La imagen se repite una y otra y otra vez, lo mismo en pendones que cuelgan de postes de luz, que en paraderos de autobuses, en vallas comerciales y espectaculares: el hombre sonríe, frente a él se adivina un interlocutor pero el encuadre es tal que no se distinguen detalles, un ciudadano/a sin rostro. En los medios de comunicación su foto ha llenado las primeras planas que acompañan a una entrevista en donde inexorablemente repite el discurso: se va de la alcaldía de la capital poblana dejando una ciudad que “ahora es mejor”, más que una despedida tras los tres años de gobierno, la campaña parece que busca implantar en los ciudadanos, a fuerza de repetición, los rasgos del hombre que se despide de la presidencia municipal con una sola certeza, según analistas y politólogos, para donde se mire, en la ciudad que el gobernó se ve primero la mano del gobernador Rafael Moreno Valle que la de Eduardo Rivera.
Una situación que politólogos tan disímbolos como Manuel Díaz Cid o César Cansino consideran como normal en el sistema político mexicano y en el poblano, especialmente cuando se trata de figuras que provienen del mismo partido político.
–La figura del gobernador –sostiene Díaz Cid, director de la escuela de Ciencias Políticas de la UPAEP y uno de los ideólogos de la derecha poblana– es una figura muy fuerte, es una figura que tiende por su propia naturaleza a opacar a quienes, especialmente en el terreno del poder, están cerca de él, sin embargo me parece que Eduardo supo manejar las cosas con sensatez, nunca llegó a una confrontación, una competencia entre los dos para ver quién podría hacer más cosas, y en donde Eduardo hubiera perdido sin duda alguna, sino que lo manejó como una situación en donde las manifestaciones de rivalidad, que las hubo, las hizo de lado para que esto no se volviera el tema central de su administración.
Para César Cancino, doctor en Ciencia Política, la capacidad de operación de los presidentes municipales con respecto al gobierno estatal está muy acotada, así sucedió con Mario Marín y Melquiades Morales, con Enrique Doger y Marín o con Blanca Alcalá y Marín (gobernantes emanados del mismo partidos), y aunque se trata de una constante política, esta se exacerbó en el trienio que concluye dada la capacidad concentradora del poder que Moreno Valle ha mostrado.
Para Germán Molina, doctor en derecho y rector del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla, la construcción de una alianza partidista en torno a la figura del gobernador apuntaló su figura por encima de otros candidatos que lograron un puesto de elección popular y centralizaron el poder en manos del mandatario, uno de los damnificados de esa concentración, apunta el académico, es Eduardo Rivera.
–Las acciones estuvieron dominadas por la administración del gobernador y se vio muy poco del estilo propio del presidente municipal, fue opacado por el gobernador. Es un poco difícil distinguir cuáles fueron las ideas propias de Eduardo Rivera y cuáles del gobernador, si al final de cuentas para muchos poblanos cada obra o proyecto salía de Casa Puebla más que del palacio o del cabildo municipal.
Interlocución política
La madrugada del 15 de septiembre de 2012 policías municipales y estatales cercaron el campamento que había instalado el movimiento #YoSoy132 en el zócalo de la ciudad con la intención de realizar una ceremonia alterna al tradicional grito de independencia. Por medio de la fuerza pública el gobierno de Eduardo Rivera desalojaba la plaza central de la ciudad, tras la detención los jóvenes fueron liberados sin que hubiera multa de por medio, la acción policial fue calificada por la Comisión de Derechos Humanos como una medida que violó los derechos humanos de los manifestantes.
A pesar de la situación, para Raúl Rodríguez Cruz, académico y consultor político, el saldo de los tres años de administración de Eduardo Rivera es positivo en lo político, pues desde su perspectiva hubo una interlocución con los grupos sociales que en algún momento manifestaron descontento.
–En términos generales me parece que bien, hubo claro inconformidades y manifestaciones, pero hubo un saldo positivo, no hubo episodios de fuerte inestabilidad dentro de la ciudad, lo mismo por provisión de servicios públicos o conflictos particularmente con ambulantes.
Y en su interlocución con el Congreso del estado, apunta Rodríguez Cruz, hubo también logros importantes como el sacar adelante las reformas para darle certeza jurídica a entidades como el Instituto Municipal de Planeación.
Lo mismo en el Cabildo, en donde de acuerdo con el politólogo, se logró una buena comunicación con los diferentes grupos políticos ahí representados, “con salvedades, no significó el acuerdo permanente pero las diferencias con el Revolucionario Institucional logró salir adelante”.
La gubernatura, pero antes el partido
Eduardo Rivera, apunta desde la UPAEP el ideólogo de la derecha poblana, antes de pensar en un puesto de elección popular en los próximos meses deberá pensar en la reconstrucción de su partido.
El PAN tiene en este momento, apunta Díaz Cid, “muchos problemas de liderazgo, un problema que se refleja en el desastre electoral de hace un año, en donde se pierde la presidencia de la República, estas dificultades que están teniendo para reorganizarse internamente y elegir al presidente de su partido, es decir es un partido que está como todos los partidos en la posmodernidad, sumido en medio de una crisis. Anda en su propio laberinto. Y en un escenario así la aparición de alguien que parece tener claro qué quiere y a dónde va, le da una posición, y es el caso de Eduardo, respecto de muchos otros que están ahí, arman mucha boruca pero no tienen una propuesta específica que les haga crecer”.
Por ello, sostiene uno de los fundadores junto con Ramón Plata Moreno, de El Yunque, Eduardo Rivera debe apostar por el trabajo partidista:
–¿Ve usted a Eduardo Rivera en un mayor trabajo al interior del partido que en un puesto de elección popular?
–En este momento sí, en este momento la gente que tiene un poco más de visión del futuro se tiene que apostar por sacar el partido, porque sin el partido los candidatos no van a ningún lado.
Dos elementos en contra
Que Eduardo Rivera aspira a la gubernatura ni duda cabe, no le quita el sueño, dijo hace unos días a reporteros, pero de que está en su ruta, lo está, según consignó el portal e-consulta tras una larga charla con el alcalde.
Pero antes deberá enfrentar varios escollos, y en ambos la relación y la negociación política con Moreno Valle será definitiva.
El primero, señala Germán Molina, será la aprobación de sus cuentas públicas, una de las herramientas de presión en donde el gobernador tiene una importante participación pues es la excontralora del gobierno del estado, Patricia Leal, quien encabeza la comisión Inspectora en el Congreso del estado.
— Tendrá que abocarse a otra posición política, a lo mejor una diputación federal o algo más que le permita aspirar al Senado, pero para gobernador el principal obstáculo que tiene es que el PAN está controlado por el Moreno Valle y a las corrientes del partido no se le ven fuerza para impulsarlo.
El segundo, lo delinea Elmer Ancona, director de Análisis Estratégico de la Información en la Coordinación de Comunicación Social en el ayuntamiento capitalino, en su columna Plegarias Políticas al hablar de los errores que cometió Rivera en su administración: “Tercer problema: por miedo, por temor, por no tener problemas mediáticos, cobijó al extremo a muchos de sus críticos sistémicos, a sus censores, que esperan el momento para ponerlo como tiro al blanco.”
EL PEPO