usted dirá: ¿en qué nos afecta que los periodistas sean ordinarios o guarros o que se expresen así en su lugar de trabajo? En principio pareciera que en nada; pero sucede que son ellos quienes construyen y le dan sentido a los productos periodísticos, y a veces suelen plasmar sus conceptos en las notas periodísticas de lo que debe o no debe ser una mujer. De hecho, me atrevería a decir que esta visión “guarra” de algunos editores o periodistas los ha llevado a preguntar en ruedas de prensa sobre informes de asesinatos de mujeres: ¿Cómo iba vestida?, para luego titular la nota: Atacada y violada por llevar minifalda. Los efectos de un titular de ese estilo son trágicos a nivel simbólico, pues se sataniza y se culpa las formas de vestir de la mujer y se deja de lado la gravedad de la agresión.

Si bien las mujeres en el Periodismo se han ocupado, quizás por afinidad de género, por los feminicidios, es decir toman cursos con especialistas en Derecho, Redacción, Estudios de Género o Derechos Humanos, en la práctica ese trabajo periodístico suele quedar subordinado a las decisiones de la Sala de Redacción y Edición, donde los editores o los jefes de información pueden dar un giro de ciento ochenta grados al material periodístico y convertirlo en un dispositivo de discurso masivo altamente violento.

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