Lado B
‘Cómo han pasado los años’: una historia de resistencia en medio de una sociedad que violenta y abandona a las adultas mayores
La falta de un sistema público de cuidados que atienda a las mujeres en la última etapa de su vida, combinado con la violencia estructural contra quienes precisamente dedican gran parte de su tiempo a labores de crianza, limpieza y de cuidados, deja a 7 millones de adultas mayores en una potencial situación de vulnerabilidad en México. Esta es la historia de cómo un grupo de mujeres ha tejido y mantenido por más de 20 años una red de acompañamiento gracias a la cual han aprendido a defenderse, quererse y cuidarse
Por Lado B @ladobemx
15 de diciembre, 2021
Comparte

Daniela Rea

En el atrio de una iglesia en la Colonia Pedregal de las Águilas, al suroeste de la Ciudad de México, un día de 1996 se empezó a tejer una red de mujeres adultas mayores, que hoy 25 años después, ha sido un gran soporte de compañía y cuidado entre ellas. 

Lucila Rodríguez Mendoza, a quien todas llaman Lucy, tenía 56 años cuando el párroco de la iglesia le pidió que convocara a las señoras mayores que normalmente iban a misa para escucharlas y conocer sus necesidades.  Ella llevaba más de una década colaborando en la parroquia como visitadora de enfermos y había llegado a la oración para refugiarse de la violencia que vivía en su hogar. Al párroco le pareció buena idea invitarla a acompañar a las mujeres mayores; distraerse, saberse útil.

Y Lucy así lo hizo. Puso una mesa y sillas en el atrio y las invitó. Al inicio llegaron 2, luego 20, y pronto ya eran 65 mujeres. Juntas “como bolita” platicando sus historias.

Un día, recuerda Lucy hoy a sus 81 años, una empleada de la delegación las visitó y les dijo que quizá era importante poner un nombre a su grupo, que cumplía ya un par de años. Y, sin tener idea de cuánto tiempo iba a durar ese lazo,  entre todas dieron varias ideas. Lucy no recuerda las otras opciones, pero sí recuerda que casi fue unánime el voto por el título de la canción que la cantante española Rocío Dúrcal popularizó a mediados de los noventa: Cómo han pasado los años

El grupo sirvió para acompañarse, contarse y también hacer catarsis. Lo que le pasaba a una, podía ser muy parecido de lo que sucedía a las otras, y así mientras se escuchaban le fueron poniendo palabras a ese sentirse vulnerables, sentirse un estorbo, una carga para sus familias. Un sentimiento cada vez más presente conforme pasaban los años, y sus cuerpos y sus mentes se iban deteriorando. 

Isabel* fue una de las primeras mujeres en llegar al grupo cuando tenía 62 años.  Ella cuenta que sufría maltratos por parte de su hijo. ‘¡Por qué no te mueres pinche vieja!, deja de robarnos el oxígeno’, le gritaba. 

Lucy supo que cuidarse entre ellas de la violencia sería algo muy importante. Tomó cursos sobre derechos humanos de las personas mayores y comenzó a darles apoyo: “Yo les digo a mis compañeras que todas las personas, jóvenes o viejas, tenemos una cosa que se llama dignidad y derechos, para eso sirven los derechos, para hacerse respetar por las personas con más poder”, dice.

La resistencia en medio de una sociedad que violenta a las adultas mayores

Retrato de Doña Lucy con Doña Leovi a la entrada de su casa / Foto: María Ruiz

Ella lo aprendió después de vivir con un hombre que fue alcohólico durante 30 años. Golpes, jaloneos, insultos eran el día a día de Lucy. El hombre dejó la bebida y Lucy lo perdonó. Hoy están juntos. 

“Ahorita ya identifico la violencia y me defiendo y les enseñó a las mujeres a defenderse. ‘Yo me dejé por taruga, pero usted no se va a dejar, vamos a ir a derechos humanos a que le hagan caso’. Es mi historia, me dio experiencia, aprendí que soy una persona valiosa con una dignidad tremenda y quiero que todas las mujeres viejitas se sientan así”, dice Lucy.

