Lado B
Estampas de un virrey
Los gobernadores terminan siendo virreyes. No tienen contrapesos en los estados y tienden a sentirse y saberse poderosos.
Por Juan Manuel Mecinas @jmmecinas
29 de noviembre, 2021
Comparte

Primer acto

Los gobernadores terminan siendo virreyes. No tienen contrapesos en los estados y tienden a sentirse y saberse poderosos. Pueden hacer dos cosas: aprovechar esta situación para lanzar grandes programas de transformación o terminar siendo meros gestores de su “éxito”, como aquella bruja que mira al espejo y le pregunta una y otra vez sobre su suprema belleza. Todo termina cuando una nueva figura ocupa su lugar.

El gobernador poblano está empeñado en ser la nueva bruja del cuento. Empeñado, sin razón, en tomar el lugar que antes tuvo Moreno Valle, quien también preguntaba a cada momento sobre su belleza (su poder). Parecen tan distintos, pero se asemejan.

Dos medios de comunicación han sido respaldados por distintas organizaciones y activistas porque consideran que el gobierno poblano ha emprendido una campaña de “hostigamiento administrativo” en su contra (vía auditorías iniciadas por la Secretaría de Finanzas del gobierno estatal). e-consulta es el principal periódico digital en la entidad y El Popular es un medio impreso que ha sido crítico de forma constante, sea quien sea el ocupante de la silla principal de Casa Aguayo. La discrepancia y la deslealtad no se perdonan en el gobierno del estado. Rodolfo Ruiz (el director de e-consulta), era incluso su asesor, según algunas versiones, pero en cuanto se colocó en una posición no agradable al gobernador, se volvió un “paria”, un “vendido”.

También puedes leer: Revocación de mandato: oposición e INE

El caso de El Popular es aún más incomprensible: Barbosa tuvo una columna en ese periódico hasta que arribó al gobierno. Meses después, el lugar que lo había acogido se convirtió en un medio incómodo. Todo indica que la falta de adhesión de El Popular a todos los caprichos del gobernador (atacar a sus enemigos), le cuesta al diario dirigido por Carolina Fernández una embestida administrativa. Las auditorías ordenadas desde el gobierno contra medios de comunicación resultan ser contraproducentes: tienen todo el tufo a hostigamiento, cuando lo que se busca con ellas es esclarecimiento.

Segundo acto

Jorge Aguilar Chedraui ocupó durante el morenovallismo un lugar lleno de corrupción: la titularidad de la Secretaría de Salud del gobierno del estado.

En días recientes se hizo público que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió una recomendación contra el gobernador del estado de Puebla por haber acusado a Aguilar Chedraui de desviar recursos sin que existan procedimientos penales o administrativos contra el funcionario morenovallista.

Lo peor no es que el gobernador ande señalando a morenovallistas de una u otra actividad, sino que: 1) no haya procesos administrativos y penales contra morenovallistas para aclarar su paso por una administración harto cuestionable; 2) una vez emitida la recomendación de la CNDH, que el gobernador niegue su cumplimiento (ofrecer una disculpa pública a Aguilar Chedraui).

Es el mundo al revés: todos saben que Aguilar Chedraui no es una blanca paloma, pero la CNDH le hace ver al gobernador que no puede andar señalando sin ton ni son y a este lo único que se le ocurre es descalificar a la CNDH y oponerse a una recomendación. El problema no es jurídico, sino ético y político: Sea o no sea adecuada la recomendación de

la CNDH, su descalificación es un mensaje a los ciudadanos, quienes de por sí no encuentran justicia en los tribunales (estatales y federales) y a quienes el gobernador les está diciendo que el discurso de derechos humanos no vale cuando quien infringe la norma es él o es su gobierno. En términos jurídicos la disculpa que le exige la CNDH es nada; en términos políticos y éticos, el desprecio del gobernador a la recomendación lo acerca a los peores personajes del país.

Tercer acto

Si te invitan a una fiesta, procura no pelearte. Si tu animadversión es insalvable, mejor no acudas.

A pesar de esas advertencias, tanto los empresarios poblanos de la COPARMEX como el gobernador protagonizaron un espectáculo grotesco, donde el mandatario les reprochó no haber ayudado a su gobierno durante la pandemia y esperar que todo lo hiciera el estado, y ellos le demandaron que devuelva la UDLAP.

La respuesta del gobernador fue que era un pleito de fundaciones donde nada tenía que ver, aunque todos sabemos que tiene todo que ver.

Una frase resume el encuentro y la pronunció el gobernador: “Permítanme, a mí no me van a impresionar, sabía que esto podía ser y estoy acá”.

En lugar de buscar puntos en común y que el encuentro sirviera para impulsar la economía de la ciudad, gobernador y empresarios se querían impresionar bravuconamente. Ni más ni menos. Puebla, en manos de un gobernador que gestiona su paso por Casa Aguayo y a quien sus fieles sirvientes le ocultan la realidad. Un gobernador que está mirando al espejo; un gobernador que pregunta una y otra vez: “Espejito, espejito”.

Comparte
Autor Lado B
Juan Manuel Mecinas
Profesor e investigador en derecho constitucional. Ha sido docente en diversas universidades del país e investigador en centros nacionales y extranjeros en temas relacionados con democracia, internet y políticas públicas.
Suscripcion