Lado B
Lo que Barbosa no ganó; lo que Cárdenas no perdió
Al final, también los candidatos cuentan y el contexto en el que se lleva a cabo la elección es trascendental.
Por Ernesto Aroche Aguilar @earoche
28 de mayo, 2019
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Luis Miguel Barbosa

Foto: Marlene Martínez

Juan Manuel Mecinas

@jmmecinas

[dropcap]L[/dropcap]a elección extraordinaria es, como su nombre lo indica, una elección fuera de los parámetros normales. Morena ganará muy probablemente con más del cincuenta por ciento de las preferencias y eso era inimaginable hasta hace cinco meses.

Incluso después de la muerte de los Moreno Valle, nadie imaginaba que el candidato de Morena iba a superar al del PAN el día de una nueva elección con tanta claridad.

Sin embargo, hay cosas que ni Cárdenas perdió, ni Barbosa ganó. Para desgracia de todos, la elección extraordinaria sí confirma ciertos males endémicos del sistema mexicano.

El primero de ellos, el más importante, es que que detentar el poder es clave y es un paso gigante en las aspiraciones para tener éxito en una elección. La debacle panista no sería tal si hubieran ido a la elección extraordinaria detentando el poder. Controlar el presupuesto y las estructuras que ello implica desde Casa Puebla es fundamental para las aspiraciones de los candidatos.

No significa forzosamente que Pachecho Pulido haya operado a favor de Barbosa, aunque todo mundo sabe la realidad, sino que el hecho de que los panistas enfrentaran una elección donde ellos no eran los que decidían el destino de recursos y el movimiento de estructuras, habla de una importancia suprema de tener el poder y tratar de conservarlo.

Si esto es cierto, quiere decir también que las elecciones están lejos de ser equitativas. Es una quimera afirmar que la elección es pareja. No lo es, y decir lo contrario es un insulto al ciudadano. El ciudadano se percata que hay una cargada a favor de un candidato. No basta sino salir a las calles o platicar con amigos. Lo hubo en el pasado, a favor de Martha Erika Alonso, y ahora esa “cargada” favoreció al puntero.

Y de los medios ni hablar: son los menos quienes tratan de comportarse con un talante medianamente democrático. Otros, la mayoría, se sienten llamados a una guerra santa en la que el enemigo es el candidato contrario a aquel que quieren beneficiar. Sus comentarios, sus columnas, y sus reportajes rayan en la bajeza. Su naturaleza es de hienas y como hienas se comportan.

También puedes leer: Más tiempo y juicios positivos: medios favorecen la campaña de Barbosa en Puebla.

Al final, también los candidatos cuentan y el contexto en el que se lleva a cabo la elección es trascendental.

Cárdenas puede irse a casa tranquilo. A pesar de que su campaña no fue la mejor y que muchos consideramos que pudo haber tenido un mejor desempeño, no está demás decir que tenía pocas probabilidades de triunfo desde el inicio de la campaña porque había tres factores que no le favorecían: a quienes lo postulaban no les importaba su derrota, el morenovallismo era repudidado y no tenía la cargada a su favor.

Al PAN, PRD y MC no les importaba dejar solo a Cárdenas desde el primer día de campaña, porque no estaban convencidos de poder ganar la elección y tenían pocos incentivos para invertir tiempo, dinero y esfuerzo.

Enrique Cárdenas

Foto: Ámbar Barrera

Además, el desgaste del panismo local con el morenovallismo y el lastre de ser postulado por los mismos partidos que impulsaron un proyecto que solo un tercio de los poblanos apoyaba terminó pasándole factura.

Por último, no detentar el poder lo hacía presa fácil de ser vencido por las estructuras burocráticas que no solo sirven para llenar plazas, sino para operar el día de la jornada electoral.

Por su parte, Barbosa ganará, pero no todo es gracias al candidato. Él ha hecho su trabajo, pero tener el poder y controlar estructuras de Casa Puebla ha pavimentado el camino. Basta con comparar la elección en contra que vivió en 2018, con el camino cuesta abajo de esta elección. Ninguna de las dos elecciones fue ejemplar, pero sí indica que con una elección un poco más equitativa, el resultado de la elección de 2018 hubiese sido distinto.

Y, además, existe un innegable hartazgo contra la violencia y la inseguridad que se viven en el Estado y el grueso de la población le pasará la factura al PAN y al morenovallismo.

Lo que tendremos que observar es el día después de la victoria y la derrota de cada uno de los candidatos. Cárdenas tiene aún mucho por ganar, pero las siglas que lo postulan y sus aliados no son precisamente las mejores.

En ese sentido, bien le valdría leer a Ignatieff (Fuego y Cenizas) y hacer un mea culpa, porque hay cosas que el mismo Enrique Cárdenas hizo mal durante la elección, pero hay muchas cosas rescatables dado el escenario que enfrentaba. Tiene futuro en la política local, pero a partir del análisis serio de todos los factores de la elección.

Finalmente, habrá que ver cómo se comporta Barbosa como gobernador. Las ideas y los programas concretos son aún un enigma. Y también es una incógnita el equipo con el que gobernará. Ha ofrecido un cambio y aún está por verse a qué se refiere el casi gobernador.

El cambio democrático y con inclusión es necesario, pero las exclusiones también lo son. Incluir y excluir. Deshojar la margarita. Barbosa puede comportarse como gobernador o puede hacerlo como virrey. A todos conviene que decida hacer lo primero y que decida incluir a los mejores y excluir a quienes solo buscan lucrar con el presupuesto.

Gobernar democráticamente.

Sin miramientos.

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Autor Lado B
Ernesto Aroche Aguilar
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