Lado B
Una nueva escuela para una nueva realidad
Por Espacio Ibero @
08 de julio, 2021
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Mtro. Omar Gutiérrez Peral

Hace poco, mientras asistía a un evento sobre el futuro de las universidades, escuché algo que llamó mi atención. En la conversación, se usaba el término nueva realidad como alternativa a la expresión nueva normalidad. Quien lo proponía argumentaba que no se trata de volver atrás, sino de construir una nueva realidad que responda a los desafíos de hoy y el futuro próximo.

Ilustro con una imagen la interpretación sobre la diferencia entre nueva normalidad y nueva realidad en el ámbito escolar que vino a mi mente en ese momento. En el primer caso, un aula en la que un docente discurre sobre un tópico específico mientras sus estudiantes escuchan pasivamente… con cubrebocas; en el segundo caso, una clase en la que ocurren en simultáneo varias escenas: aquí un estudiante (o algunos de ellos y ellas) trabaja(n) de manera individual recuperando información desde su(s) dispositivo(s) personal(es), allí un grupo planea y experimenta, allá una estudiante, a través de videoconferencia, expone sus ideas a un especialista invitado.

Las lecciones aprendidas en los últimos meses nos convocan a darnos cuenta de que podemos, y debemos, repensar el modo en que hemos estado haciendo las cosas. Tenemos una oportunidad única para encaminarnos hacia una nueva escuela, caracterizada por su permeabilidad, flexibilidad y pluralidad. Y es que ya existen, desde hace mucho, propuestas que apuntan hacia la innovación en los procesos educativos en ese sentido y que, en este momento, podrían orientar nuestras iniciativas. Como ejemplo de ello, recupero la noción de ecología de aprendizaje que plantea el español Cesar Coll, sosteniendo que la escuela debería ensayar formas para personalizar las trayectorias de aprendizaje y promover la diversificación de escenarios. El propio autor lo formula de un modo muy elocuente con la frase: “aprender a lo largo y ancho de la vida”.

Apoyado en las ideas de Coll, imagino nuestras escuelas como ecosistemas de aprendizaje y desde ahí exploro las que considero como principales características de la nueva escuela:

  1. Si los aprendizajes ocurren “a lo ancho de la vida”, requerimos construir una escuela cuyos límites sean reconocibles, pero al mismo tiempo porosos, esto es, que brinden la oportunidad a sus estudiantes de transitar por trayectorias escolares claras sin cerrarse a su exterior. Un ecosistema de aprendizaje con estas características invitará a la realidad a entrar a la escuela o, incluso mejor, hará de la realidad parte de la escuela misma. Para ello, incluirá herramientas y estrategias que promuevan y faciliten el diálogo y la generación de conexiones entre personas en los ámbitos intra y extra escolar.
  2. Una escuela que adopte la forma de ecosistema de aprendizaje deberá ser capaz de ofrecer a los estudiantes rutas alternativas para satisfacer sus necesidades de formación, articulando modalidades diversas (presencial, en línea, híbrida), ofreciendo herramientas para la libre participación, creación y colaboración; favoreciendo la autonomía, modificando sus estructuras curriculares para desprenderse de la estandarización en la formación, y hasta reconfigurando su arquitectura. Sobre este último aspecto, Hugo Pardo y Cristóbal Cobo en su libro Expandir la universidad más allá de la enseñanza remota de emergencia, formulan una propuesta radical que apuesta por la conformación de escuelas LEGO, espacios adaptables y propensos a ser adaptados.
  3. Si al referirme a la flexibilidad he puesto el acento sobre la autonomía, al centrar mi atención en la pluralidad, hago énfasis en la diversidad. En efecto, los ecosistemas de aprendizaje celebran la diversidad, pues al brindar condiciones para que cada estudiante atienda sus intereses y necesidades, se abren a distintos enfoques, prácticas, ritmos, incluso momentos, como nos obliga a advertir César Coll, cuando señala que se aprende “a lo largo la vida”.

Pero en la atención a la diversidad, la escuela que imagino no olvida el actuar comunitario. Sostengo que se puede armonizar la expresión personal con la construcción de comunidad a través de experiencias vinculantes en las que las inteligencias individuales sean convocadas (sin imposición de por medio) en torno a problemáticas comunes o intereses afines, a partir del diálogo constante con la realidad.

Al preferir la construcción de una nueva realidad sobre la adopción de estrategias para ajustarnos a una nueva normalidad, encontramos frente a nosotros la posibilidad de reconfigurar la escuela y convertirla en un espacio que ofrezca vastas y fascinantes experiencias de aprendizaje, ¿por dónde seguir la conversación?

Seguramente habrá diversas opiniones y celebro que sea así. Después de todo, se trata de no volver atrás ¿cierto? Los meses que vienen nos invitan a impulsar un cambio profundo. ¿Nos animamos a construir entre todos una nueva escuela?

*Foto de portada: Julia M Cameron | Pexels

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