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En Perú «se enfrentaron la pobreza estructural y el neoliberalismo»
Este lunes, el jurado electoral proclamó a Pedro Castillo presidente del Perú, tras el rechazo de las impugnaciones del fujimorismo. En una conversación con Pie de Página, Roberto Sánchez Palomino, diputado electo y vocero de la bancada de Juntos por el Perú (la coalición de izquierdas que fue derrotada por un humilde profesor) desmenuza el rol de los movimientos progresistas para conseguir la gobernabilidad en la región, frente a un sistema partidista que se hunde
Por Pie de Página @PdPagina
20 de julio, 2021
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Daniela Pastrana y Ernesto Ledesma

CIUDAD DE MÉXICO.- Es la explosión popular de los ninguneados. Después de tener a cuatro presidentes distintos en cinco años, de que seis de los últimos siete mandatarios han terminado en prisión preventiva o en comparecencia restringida, y de ser el país con más mortalidad por COVID-19 del planeta, Perú fue a las urnas y en segunda vuelta eligió a un profesor humilde, quechuhablante, mal orador, proveniente del movimiento magisterial, que usa sombrero, poncho y caballo.

Pedro Castillo Terrones irrumpió en el tablero político peruano, desbancó al fujimorismo, representado en la hija del expresidente más recordado de la historia reciente, desplazó a los partidos de izquierda y sacó del juego al “Partido del Pueblo”, creado hace 100 años como un movimiento antiimperialista.

“Es un fenómeno cultura y social, la explosión popular de los ninguneados, que en 10 días irrumpió como un actor que ha modificado todo el panorama político. Izquierda y derecha sufren de esta fragmentación del sistema de partidos”, dice Roberto Sánchez Palomino, congresista electo y presidente de Juntos por el Perú, la coalición de izquierdas derrotada por Castillo en la primera vuelta.

Sánchez Palomino conversa con Pie de Página en una visita de dos días a México, donde se encuentra con las dirigencias de Morena y del Partido del Trabajo. Hablamos de la crisis del sistema de partidos, de la pandemia, de la fractura social que ha dejado el neoliberalismo y de los retos para los movimientos progresistas.

Cuenta del terremoto que cimbró a la coalición de izquierda que preside en abril pasado, cuando Pedro Castillo sorprendió a todos al ganar la primera vuelta electoral:

“La elección fue el domingo. El miércoles anterior dije: ‘algo raro pasa’. Llamé a todas mis regiones, converse y converse y converse y converse. Y al final dijimos: ‘Pedro va a ganar’”, recuerda.

“Nuestros comités políticos, compañeros de la academia, doctorcitos y doctorcitas, politólogos que entienden al establishment, decían: ‘Ya estamos en segunda vuelta, este es ave de mal agüero’… ¿y qué pasó? ¡Dos días más de campaña y nos desaparecen a todos! Nosotros hemos arañado el escaño número cinco para no perder la inscripción. Hemos obtenido un millón 100 mil votos (de 14.4 millones) ¿Derrota? Sí, es una derrota política, porque no se tuvo la sintonía con el pueblo, siendo nosotros”.

El problema de la izquierda (se refiere a la de Perú, pero puede ser cualquiera) es que ha abandonado el movimiento popular, sentencia. “O es muy urbana o está mirándose al ombligo”.

Desde 1985, con el líder histórico de la izquierda peruana Alfonso Augusto Barrales, la izquierda peruana no han tenido otra oportunidad como la que tiene ahora para capitalizar y acompañar un movimiento popular.

“La gente llega en Lima a dormir en la calle a defender a su presidente”.

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Incendiar la pradera

Pasada la primera vuelta, los movimientos progresistas se unieron para crear el Frente Nacional por la Democracia y la Gobernabilidad, y apoyaron a Pedro Castillo para la segunda vuelta.

“El movimiento popular y social es el que ahora debe decir sus palabras, ¿no? Las regiones, organizaciones de base popular como los ronderos, que son una suerte de brigada de campesinos que se organiza para defender sus animales ante el abigeato, el robo y otros delitos menores, y ante un sistema policial que no tiene presencia ni legitimidad. Los ronderos son una garantía de seguridad ciudadana, de respeto público, y hoy toditos se han expresado. Entonces, creemos que sí hay necesidad de una gran coalición democrática que el profesor está haciendo ahora en todos los sectores, evidentemente los democráticos, no comprometidos en hechos de corrupción y que sí están priorizando la agenda social como relevante”.

En la segunda vuelta, Pedro Castillo se impuso a Keiko Fujimori por 42 mil votos. Keiko es hija del expresidente Alberto Fujimori, ha sido candidata tres veces y representa a la ultraderecha en Perú.

