Lado B
Kiki House of Marikha: ¡Detén tu pose ahí!
Desde hace dos años, las personas que conforman esta casa de la escena ballroom se han reapropiado del espacio público; incluso con las miradas y los insultos que han recibido durante sus prácticas públicas se niegan a regresar a vivir su identidad de manera privada
Por Fernando Merino Noriega @FerMerinoN
11 de marzo, 2021
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La música suena en el parque Federico Escobedo, en El Carmen, y nueve personas comienzan a alinearse mientras se animan entre sí para comenzar con su práctica de vogue y runway: bailes caracterizados por la contorsión, poses, dips (caídas al suelo), movimientos de las manos y por ser una forma de protesta artística que surgió desde las comunidades LGBT+ negras y latinas, que han sido violentadas a lo largo de la historia reciente.

Algunas personas empiezan a moverse al ritmo que alguien marca con su lírica a través del micrófono (conocido como chanting), con la música de fondo, mientras quienes transitan por ahí miran con curiosidad qué es lo que está pasando y se acercan para ver con mayor detalle. Ya con confianza, y arropadas por los ánimos que otras, otros y otres participantes les dan, empiezan a dar una muestra de lo que saben hacer, aunque también se integran otras personas que nunca han tenido un acercamiento con la disciplina, pero que tienen la intención de experimentar. 

Cuando llega el momento de bailar de otra persona, lo cual se intuye por el chanting, gritan casi al unísono: “¡uno, dos, tres: detén tu pose ahí!”.  Estas prácticas se realizan desde hace dos años por quienes integran Kiki House of Marikha 一la primera casa de cultura ballroom en Puebla一 con el principal objetivo de reapropiarse del espacio público, pues durante muchos años han sido encapsulados en espacios privados

Jesse, madre de la casa, explica a LADO B que la escena ballroom tiene dos corrientes: la mainstream, que se enfoca en las competencias de baile, vestuario, drag y pasarela entre casas, y la escena kiki, a la que pertenecen, en la que también se compite en las mismas categorías del mainstream, pero que está relacionada de forma intrínseca con el activismo 一o artivismo, como también lo llama Jesse, porque su esencia radica en el arte一, pues desde Kiki House of Marikha han apoyado movilizaciones como la toma pacífica del Congreso el año pasado o las marchas del 8 de marzo. 

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Como antecedente, la disciplina del ballroom tuvo su origen en Harlem, Nueva York. Ahora que lleva dos años en Puebla, quienes integran la casa lo han tropicalizado con ayuda de personas como Franka Polari, quien consolidó la escena del ballroom en México. En el caso de las tres competencias que han organizado han abordado la estética barroca y religiosa que predomina en Puebla, pues lo que buscan es “hacer una escena ballroom que hable de nosotres como personas, como artistas y como vogueras”.

Habitar primero el cuerpo, y después el espacio público

Foto: Marlene Martínez

Kiki House of Marikha está conformado por múltiples identidades, una de ellas es Jesse, quien se identifica como una persona no binaria. Al ser bailarín se dio cuenta que ciertos espacios en el arte, principalmente la danza, solo están ocupados por personas cisgénero o heterosexuales, y las personas que no entran en esas lecturas son segregadas y no se les deja crear en esos espacios; ha sido a través del vogue que ha decidido conformar un espacio seguro para las personas que le rodean pues es aquí dónde cada persona puede moverse y bailar de la forma que desee.

Asimismo, a las personas pertenecientes al colectivo LGBT+ no solo se les niega la libertad de expresarse como quieran en los espacios públicos y dedicados al arte, ya que la sociedad patriarcal les impide también, muchas veces, habitar incluso su propio cuerpo, limitando su forma de vestir, expresarse y, sobre todo, de reconocerse, pues durante muchos años se  les obligó a comportarse como el resto de la sociedad y expresar lo que son en espacios privados

Eso ha cambiado porque las personas de las disidencias sexuales一como también se nombran一 se han reapropiado de su cuerpo y se niegan a permanecer un día más en la oscuridad, agrega Jesse. 

“El primer espacio que comencé a habitar fue mi cuerpo; el segundo, fue el espacio público al que las disidencias [sexuales y de identidad] tienen mucho miedo, porque en un espacio público es muy fácil recibir violencia. Una forma de empoderarme y salir sin miedo y ocupar un espacio en la calle fue a través de la danza [principalmente del vogue] que me ha dado la oportunidad de crear un espacio seguro y construirlo con otres; aquí seguimos trabajando,  resistiendo, compartiendo y habitando”, destaca.

Por otro lado, Juano, quien se identifica como joto 一como una forma política de resignificar ese concepto que durante años se ha utilizado para insultar a las personas homosexuales一 refiere que en Puebla los espacios LBGT+ han sido muy limitados desde que se empezó “el famoso ambiente”, ya que en estos lugares muchas veces se reprodujo el discurso en contra de lo afeminado, travesti o drag por “manchar la imagen de la comunidad, porque los hombres homosexuales [tenían que ] ser masculinos”.

