Lado B
La calle de la amargura: la sordidez mexicana según Ripstein
Arturo Ripstein siendo Arturo Ripstein, para bien o para mal.
Por Jaime López Blanco @
12 de mayo, 2016
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Jaime López Blanco

[dropcap]A[/dropcap]rturo Ripstein siendo Arturo Ripstein, para bien o para mal. Ahí están los personajes marginales como protagonistas. Ahí el humor negro o ácido que caracteriza su cine. Ahí la estética de la miseria reflejada en locaciones llenas de inmundicia. Y ahí las nuevas colaboraciones con Patricia Reyes Spíndola (actriz que trabaja bajo su mando por enésima vez) y Paz Alicia Garciadiego (su guionista de cabecera y pareja sentimental). Séptimo arte que, como el propio cineasta judío-mexicano-español confesó recientemente, está hecho con las entrañas.

¿Para bien?

Sus correctos planos secuencias que siguen detenidamente a un par de viejas trabajadoras sexuales cuyos caminos parecen estar condenados a la jodidez; planos que las abandonan antes de tiempo para mostrarmos a unos seres aún más jodidos que ellas (mendigas; maridos machistas closeteros; proxenetas descorazonadas; policías corruptos). Las atmósferas hiperrealistas que emulan los melodramas de Ismael Rodríguez, incluyendo esposas maltratadas y madres sobreprotectoras/abnegadas. Una Reyes Spíndola dando cátedra del manejo de la comedia, en un intento fallido y sui generis de striptease.

¿Para mal?

Una introducción demasiado lenta a la cotidianidad de los estelares. Un Alejandro Suárez que no “da el ancho”, fuera de tono, en el rol que se le asignó (su fársico personaje raya en algo tan poco creíble, tan ridículo, que trae a la memoria su participación en la sección “Mercado de lágrimas” dentro del programa La Carabina de Ambrosio). Un conjunto de actrices y actores desperdiciados o desdibujados en papeles de relleno.

Ahora bien, el ojo ripsteniano nunca deja de centrar su voyeurismo en lo que tanto le gusta: vidas sentenciadas por una eterna tragicomedia, lo cual hace muy peculiar la realidad de una nación parida entre parias; realidad ajena a la visión endulcorada que los poderes fácticos nos venden; realidad que se palpa y sufre en cada centímetro de las calles más excluidas de la bizarra capital mexicana; realidad que, en un primer momento, genera una risa ridícula entre la audiencia, pero que después puede provocarle una punzante e incómoda reflexión, más cuando notan que no es muy diferente a lo que sucede en sus familias.

Ripstein. Siempre Ripstein. Para bien y para mal.

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Autor Lado B
Jaime López Blanco
Reportero comunitario. Junkie del séptimo arte. Documentalista de guerrilla; dos veces finalista del Festival Internacional de la Imagen (FINI) de Pachuca, Hidalgo; en una de ellas, primer lugar en la categoría de Cortometraje Estudiantil. Constante aprendiz de periodista cultural. Sueña con que algún día las notas bonsai sean sustituidas por los textos de raíces profundas, amenos y reflexivos. Comunicólogo que aspira a no ser un escritor fugaz dentro del sobrepoblado firmamento de las letras.
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