Al grupo también llegó Carmelita*. Su hijo la alimentaba a base de café y pan. Lucy la llevó a un asilo, donde estuvo dos meses hasta que “se nos murió de la tristeza”, cuenta.

En México hay alrededor de 7 millones de mujeres mayores de 60 años. Muchas de ellas viven violencias que suceden mayormente dentro de sus hogares y son ejercidas, paradójicamente, por las personas encargadas de cuidarles, casi siempre sus hijos. Violencias como despojo, abandono, maltrato, humillación, golpes, y abusos sexuales. 

¿De qué son evidencia estos abusos? En parte, nos explican las especialistas, de la falta de un sistema público de cuidados que atienda a las mujeres en la última etapa de su vida, en la cual se requiere de mucho trabajo en los hogares. Y por otra de una violencia estructural que alcanza a las mujeres adultas mayores quienes, al pasar la mayor parte de su vida trabajando en casa —precisamente en labores de crianza, limpieza y de cuidados— o en empleos precarios, no tienen jubilación, a diferencia de los hombres. 

Datos del estudio Vejez y pensiones en México corroboran esta situación: mientras que el 30 % de los hombres mayores tienen jubilación, solo el 11% de las mujeres la tienen

“Hay  desigualdades que se acumulan en el curso de la vida y se van estructurando en las personas. Es más probable que las mujeres mayores no tengan una seguridad económica porque trabajaron en el hogar o en empleos informales; también que sean analfabetas en mayor proporción que los hombres”, dice en entrevista Verónica Montes de Oca, coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez de la UNAM.

La especialista explica que la violencia en adultas mayores está “normalizada” por cómo aprendieron las generaciones anteriores a socializar, y por la autopercepción de vulnerabilidad que tienen las personas en la edad adulta mayor. “Esa sensación te hace agradecer cada día, cada bolillo, cada minúscula contribución y tú la sobreestimas porque estás en una situación de vulnerabilidad; y las mujeres más que los hombres”, dice.

Según los resultados de la Encuesta Nacional de Dinámicas de los Hogares 2016 , la última realizada, el 66% de las mujeres del país (con 15 o más años) han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida: 49% emocional, 29% económica o patrimonial, 41.3% sexual y 34% violencia física. En el caso de las mujeres adultas mayores, el porcentaje que refiere haber vivido violencia es del 17.3%: 15% violencia emocional, 6.3% violencia económica y patrimonial y 1.2% violencia física

Los estudios de violencia de género deben realizarse con perspectiva de edad, opina Montes de Oca, de lo contrario las acciones para atenderla se estandarizan. 

Por su parte, Metzeri Martínez, directora de Atención y prevención a la violencia de la Secretaría de las Mujeres, en la Ciudad de México, indica que las mujeres adultas mayores sufren la mayoría de las violencias en el espacio familiar: invisibilización, ofensas, desalojo, sustracción de dinero y prohibición de trabajar; y agrega que aunque casi no se denuncia, persiste la violencia física —como golpes,  abandono y negligencia de cuidados— y la violencia sexual —acoso, abuso y violación—.

La resistencia en medio de una sociedad que violenta a las adultas mayores

Doña Lucy se ha especializado en cursos sobre derechos humanos de las personas mayores y su labor ha sido muy reconocida en los últimos años. En sus talleres ella comparte sus conocimientos con las personas de su edad / Foto: María Ruiz | Ilustración: Rosario Lucas

Falta de acceso a los cuidados

Una mañana de verano del 2021 doña Lucy, salió a la calle después de más de un año y medio de encierro por la pandemia y fue a casa de su amiga Leovigilda Montiel. Hacía tiempo no la veía y quería preguntarle sobre su estado de ánimo y de salud.

Lucy procura a Leovi después de que ésta fuera echada de casa por la esposa de su hermano -otra mujer también mayor-  cuando él murió. A sus 90 años Leovi estuvo unos días en la calle hasta que otra vecina le ofreció un cuarto a cambio de su cuidado y compañía.