De esta forma, el moverse de una forma considerada por la mayoría de la sociedad como “femenina” le impidió en muchas ocasiones bailar y desenvolverse como él quería, y al asumir su sexualidad desde su adolescencia: Juano decidió que debía mantenerse masculino, no porque él quisiera sino por el temor de que no lo iban a aceptar por su feminidad, que él sabía que estaba dentro de él. Al llegar a Kiki House of Marikha hace dos años, y ahora con 30 años, también empezó a habitar su cuerpo de la forma que le había sido negada. 

“El descubrir esta agrupación me permitió explorar no solo mi sexualidad sino mi identidad, cómo me presento. El hecho de que yo me identifico como un joto es porque me estoy reapropiando de lo que soy: no soy un hombre gay, soy joto o jota y yo puedo presentarme como yo quiera”, comenta a LADO B

Algo que Juano destaca es que a pesar de que el vogue tiene pasos específicos y toda una serie de reglas, al menos en las competencias, se ha sentido con la libertad de bailar, y aunque a veces no le salgan los pasos, él no se desanima pues sus amigues lo impulsan a seguir bailando y afirma: “como tal el vogue a mí lo que me permite es apropiarme de mi cuerpo”, narra. 

Así también, Tesla, integrante de la casa, comparte que ha concluido su proceso de transición y ahora se reconoce como una persona no binaria. Destaca que es “muy pertinente [empezar] a sacar a la luz [la  identidad con la que cada persona se percibe] porque el estar en un parque, como me vivo el día a día, es como la gente se va a dar cuenta que existo, hay mucha transfobia por el hecho de no conocer a personas trans o no binarias”.

La lucha interseccional en contra del patriarcado

Foto: Marlene Martínez

Las violencias hacia las disidencias sexuales y de identidad no iniciaron en el momento en el que las personas que integran Kiki House of Marikha decidieron hacer prácticas en el espacio público, sino desde la infancia y el crecimiento, refiere Jesse, pues la segregación empieza “desde cómo expresas tu identidad en la escuela, en el ambiente familiar (…)  el espacio institucional y en la vida cotidiana”.

Jesse, por ejemplo, se ha enfrentado a discriminación por parte de la policía por ir en la calle de la mano con su novio, pues en muchas ocasiones le han dicho que no puede “estar ahí porque hay niños [y niñas]”. Este ha sido el principal argumento que se emplea para violentar sus derechos, pero en el apoyo de sus amigues ha encontrado la fuerza para cambiar la realidad con el activismo en Kiki House of Marikha.

“Eso es lo principal que hemos vivido en la Kiki y en las sesiones públicas: sí se ha vivido muchísima violencia pero intentamos hacer mucho más énfasis en todo lo que estamos construyendo, y tener claro lo que sucede en cuanto a la violencia, pero también procurar saber cómo enfrentarlo para que no nos cause algún daño”, comenta.

Con las recientes manifestaciones por el 8 de marzo, Tesla destaca que es muy importante crear vínculos para crecer e ir en contra del cistema 一que limita la identidad sexual sólo a lo femenino y masculino一 . Pero apunta que no están “en una guerra [entre los diferentes movimientos sociales como el LGBT+ y el feminista sino] en una lucha, y esa lucha es para que nosotres seamos visibilizades, respetades y que tengamos un lugar dentro de nuestro propio estado”.

Agrega que con la aprobación de la Ley Agnes se ha logrado un gran avance en Puebla, pues se reconoce la existencia jurídica de las personas trans; una lucha que acompañaron desde la toma pacífica del Congreso con colectivas feministas como Coatlicue Siempre Viva, REDefine, Grupo Trasgénero de Puebla y la Cordinadora feminista de Puebla, aunque es una lucha que comenzó hace muchos años antes. 

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“El que nosotres estemos en este espacio ya es irrumpir (…) nos han tocado miradas y, más allá de miradas, también mucha violencia y acoso. Yo he vivido, antes de la pandemia, cuando podíamos salir a la calle diariamente, el acoso muy cercano: personas que te seguían, que te gritaban en las calles; pero creo que el estar con nuestros amigues nos hace estar en un espacio seguro”, cuenta Tesla.

Foto: Marlene Martínez

De esta manera, la lucha contra el patriarcado continúa desde su trinchera: el Zócalo, el Parque del Carmen o el Federico Escobedo, así como los lugares donde arman clases para invitar a otras personas a reapropiarse de su cuerpo, a bailar sin ninguna limitación: “a dejarlo todo en la pista”, como muchas de las personas de Kiki House of Marikha dicen. La alegría y el baile también son un posicionamiento político ante la homo-bi-lesbo-transfobia que aún persiste en el mundo.

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“[Voguear te hace sentir] mucha alegría; es soltar. Una de mis mentoras, Franka, siempre decía que en cada [dip] hay una lágrima, una sonrisa, un enojo y una vivencia, y cuando estamos bailando dejamos todo en la pista, todos nuestros traumas como personas trans [no binarias, gays, lesbianas, bisexuales], toda nuestra ira de cuando nos han violentado, toda nuestra euforia. Para mi es liberarse de todas las formas posibles”, concluye Tesla.  

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Autor Lado B
Fernando Merino Noriega
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