Marco Antonio Avilés Hurtado (Perú, 1978) además de ser periodista y escritor, es cholo e inmigrante, así lo dice él mismo en su biografía. Este hombre nacido en Abancay, una ciudad ubicada al centro-sur de Perú, actualmente vive en Maine, Estados Unidos, junto a su esposa y su mejor amigo: un perro calato peruano.
De cabello negro ondulado, lentes de marco negro, Avilés Hurtado tiene un lunar marrón oscuro a la altura de su pómulo izquierdo, su voz es tenue, pero grave al momento de poner énfasis en lo que dice. Así lo he visto y escuchado en las charlas y conversatorios que ha brindado en Lima.
Avilés Hurtado dirigió las revistas Etiqueta Negra, considerada una escuela de crónicas y perfiles en América Latina, y Cometa, un proyecto que busca contradecir el calendario y darle la contra a la hegemonía del orden de los medios.
La primera entrega de Cometa incluyó un reportaje con más de 70 páginas y 30 fotografías y a la segunda se le denominó “el primer periódico hecho en cómic de la galaxia”.
Avilés publicó el ebook Un meteorito en el fin del mundo (2012), y los libros: Días de visita, sobre la vida íntima en el penal de mujeres de Lima (2012); De dónde venimos los cholos (2016); y No soy tu cholo (2017). También incursionó en el podcast con Radio Ambulante y en Duolingo Podcast.
De dónde venimos los cholos fue considerado por The New York Times como uno de los libros que marcó el 2016. El interés de Marco Antonio por escribir sobre estos temas no es por una decisión al azar, o quizá sí, porque él también las ha vivido.
Distintas Latitudes conversó él para conocer un poco más sobre su vida con Piji; sobre ser cholos, cholas o cholazos en Perú y otras regiones. Añañaú.*
¿Cómo nació tu interés por los temas indígenas, discriminación, racismo y migración?
Ha sido un camino lento que comenzó cuando empecé a contemplar mi propia biografía con la misma curiosidad con la que, como periodista, examinaba las vidas de otras personas. En mi vida hay capítulos que están unidos de una manera íntima a los procesos sociales que los medios de comunicación suelen narrar de manera distante, como esas tragedias que afectan a los “otros” del país: por ejemplo, la migración del campo a la ciudad, la formación de pueblos jóvenes, la pobreza, el quechua, la discriminación. Mi familia migró de los Andes, vivímos en San Juan de Lurigancho, ese inmenso distrito lleno de migrantes, fuimos pobres, hablamos quechua y sufrimos la discriminación típica que millones de personas padecen. Cuando entendí que yo era una de esas personas que las ciencias sociales sociales y el periodismo llaman “los otros”, y que había pasado años ocultando mi voz chola e indígena, y mi historia, es que comencé a escribir de esos temas.
¿Qué encontrarán los lectores en tu libro De dónde venimos los cholos?
Encontrarán precisamente parte de ese viaje de auto-reconocimiento. El libro es un conjunto de aventuras en el Perú indígena y también la bitácora de mi propio redescubrimiento como cholo: es decir, un periodista hijo de migrantes en Lima regresa al mundo en que nació. Tiene momentos autobiográficos y también de reportaje. Pero quizá lo más genuino que puede ofrecer el libro es una provocación para que los lectores puedan realizar también esas exploraciones autobiográficas. Reconocer de dónde venimos es una manera de saber adónde queremos ir.
¿Podemos decir que ahora estamos en el boom de los cholos/as?
La palabra boom tiene un espíritu comercial que no termina de gustarme porque encierra lo cholo en el mundo de la compra-venta y el emprendimiento: boom suena a sobreoferta, a fenómeno de mercado. Y aunque lo cholo tiene efectivamente una presencia comercial, en el arte y en la música, por ejemplo, sobre todo tiene un propósito político. Lo cholo contiene preguntas: ¿Por qué el poder y la riqueza suelen ser tan blancos? ¿Por qué el Estado celebra a los indígenas cuando estos bailan danzas típicas pero los mata cuando defienden sus propiedades? Lo cholo, en la literatura, es también una pelea por los espacios. Donde casi todo es blanco o mestizo, hay que preguntarse ¿dónde está lo negro, lo indígena, lo cholo?
¿Qué significa la revista peruana Etiqueta Negra para ti?
Trabajé allí cuatro años. Fue un momento muy lindo porque allí aprendí a editar, a ponerme en los zapatos del lector. Tuve el privilegio de trabajar con periodistas de mi generación que admiro y quiero mucho, como Daniel Titinger, Diego Salazar, Lizzy Cantú, Toño Angulo Daneri, Gabriela Wiener, sensei Villanueva Chang, y también tuve la oportunidad de leer mucho. Leer mucho en español pero también en inglés, y esta ha sido una puerta a un mundo increíble donde ahora me muevo.
Si no fueras periodista, ¿qué otra profesión u oficio hubieras escogido?
Me habría encantado ser cocinero. Lo he intentado trabajando en una cocina profesional, en Estados Unidos, pero solo aguanté medio año. Si bien soy periodista, no vivo de este oficio. Desde hace varios años, escribir o editar son trabajos a medio tiempo y a veces solo pasatiempos. Lamentablemente, los sueldos y honorarios en nuestra industria son muy bajos. Estamos atravesando una crisis que parece en sí misma parte de la sexta extinción de las especies. Y lo más dramático es que los periodistas no hablamos lo suficiente de esto. ¿A qué me dedico la mayor parte del tiempo? Soy consultor sobre temas de discriminación y diversidad. Doy talleres en empresas y organizaciones. Creo que muchos periodistas de mi generación hemos tenido que reinventarnos, morir como periodistas y reencarnar en otra cosa.
¿Cuáles son las películas que recomendarías para entender la discriminación y la migración en el Perú?
Dos que vi de niño: Gregorio y Juliana, del Grupo Chaski. También la Casa Rosada, de Palito Ortega.
*Añañaú: En quechua significa ¡Qué lindo!