Doña Lucy llegó hasta la casa de Leovi y desde la calle la saludó. Con varios metros de distancia y detrás del cubrebocas se sonrieron. Se vieron; se confirmaron bien. Con la pandemia idearon una forma de monitoreo. “Cuando ya nos iban a encerrar les dije ‘escoge a la que te cae mejor y cada semana se van a marcar por teléfono para saber cómo están o qué necesitan o si ya se pusieron malas o si ya les hicieron algo’, vamos a estar comunicadas porque si no, no sabemos que necesitamos ayuda”, cuenta Lucy.

Antes de la pandemia Leovi, como otras mujeres del grupo Cómo han pasado los años, visitaban a sus compañeras enfermas. Les llevaban comida y medicinas. A veces les leían la Biblia y les acariciaban sus manos. También les platicaban sobre el mundo exterior. 

“Cuando todavía servimos, cuando hacemos el quehacer y nos valemos por nosotras mismas todavía nos tratan bien, pero cuando ya estamos en cama y nos tienen que limpiar nuestras necesidades, se enojan, nos pegan y nos dicen ‘cochinas’, nos corren de la casa, nos jalonean. Todo eso lo he visto yo y es horrible”, dice Leovi.

Si no es entre ellas ¿quién habría ayudado a la señora Juanita* cuando su inquilina la intentó desalojar? ¿O quien habría atendido a Rebeca* cuando su hijo la abandonó y la dejó sin comida y medicamentos? 

Los 40 programas sociales que hay en el país para atender a esta población están enfocados en apoyos económicos y a la salud, pero ninguno a los cuidados, según una revisión detallada a la política social que hizo el Consejo Nacional de Evaluación de Política del Desarrollo Social (Coneval) y publicó con el título ¿Qué funciona y qué no en cuidados de largo plazo para personas adultas mayores?. Así que los cuidados recaen en el hogar y sólo el 0.4 % de los hogares paga este trabajo profesional, según datos de INEGI.

El mínimo porcentaje de población que puede pagar por los cuidados se debe a los altos niveles de pobreza que hay en el país. Cuatro de cada diez personas mayores de 65 años en México viven en pobreza, y aproximadamente la mitad tiene alguna discapacidad. Además cuatro de cada diez adultos mayores que viven solos, trabajan.

Hablar de violencias contra adultas mayores es hablar de la ausencia de políticas de cuidados.  

Sonia M. Frías, en su estudio “Polivictimización en mujeres mexicanas adultas mayores”, publicado en 2016, pone atención en la dependencia de éstas a algunos miembros de su familia, lo que en muchos casos representa una carga social y económica para quienes cuidan. Y la gran mayoría de quienes cuidan son otras mujeres, hijas, hermanas, nueras, cuñadas que, para hacerlo, condicionan su desarrollo personal y profesional. Es decir, mujeres cuidando a mujeres sin el respaldo de políticas públicas. 

El estrés de quien cuida, la dependencia económica de la mujer, el aislamiento social, la falta de redes de apoyo, y la carga negativa con que es vista la vejez,  “justifica” ciertas conductas hacia ellas, escribió Sonia M. Frías. 

Además, en las mujeres con problemas de salud o alguna discapacidad aumentan los niveles de dependencia y, según la gaceta “Las mujeres adultas mayores de la CDMX y su derecho al cuidado”, que retoma datos de la Endireh 2016, esto se traduce en la doble prevalencia de violencia, respecto a quienes no tienen discapacidad.

Los cuidados informales en el hogar, refiere el Coneval, pueden generar altos costos físicos y emocionales para quien cuida y quien es cuidado, pues los primeros carecen de conocimientos y formación sobre el cuidado, y la falta de salario y de condiciones adecuadas de trabajo afecta a las personas que cuidan e impacta negativamente en el maltrato y la calidad del cuidado que ofrecen.

Continuar leyendo en Cambia la Historia

***

*No se pusieron los apellidos de Isabel, Carmelita y Juanita para proteger su identidad.

 

Esta historia se publicó en Pie de Página en el marco de Cambia la Historia, un proyecto colaborativo junto a la DW Akademie promovido por el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores. Encuentra más reportajes en cambialahistoria.info

**Ilustración: Rosario Lucas

***Análisis de Datos: Georgina Jiménez

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion