Lado B
“Si algo me sucede, sabrán que fue él”
Crónica de una sobreviviente de feminicidio
Por Karen De la Torre @
15 de diciembre, 2016
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Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

A mí no me aniquila la cerrazón de una conciencia o de toda

conciencia posible. Yo continúo viviendo con una vida densa,

viscosa, turbia, aunque el que está a mi lado y el remoto,

me ignoren, me olviden, me pospongan, me abandonen,

me desamen…

Lección de cocina, Rosario Castellanos

Karen de la Torre

@karelampia

I

A las nueve en punto entra al edificio, se registra, sube las escaleras y se presenta con el hombre del escritorio inmediato a la puerta. El hombre de traje la reconoce y le pide que espere afuera para llamar a la contraparte. Vanessa espera de acuerdo con la indicación y vuelve a entrar, entonces se sienta en una de las sillas frente al escritorio para ser atendida. La contraparte no asistiría.

Vanessa toma un marcatextos amarillo fluorescente y antes de subrayar en un impulso, se detiene y pregunta “¿sí puedo, verdad?”. Estar ahí es un trámite, todo para estar ahí ha implicado un trámite, un día de faltar al trabajo y un día de desgaste emocional. Su interlocutor accede, le dice que es su expediente. Vanessa subraya “ya que los hechos que refiere la ofendida acontecieron en esta ciudad, el día 30 de septiembre del año 2015, no son constitutivos de violencia familiar”. Con rojo subraya: “no son constitutivos de violencia familiar”. “Para mí está clarísimo”, dice. Hasta este momento nadie le ha explicado ninguna actuación de su expediente y ella sola va atando cabos.

El 6 de abril del 2016 Vanessa Juárez Pizano, interpuso una queja en contra del Centro de Justicia para las Mujeres de Puebla ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH). Hoy, martes 6 de diciembre está ahí, frente al escritorio del abogado de la Comisión porque es la fecha y hora en que se abrirá una de sus pruebas: un video tomado con su celular en el que se escucha una conversación entre Vanessa y la abogada Yoselin Paredes Corona, agente de Ministerio Público.

II

Vanessa y Saúl se conocieron en el 2005, coincidieron en sus ámbitos laborales. Saúl la cortejó y cuando Vanessa se sintió enamorada, él le dijo que tenía una relación.

Terminaron varias veces. Regresaban.

En el 2007 decidieron contraer matrimonio luego de saber que esperaban a su primogénito.

III

El expediente sobre el escritorio es el desarrollo de una de las dos denuncias que Vanessa levantó contra Saúl, denuncia que lleva el Centro de Justicia para las Mujeres. El abogado de la Comisión estatal de Derechos Humanos pregunta “¿No le ofrecieron orden de protección?”, “¿No le explicaron qué quiere decir esta resolución judicial?”, “¿No tiene copias de su expediente, señora?”. Las respuestas que obtiene por parte de Vanessa, son todas negativas.

En la queja contra el Centro de Justicia Vanessa detalla que desde su primer acercamiento el trato del personal de esta instancia fue inadecuado, nada profesional ni sensible:

“Al llegar al CJM, la Lic. Yoselin Paredes Corona, agente del ministerio público de dicho Centro mostró una actitud despreocupada y trató de desmotivarme a levantar la denuncia diciendo que las amenazas no eran algo grave y que los jueces no toman importancia a ese tipo de denuncias. A lo cual, yo respondí: no importa, nada más quiero que cuando me encuentren muerta sepan que yo sí vine a denunciar, que quede como antecedente.” Se lee en la queja recibida por la Comisión de Derechos Humanos. Era 30 de septiembre del 2015.

El documento rescata toda una colección de citas que reflejan la falta de capacitación y sensibilización para tratar a mujeres víctimas de violencia. Estas son algunas: “Y ¿por qué hasta ahorita viene a denunciar?”; “bueno mire, pero mire, quiero que voltee ahí atrás de usted y vea, todos esos expedientes me los han regresado, yo veo a su expediente flaco, es decir, no creo que vaya a proceder”; “¿Quiere usted seguir con el caso? Porque luego resulta que, cuando llegan los ministeriales a detenerlo, es la misma mujer que vino a denunciarlos la que trata de impedir que se lo lleven, o luego vamos y todavía resulta que viven juntos”.

IV

En el amor de toda esa época, noviazgo-matrimonio, sin titubear, Vanessa identifica toda una lista de violencias. Psicológica: cuando la presionaba para que accediera a sus planes, o la acosaba, en el matrimonio, cuando le gritaba que no servía, o la llamaba pendeja. Económica: al momento de quitarle los vales de despensa y ser él quien compraba la gasolina justa para que en los recorridos de su esposa no hubiera más que la dirección casa-escuela-casa. Patrimonial: Saúl “perdió” la bolsa de Vanessa, su bolsa no sólo traía sus cosméticos, sino su credencial de elector. Sexual: la llamaba “puta” si quería usar lencería, o si quería explorar su sexualidad. La hostigaba diciéndole que se arreglaba para salir con su amante, le prohibía hablar con el vecino, con el recolector de basura o se ofendía porque Vanessa fuera a la presidencia municipal. Le revisaba su ropa interior para cerciorarse de que no hubiera tenido relaciones con otros hombres.

Y, Física:

Me estaba esperando con una rosa. Ya llevaba tiempo que él me estaba ignorando. Bajé del micro, lo encuentro en la parada esperándome, bien bañadito, bien perfumado y muy arreglado y con una rosa en la mano, una rosa roja. Al verlo, su cara reflejaba como ternura, amor, paciencia; pero cuando yo me acerco con él, él me dice: aquí me tienes como tu pendejo esperándote, ¿verdad?

Yo sólo le dije ashhhh.

Al pasar de él y seguir caminando, él tira la rosa, y me toma del brazo, del cuello y me tira contra la pared. O sea, me ahorca, me levanta del piso y que es cuando abre más las piernas y baja para poder levantarme más y entonces me suelta.

Yo me quería ir y él me tapó la entrada para salir. Yo me quería ir pero no me podía ir porque mi hijo estaba ahí adentro, en la casa de su mamá.

V

El abogado de la CEDH le explica a Vanessa la resolución judicial, no sin antes mencionarle que esa explicación debieron dársela en el Centro de Justicia para las Mujeres, la agente de Ministerio Público que lleva su caso dice que los hechos “no son constitutivos de violencia familiar”, pero no porque no lo sean, sino porque la averiguación está mal integrada.

Como sea, el 28 de abril del 2016 el Ministerio Público consignó el expediente de Vanessa ante el juzgado quinto de lo Penal de Puebla. El 13 de mayo del 2016, el juzgado resolvió la devolución de la averiguación previa puesto que no se establecieron en ella bases para determinar que los hechos habían sucedido en Puebla y no en Tlaxcala, donde está la primera averiguación previa en contra de Saúl por el delito de violencia familiar. Algo básico en la integración.

Sin atender las observaciones del juzgado, el 2 de agosto el Ministerio Público volvió a consignar el expediente, y el juzgado, el 15 de agosto, se lo devolvió otra vez.

La prueba, es decir, el video que vieron y escucharon Vanessa y el abogado de la CEDH, se grabó el día 11 de marzo del 2016, ese día, la agente de Ministerio Público le hizo unas preguntas a Vanessa sobre el lugar en el que Saúl la amenazó de muerte, esa acta hubiera servido para que el juzgado no devolviera por segunda ocasión el expediente, pero esa acta curiosamente no está en la averiguación previa.

Omisiones, además del maltrato.

VI

1.40 AM

Mi Vane

He comprendido que soy una persona que te hizo mucho daño, que debido a que te sentí segura no hice nada por alimentar nuestro amor.

Hoy me arrepiento porque me doy cuenta de que eres lo mejor que me ha pasado en la vida junto con Héctor, nunca fue mi intención hacerte daño, te amo con todas mis fuerzas, siempre te admiré y estuve orgulloso de ti (aunque nunca hice nada por decírtelo).

Hoy quiero agradecerte todo y pedirte que me des la última oportunidad para amarte, respetarte y hacerte feliz, para darte la familia y el apoyo que siempre soñaste.

Te ama tu esposo y novio

Saul

A un costado del extracto de la carta que le escribió Saúl, Vanessa escribió “Febrero 2010, después de que me ahorcó”.

VII

Saúl cambió: de pronto lavaba la ropa, cambiaba al niño y le daba de comer. Era atento. Incluso adoptó el cristianismo, la religión de Vanessa.

Y esta parte, pues esta parte, se llama luna de miel, dentro del círculo de la violencia, y es donde ellos cambian, y es donde te llevan regalos, te invitan a cenar, te invitan a comer, te compran aquellas cosas o hacen modificaciones en la casa que tú habías querido ¿no?, y te hacen promesas, y empiezan a ir a terapias, y se acercan a la iglesia, dejan ciertas amistades o ciertos hábitos. Todo, todo lo que tú deseas, que en algún momento quisiste negociar con él, en este momento él te lo da. Y parece real.

