El sacerdote Javier Mamani, a cargo de la iglesia católica en el Centro Poblado de Santa Clotilde, recuerda que en el 2015 no se veían las ‘pequedragas’ en el río Napo, pero que en el sector de Mazán si estaban desde mucho antes. El sacerdote apoya a las comunidades en su esfuerzo por erradicar este problema, por lo tanto, conoce la dinámica de esta actividad. Sabe que quienes participan en la minería ilegal, generalmente, son personas foráneas, aunque reconoce que algunas comunidades permiten la presencia de los ilegales, pero son una minoría, asegura.
Un ejemplo es Rango Isla. En esta comunidad nuestra parada es breve, solo para buscar a quien confirme lo que comentan en la comunidad vecina de San Jorge: que sí permiten que operen las ‘pequedragas’.
El centro poblado luce desierto, nadie sale a nuestro encuentro hasta que llegamos a una casa donde Ronald Panduro, comunero de Rango Isla, nos recibe. “Sí, en diciembre han estado aquí. Coordinaron con las autoridades, les dieron un dinerito para acabar con el asfaltado de veredas y los gastos de viaje para ver el tema de la titulación”, confirma Panduro.

Betty lamenta que en su federación aún existan comunidades que no acaten el acuerdo tomado en mayo del 2018 para no permitir que las ‘pequedragas’ se instalen frente a las comunidades. “No están cumpliendo. A veces no participan y no saben de los acuerdos. Tampoco que están involucrados en crimen organizado, no solo los dragueros sino las autoridades por consentir que se queden en su territorio”.
Para Cárdenas, director regional de Energía y Minas, son mafias las que operan en el Napo. “Donde hay oro, hay poder adquisitivo”, afirma y enumera los gastos que implica esta actividad, entre ellos el costo de las dragas y la manutención de cuatro a cinco personas, incluido un buzo que controla el trabajo de la manguera dentro del río. “Eso no lo hace cualquier ribereño, tienen que ser mafias o grupos económicos”, indica.
En Mazán hubo una reunión sobre minería y formalización a la que asistieron mineros ilegales –cuenta Cárdenas. “Les hemos dicho que hay una ley específica, que van a bombardear sus bienes y que está en peligro también su vida y su libertad”.