Lado B
Tiempo para encontrarnos, para re-encontrarnos, para fermentar: retos de la academia (también) en tiempos de pandemia
Por Espacio Ibero @
17 de junio, 2021
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Dra. Amaranta Cornejo Hernández

El año pasado, el Departamento de Sociedad y Cultura del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) lanzó la convocatoria para publicar el libro Transformación de los procesos de educación superior y de posgrado: Innovación en tiempos de Pandemia (TIC Y Educación), el cual sería editado por el mismo Ecosur y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Este año, Abraham Mena, Sergio Navarro, Dora Ramos, Antonio Saldívar, integrantes del Ecosur y la Universidad Veracruzana, organizaron un seminario para debatir en torno a ese libro.

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La propuesta de realizar un seminario que comparte el título con el libro, abre la posibilidad de hacer de esa publicación un motivo para encontrarnos entre quienes han escrito en el libro, quienes nos dedicamos a la docencia e investigación en el nivel superior, y a quienes les interesa reflexionar en torno a los procesos educativos y de investigación durante la pandemia en Latinoamérica.

Esta iniciativa me recuerda a las comunidades lectoras señaladas por Marina Garcés en su libro Común sin ismo, donde “la lectura expone el nosotros a una experiencia de complicidad que no depende de ninguna comunidad preexistente, identificable o representable. (…) Cada libro abre un mundo de afectos, dentro y fuera de él, de ideas que conectan con otros, etc., desencajando los mapas identitarios, políticos, afectivos, ideológicos, estéticos, lingüísticos …”. (5) Es así que el Seminario convocado desde Ecosur y la UV nos ha llevado en sus dos primeras sesiones a resonar desde la palabra de quienes participamos.

De la primera sesión con Estela Quinar, del Instituto de Pensamiento y Cultura de América Latina (Ipecal) retomo la diferenciación que hizo entre las formas de pensamiento analógico y digital. El segundo se caracteriza por un lenguaje y construcción cognitiva especializada y codificada, que nos lleva a una dinámica de algoritmización. Esto contrasta con el pensamiento analógico en tanto nos lleva a ritmos y dinámicas para procesar y construir el conocimiento que escapa a la algoritmización. Desde mi experiencia como docente e investigadora, reconozco que la mudanza a los entornos digitales que nos ha impuesto la pandemia abre la posibilidad de hackear ese pensamiento digital, es decir, volver al código fuente que nos permita fermentar las ideas lejos de lo que Salvador Alcántar llama la mente de mono, tan propia de los ritmos de los entornos digitales.

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Con las reflexiones de Estela Quintar resonándome, preparé mi participación para la sesión del seminario el pasado 10 de junio. Aquí retomaré sólo una de las reflexiones que compartí aquel día: la precarización laboral a la que nos enfrentamos quienes laboramos en las instituciones de educación superior y centros de investigación.

Esta situación, sabemos, se relaciona con las condiciones materiales bajo las cuales realizamos nuestro trabajo de forma cotidiana. Un rasgo de esta precariedad es la flexibilidad laboral, que en términos concretos implica, por un lado, una diversificación de funciones, generando más trabajo; y por el otro lado, implica modificación a las condiciones laborales, las cuales durante la pandemia defendimos casi instintivamente luego de meses de sobresalto al ver cómo las plataformas de mensajería instantánea estaban activas mucho más allá de nuestros horarios laborales. Entre las personas y las instituciones estamos revirtiendo esta dinámica que, una vez más, genera ciertas prácticas en entornos digitales: la inmediatez y disponibilidad permanente.

La precariedad laboral en los ámbitos académicos es algo que urge atender de forma colectiva, pues la sobrecarga de trabajo que genera la diversificación se arropa con una narrativa de prestigio: quien más trabaja, más produce, más gana… sin embargo, también más se desgasta. La dinámica de sobre-exigencia en la productividad académica llega al punto de ser considerada un imperativo moral, el cual es analizado por Alain Basail en el libro Academia asediadas, y es nombrado como moralidad neoliberal por Wendy Brown.

Así, es imperativo revisar tanto nuestras condiciones laborales, como los imaginarios que sostienen nuestras propias prácticas. Por un lado, está la apuesta hecha desde ciertos feminismos que nos invitan a poner la vida en el centro, es decir, organizarnos fuera de la moralidad neoliberal que maximiza nuestra energía vital, para dar paso al desborde de nuestras vidas a partir de dedicar y nutrir las otras dimensiones más allá del trabajo remunerado. Por otro lado, estaría el manifiesto “Slow Science”, el cual nos invita a la sociedad toda a reconocer que la ciencia y la generación de conocimiento necesitan tiempo. En forma de bucle regreso a esa posibilidad de fermentar ideas, reflexiones, sentipensares que implica la desalgoritmización a la que nos invita a asomarnos Estela Quintar.

Cierro mi colaboración invitándoles a quienes lean esto a que escuchen la tercera sesión del Seminario que provocó este texto, bastará con que se registren para darse la oportunidad de escuchar a Gunther Dietz de la UV.

*Foto de portada: Vlada Karpovich | Pexels

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