Cuando no sabes del círculo de violencia, no sabes que es una etapa que va a terminar. Mientras Vanessa explica esto, llora.

El cambio no duró mucho y al plantearse nuevamente el divorcio, Saúl agredió físicamente a Vanessa, sí, otra vez, faltando a sus promesas, pero esta vez Vanessa sabía qué hacer.

VIII

Gracias a una amiga, Vanessa ingresó a Reconstruyéndonos como Mujeres y se dio cuenta de que las cosas debían cambiar.

Hizo un plan de seguridad, fue a terapias psicológicas, leyó y leyó sus derechos y junto con su abogada, al momento de denunciar a Saúl por violencia familiar, en Tlaxcala, solicitó una orden de protección para que éste se separara del domicilio familiar.

El peor día de mi vida

¿A qué hora lo encontramos?”, me preguntaron, yo les dije que a las 6.30 de la mañana. “Entonces el día 4 de febrero a las 6.30 de la mañana vamos a ir, pero usted tiene que estar ahí, me dijeron, es usted quien nos tiene que abrir”.

Yo tenía miedo.

Yo me acuerdo que esa noche yo ya no quería regresar a la casa, tenía mucho miedo, creo que fue el peor día de mi vida, el miedo más fuerte que he tenido en toda mi vida, porque iba a estar sola con él, yo iba a estar sola con él toda una noche.

Tomé el coche y empecé a manejar y dije no quiero. Hasta deseé que algo pasara, para no tener que pasar por todo esto. Cuando llegué a casa, yo me dije: ya métete, y si te va a matar, pues ya que te mate. Eso es lo peor que te puede pasar ¿no? Aguántate, si ya has aguantado ocho años con él, ya aguanta la última noche. Es una última noche.

Entonces entré y me preguntó por los niños: ¿dónde están los niños? Pues se los llevé a mi papá porque quiere llevarlos mañana al zoológico. Yo tenía que mostrarme con él tranquila, no enojada, no con miedo. Era: cálmate ahorita todo lo que diga él es sí.

Yo estaba sentada en el comedor de la cocina y el se hincó ante mí y me pidió otra oportunidad. Yo le dije que no, y en ese momento me empecé a enojar por muchas cosas y dije: ésta es mi última oportunidad, esta es la última noche que voy a estar con él y le hice cuestionamientos desde que empezamos. Él se molestó y sacó su celular y comenzó a grabarme: a ver repítemelo, repítemelo. Le dije: no, ya, ya quiero dormir. Entré al cuarto de mi hija y él me puso el pie para que no cerrara la puerta. Sentí otra vez miedo y me dije: tranquila, aguanta, ya no puedes estar así. Le bajé y le dije: ya, por fa, vamos a dormir. Se fue.

Me dormí y cuando desperté, no sabía si bajar, o quedarme. Decido bajar porque escucho que él se estaba bañando. Él sale de bañarse y sale muy enojado y me dice: ¿dónde están mis hijos?, quiero que me digas dónde están mis hijos. Le dije con mi papá, él me dijo: no te creo. Quiero que le hables a tu papá en este momento y que me pase a mis hijos porque yo quiero hablar con mis hijos. Él ya estaba alterado, con esa actitud que yo ya conocía justo antes de un episodio de violencia física.

Ya no me quedó más remedio que llamar a mi papá, me mandaba a buzón. Me pedía su número de celular, yo pensé que ya me iba a pegar y en eso tocan la puerta. Cuando abrí la puerta y vi a la licenciada y al licenciado y a los policías y a las patrullas, fue un respiro.

IX

Vanessa antes de Saúl frecuentaba a su familia, a sus amigas, tenía dinero propio, tenía trabajo que le gustaba, se maquillaba y se ponía más guapa de lo que es, aunque luego de tantas humillaciones ya lo había olvidado.

Ahora Vanessa está recuperada, dice a las mujeres que no sientan culpa y que sin importar la condición en que estén, pueden salir adelante: encontrar redes de apoyo y un trabajo seguro.

Con todos sus recursos, esta sobreviviente de feminicidio se para frente al Estado y exige el respeto a sus derechos, especialmente al de una vida libre de violencia. Le parece totalmente absurdo que este gobierno difunda en medios masivos de comunicación la cultura de la denuncia, cuando hay graves violaciones procesales en cada caso y las investigaciones están mal integradas, sin mencionar el trato nada sensible ni profesional que caracteriza al personal de las instancias encargadas de atender a mujeres víctimas de violencia.

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Autor Lado B
Karen De la Torre
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