El fujimorismo impugnó las elecciones, pero la corte rechazó las impugnaciones, por lo que este lunes, el Jurado Nacional Electoral proclamó el triunfo de Castillo y de Dina Boluarte, quien será vicepresidenta. En los días previos, los sectores sociales de Perú permanecían en alerta, ante el rechazo de Fujimori y otros personajes políticos, como el escritor Mario Vargas Llosa, a reconocer los resultados. Finalmente anoche Fujimori aceptó la derrota, pero hay parlamentarios que se oponen a discutir que la Constitución debe replantearse.

— ¿Sigue latente el intento de Golpe?

— Lo que hay es una insistencia en un relato que no es mayoritario, porque la OEA ya ha dicho que el proceso electoral ha sido correcto, también la Unión Europea, el Departamento de Estado de Estados Unidos y más de ocho delegaciones de veedores del proceso electoral han dicho que aquí no hay fraude, que hay un proceso transparente, pulcro y democrático. Pero sí ha habido un ánimo golpista: que militares en retiro hagan un documento y toquen las puertas de las Fuerzas Armadas en actividad es grave; que el Congreso de la República, que está feneciendo ya, no tiene legitimidad, intente una agenda extraordinaria inconstitucional para reponer el tribunal constitucional, donde además se iba a discutir la validez de este proceso, es grave.

— Lo del Ejército no es un tema menor…

— Las Fuerzas Armadas se han expresado institucionalmente, rechazando la acción de los generales en retiro, que exigían un Golpe de Estado. Y han hecho un pronunciamiento donde no se identifican como fuerzas beligerantes y dicen que son la garantía de la democracia en el país. Eso ha sido muy positivo porque ha dado una dosis más de estabilidad, en medio del ruido por una campaña mediática que se inventa también a veces fantasmas, porque el terrorismo ya fue derrotado en el Perú.

— El presidente rechazó esta invitación de los exmilitares…

— Sí, muchas entidades en el país tuvieron que salir, la propia Iglesia. Es que era grave. Y en un contexto en el que hoy, la derecha también está movilizada. Ha aprendido, ¿no? Entonces, se ha evitado el enfrentamiento, pero la provocación es querer incendiar la pradera.

— ¿Y el sector empresarial?

— El profesor armó un equipo económico que ha sostenido diálogos continuos con sectores organizados del empresariado y ha llegado a lineamientos importantes de seguridad jurídica, de estabilidad macroeconómica. Y creo que eso está por afianzarse. Habrá preocupación, ciertamente, de sectores que bajo ningún concepto el país podría… por ejemplo, no podemos seguir pagando el gas más caro de América Latina cuando tenemos la tercera reserva más importante de la región. Es increíble, pero la salud no es derecho constitucional en el Perú. La educación tampoco…

El jurado electoral proclamó a Pedro Castillo presidente del Perú, tras el rechazo de las impugnaciones del fujimorismo

Foto: Duilio Rodríguez | Pie de Página

Lo peor de la sociedad

Pedro Castillo nació en Cajamarca, una de las regiones más ricas del Perú, por la minería, pero que, paradójicamente, es una de las regiones con más pobreza en la población. La escuela de Puña, la comunidad rural en la que creció, no tenía energía eléctrica, agua potable, ni drenaje.

Después de la secundaria, Castillo se fue a Lima a trabajar, sobrevivió limpiando la basura de los hoteles.  Y al terminar la carrera como maestro regresó a su pueblo a dar clases en la misma escuela que seguía sin luz, ni agua, ni alcantarillado. Ni como docente ni como director logró ver que la escuela en la que estudió tuviera los servicios.

“Es viene de la precariedad y ha sufrido una campaña atroz que puso en evidencia la discriminación que tiene la sociedad peruana”, dice Sánchez Palomino.

“Su habla no es castellanizada perfecto, en el sentido de ser quechuahablante. La u suena o, en el quechu no hay i, quiero es quero. Y para sustantivos de género se usan artículos. Entonces en el lenguaje urbano es: ‘ese cholo no sabe hablar’. En esos términos se hace presente la sociedad peruana en lo peor: ha habido miles de paneles luminosos por todo Lima, que no se sabía quiénes los habían contratado, acusándolo de terrorista, no al comunismo… aplastante. Hubo un candidato que exhortó a matar al profesor. Pero ni esa campaña, ni los medios concentrados, que es un oligopolio, pudieron detenerlo”.

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*Foto de portada: Duilio Rodríguez

 

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