Camilo Useche*

Cuando Sabina Spielrein es enviada a Suiza, al prestigioso hospital psiquiátrico de Burghölzli, para tratar lo que su padre consideraba una crisis psicótica aguda, no pensó nunca que terminaría siendo parte de uno de los episodios más interesantes en la historia del psicoanálisis.  Allí sería tratada por el doctor Carl Gustav Jung, quien estaba innovando con nuevas técnicas psicoanalíticas para curar la histeria. No solo la curaría, también se convertiría posteriormente en su amante y mentor, hasta ver a aquella paciente rusa convertida en una de las psicoanalistas más importantes de la Unión Soviética. Quizás tampoco sabría que estaría en medio de uno de los debates teóricos del siglo XX entre Freud y su médico y maestro Jung.

Era de esperar que  un director como David Cronenberg, artífice de dos perturbadoras películas como “promesas sobre el Este” (2005) y “Una historia de violencia” (2007) quisiera develar, con absoluta maestría, la relación de estos tres personajes y crear una fábula sobre el inconsciente y los impulsos humanos digna de un clásico. Bajo un fabuloso guión de Christopher Hamptong, basado en la novela de John Kerr, la película se centra en la relación y ruptura teórica de Jung con el ya veterano Freud, a partir de la llegada de Sabina a su consulta médica. La estructura narrativa está tan bien elaborada que escena tras escena vamos viendo, a través de las epístolas o de los encuentros entre estos dos maestros, las contradicciones de sus propias teorías y el distanciamiento de su amistad producto del orgullo y de posturas irreconciliables en la manera en que se debía desarrollar el psicoanálisis en el futuro.

El miedo a contradecir al maestro, a romper los principios morales convirtiendo a su paciente y alumna en su amante, la angustia por la incomprensión de sus propios impulsos, todo, todo se ve reflejado en el rostro de Michael Fassbender (Jung), una genial actuación que complementa el sobrio Viggo Mortensen, imaginando a un Freud Prepotente y paternalista. Quizás sólo la exagerada actuación de Keira Knightley en la primera parte de la película con una dosis exagerada de histeria y muecas que a veces llegan al desespero, podría languidecer algunas escenas. Hasta el efímero papel de Vincent Cassel, caracterizando a un Otto Gross adicto al sexo y a la cocaína (quizás como el mismo Freud) tienen fuerza y gracia en esta historia tremendamente narrada. Al final parece que todo está contenido en esta película, desde los sueños más retorcidos que tenemos en el inconsciente, hasta nuestro miedo a enfrentarnos con los impulsos más primitivos. Sin lugar a dudas, una de las mejores películas del 2011, y una lección cinematográfica para la posteridad.

Un método peligroso

Dirección: David Cronenberg

Guión: Christopher Hampton (screenplay), John Kerr

Intérpretes: Michael Fassbender, Keira Knightley  y Viggo Mortensen

Género: Drama.

País: Reino Unido, Alemania, Canadá, Suiza, 2011

Duración: 99 minutos.

*Candidato a Doctor en Historia por I’ Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris. Maestro en Relaciones Internacionales y Estudios Latinoamericanos UAM, Madrid. Historiador y sociólogo por la Pontificia Universidad Javeriana y por la Universidad Nacional de Colombia.

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