“El elemento fundamental de verdad en los métodos activos es que la educación le ayuda al sujeto a construir su propiomundo. Lo que no podemos asimilar y usar para desarrollar sumundo y ampliar suhorizonte, le será ajeno a él, será algo que ustedes pueden forzar dentro de su atención y obligarlo a presentar exámenes, pero es algo de lo que él se deshará en cuanto la culebra mude de piel. Uno tiene que construir sobre cimientos, cualesquiera que éstos sean, en la mente del alumno. Uno tiene que tomar a la gente como es y partir de ahí. Más aún, los sujetos, y particularmente los jóvenes, están muy interesados en desarrollar sumundo. Las preguntas de los niños son sencillamente interminables, y el problema es enseñarles que las respuestas a las preguntas no son tan fáciles como ellos piensan, sin desanimarlos ni ahogar ese flujo de preguntas”.
Bernard Lonergan. Filosofía de la Educación, p. 74.
La semana pasada dedicamos esta Educación personalizante al tema de la docencia como proceso de indagación, partiendo de algunos planteamientos del gran pedagogo brasileño Paulo Freire (1921-1997) que nos invita a construir una pedagogía de la pregunta para que el trabajo en el aula deje de ser una actividad de transmisión de respuestas a preguntas que el alumno ni siquiera se ha planteado, y se convierta en una búsqueda constante de conocimiento por parte tanto del educando como del educador.
Continuando con este tema del cambio de paradigma de la actividad docente, hablaremos hoy acerca de otro concepto relativamente novedoso sobre el rol del docente, surgida a partir de la sociedad de la información en que nos toca vivir en este siglo veintiuno. Se trata de la visión del profesor como curador de contenido.
Como bien decía Bauman en su libro Los retos de la educación en la modernidad líquida, es tal la cantidad de información que llega hoy como avalancha a los educandos a través de internet y las plataformas virtuales, que les resulta sumamente difícil “poder distinguir el trigo de la paja”.
En este escenario, resulta muy común que los niños y adolescentes empiecen a padecer de infoxicación, es decir, una intoxicación producida por el exceso de información que los lleva a confundirse, a desorientarse o, más aún, a desinteresarse por el aprendizaje de cosas nuevas.
Este neologismo fue acuñado por Alfons Cornella en 1996 y se refiere a la situación en que, ante una sobreabundancia de información, las personas tienen acceso a una cantidad de información mucho mayor a la que son humanamente capaces de procesar. Este exceso, que abruma a la persona, produce una ansiedad que el psicólogo británico David Lewis llamó, técnicamente, “Information fatigue syndrome”.
Lewis acuñó una frase al respecto que plantea con mucha claridad el problema de la sociedad contemporánea y el desafío central que tienen los profesores ante este cambio de época: “El conocimiento es poder, pero la información no lo es”.
Como bien dice T.S. Elliot en su poema El primer coro de la roca: “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?”. Este es el dilema fundamental de la educación contemporánea y el reto central de un docente que quiera seguir siendo pertinente y cumplir con su misión educadora en este siglo: enseñar a los estudiantes a seleccionar adecuadamente la información para poder construir conocimiento a partir de ella, y promover que los estudiantes aprendan a vivir humanamente –desarrollen la sabiduría– partiendo de saber cómo aplicar el conocimiento a su realidad cotidiana.
Para lograrlo, el docente tiene que convertirse en un verdadero curador de contenidos. Así como un curador de arte es el profesional capacitado para desarrollar las mejores estrategias de exhibición y comunicación de una obra, de manera que se produzca una relación adecuada entre los artistas y los espectadores por medio de la obra y la forma en que ésta es presentada, así también los docentes vistos como curadores de contenidos tienen que prepararse y desarrollar las habilidades necesarias para poder, a partir de un conocimiento profundo de la audiencia –los intereses de sus alumnos–, investigar la información sobre los contenidos de su asignatura; filtrar y seleccionar lo que sea más relevante y pertinente; desarrollar creativamente las formas más atractivas y significativas de presentar estos contenidos y, por supuesto, comunicarlos de manera efectiva.
“¿POR QUÉ EL MAESTRO DEBE SER CURADOR CONTENIDOS?
Jaime Castro Mozo. Surgir pedagógico. Reflexiones del profe Jaime.
Como afirma esta cita de Castro Mozo, el docente actual debe convertirse en un curador de contenido porque es un mediador crítico entre ese exceso de información de su asignatura y el alumnado. Debe favorecer el Pensamiento Crítico de los estudiantes al trabajar con los contenidos evitando los procesos de infoxicación; necesita fortalecer la autonomía de los educandos presentando los contenidos curados y agregar contextos e interpretaciones facilitadoras de aprendizaje a los contenidos que trabaja en el aula.
Un docente curador de contenidos es aquel que construye sobre cimientos sólidos en la mente de los estudiantes, partiendo de la forma en que ellos son y trabajando lo que les ayude a construir su mundo, a ampliar su propio horizonte. Porque como afirma Lonergan, lo que no abona a construir el mundo y a ampliar el horizonte de los estudiantes les puede ser impuesto y preguntado después en exámenes tortuosos, pero será inmediatamente desechado por ellos y no producirá ningún efecto formativo.
Los niños y los jóvenes están muy interesados en construir su mundo y en ampliar su horizonte. Esto lo muestran a partir de sus múltiples preguntas que deberían ser estimuladas y canalizadas, en vez de ahogadas por las exigencias de la pedagogía de las respuestas que sigue dominando el panorama de nuestras escuelas y universidades.
*Agradezco a mi amiga, la Dra. Adelaida Flores por ponerme en contacto con el concepto que da origen a la columna de esta semana.
**Foto de portada de Cryptorich