Lado B
Arte, educación y regeneración cultural
En las dos semanas previas, hemos estado planteando en esta columna la necesidad urgente de regeneración de la cultura de la muerte en que vivimos en el México del 2012, analizando dos dimensiones fundamentales, dos de los “vehículos de significación”, como los llama el filósofo canadiense Bernard Lonergan (1904-1984): los símbolos y el lenguaje.
Por Lado B @ladobemx
06 de noviembre, 2012
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Martín López Calva*

“El arte es la objetivación de un patrón puramente experiencial”

Susan K. Langer (citada por Lonergan en Filosofía de la Educación)

En las dos semanas previas, hemos estado planteando en esta columna la necesidad urgente de regeneración de la cultura de la muerte en que vivimos en el México del 2012, analizando dos dimensiones fundamentales, dos de los “vehículos de significación”, como los llama el filósofo canadiense Bernard Lonergan (1904-1984): los símbolos y el lenguaje.

Dada la relevancia del tema de la regeneración cultural, considero importante abordar en este espacio un tercer elemento o vehículo de significación que constituye otra dimensión educativa que sería necesario repensar y priorizar para contribuir desde las aulas de todos los niveles a reconstruir los significados y valores que determinan nuestros modos concretos de vivir, caminando desde  la cultura de la violencia, la intolerancia y la muerte que hoy nos domina hacia la construcción de una cultura de la paz, el respeto y la vida.

Este tercer vehículo de significación es el arte. Como dice el epígrafe de Susan K. Langer, “el arte es la objetivación de un patrón puramente experiencial”, es decir, es la creación de objetos que expresan la experiencia humana en la forma más inmediata posible. Es así que la creación artística no responde a un proceso racional, lógico, reflexionado y planificado con criterios prácticos, económicos, políticos, etc. sino a la necesidad expresiva que brota del mundo de sentimientos de un artista que quiere comunicar la riqueza connotativa de su mundo a los demás.

Debido a este carácter predominantemente experiencial, el arte de cada época y de cada sociedad, de cada región del mundo y de cada mundo personal y comunitario refleja con una gran profundidad e impacto la cultura que le da origen, es decir, el mundo de significados y valores del que brota la experiencia del artista que se convierte así en un comunicador o traductor de su época.

Las expresiones artísticas en efecto comunican o traducen en sonidos, colores, formas, texturas, espacios, volúmenes, narraciones, personajes, imágenes poéticas, etc. la vida de una parte de la humanidad en un momento determinado de la historia, vista a través del filtro subjetivo del creador, llámese pintor, arquitecto, poeta, músico, literato, escultor, fotógrafo o cineasta.

¿Qué dice el arte de hoy acerca de los significados y valores que sustentan nuestra vida cotidiana como país? ¿De qué manera expresan los artistas contemporáneos su experiencia y emociones hoy en día? ¿Qué tipo de expresiones artísticas tienen actualmente mayor difusión e impacto en el gran público?

Sin ser expertos en el tema de la producción artística, no resulta difícil aventurar la hipótesis de que la música, el cine, la literatura, la poesía, la arquitectura dominantes en la actualidad están mediadas por la experiencia de una sociedad individualista, competitiva, centrada en la apariencia, el poder y el dinero, promotora de experiencias efímeras y superficiales, incluso en muchos casos exaltadora de la violencia, la muerte y la intolerancia hacia los diferentes.

Porque las expresiones artísticas que apuestan a que un mundo distinto es posible no son bien vistas por quienes tienen el control de este mundo decadente que no les conviene cambiar. Porque la creación artística que apuesta por la profundidad y la esperanza en la humanización de la sociedad no es rentable ni “gusta a las masas”. Porque el arte que provoca sentimientos complejos que generan pensamiento, crítica, rebeldía ante el estatus quo es aún marginal y marginado de los espacios de difusión más amplios y poderosos.

Sin embargo el ciudadano del México de la violencia, el mexicano que día a día sale de su casa por la mañana sin saber si regresará, el hombre y la mujer comunes que se sienten cotidianamente amenazados por la extorsión, el robo, el abuso, la violencia y aún la muerte, necesitan de manera imperiosa de la experiencia estética que les diga que es posible “salvar a la humanidad, realizándola”, que les comunique “esperanza en tiempos de desesperanza”, que los invite a dinamizar “la fraternidad amante y la inteligencia consciente” que son “las fuerzas vivas de la humanidad” como afirma Edgar Morin.

Para que este tipo de arte regenerador de la cultura pueda tener impacto y ser acogido por una sociedad que lo necesita pero no lo aprecia lo suficiente, es necesaria la educación estética, el cultivo de la sensibilidad artística de las futuras generaciones, el trabajo con la inteligencia emocional de los educandos en su vertiente de apreciación y creación de belleza.

Este es otro de los grandes desafíos, de los enormes pendientes que tiene nuestro sistema educativo, nuestra organización escolar aún sustentada en los valores racionalistas del positivismo que dio origen a nuestro artículo 3º constitucional y a nuestra visión de las finalidades sociales de la escuela.

Porque desafortunadamente el arte está presente de manera muy escasa en la vida escolar y universitaria y la educación artística sigue siendo relegada como un espacio “de relleno” en el currículo escolar con lo que se sigue dejando al duopolio televisivo, a la radio y al cine comerciales, la educación estética de nuestros niños y jóvenes, reforzando la distorsión cultural en la que nos encontramos sumidos.

De manera que como afirmo en un artículo sobre el tema de la educación de la libertad, “…es necesaria toda una “revolución artística” en el ámbito educativo, que inicie con la revaloración del arte como un medio didáctico privilegiado porque comunica una multiplicidad de valores y significados compactos en un producto expresivo, porque implica un mensaje intelectual pero sobre todo una carga afectiva y porque habla de la dimensión poética de la vida humana, de la búsqueda humana de plenitud”.

Esta revolución artística en la educación que se oriente hacia el desarrollo de la sensibilidad estética de los educandos a partir de la expresión creativa de su propia experiencia y la exposición inteligente como espectadores a la expresión de la experiencia de los grandes artistas de todos los tiempos, sería otro de los caminos a emprender para apuntar hacia la regeneración de esta cultura que está degenerando, para contribuir desde la escuela a la construcción de nuevos significados y valores que nos guíen como sociedad hacia  modos de vida más respetuosos, tolerantes, pacíficos y amorosos, hacia una nueva cultura humanizante que nos permita comprender cabalmente la expresión del poeta Luis Rius: “No se puede vivir como si la belleza no existiera» y a partir de esta comprensión, aprender a redescubrir diariamente la belleza y el valor de la vida.

*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Ha hecho dos estancias postdoctorales como Lonergan Fellow en el Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado dieciocho libros, cuarenta artículos y siete capítulos de libros. Actualmente es académico de tiempo completo en el doctorado en Pedagogía de la UPAEP. Fue coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla (2007-2012) donde trabajó como académico de tiempo completo de 1988 a 2012 y sigue participando como tutor en el doctorado interinstitucional en Educación. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores que actualmente preside (2011-2014), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación y de la International Network of Philosophers of Education. Trabaja en las líneas de filosofía humanista y Educación, Ética profesional y “Sujetos y procesos educativos”.

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