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“Atoyac, agua que sueña”, del temor a la conciencia
Un documental sobre el río que le dio vida a Puebla y ahora su cauce contaminado es un peligro que cruza la ciudad, ante la indiferencia de gobernantes y sociedad
Por Javier Caravantes @javicaravantes
02 de junio, 2016
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Javier Caravantes

@javicaravantes

“Siempre ha estado ahí, es parte del paisaje, cuando era niña nadie quería saber nada de él, estábamos súper advertidos: no se acerquen, si se les va el balón déjenlo ir, es peligroso, sucio”, recuerda Mariana Mastretta, quien toda su vida ha sido vecina del cauce del Río Atoyac, y que convirtió en personaje principal de su documental “Atoyac, agua que sueña”.

Mariana narra que en 1999 hubo muchas lluvias, soltaron la presa de Panzacola, desbordándose el río “mi familia evacuó, pero la casa se inundó como un metro. Luego de eso mandamos a hacer una puerta como de refrigerador, muros de contención, alarmas, protección ante el río”.

Foto: Cortesía

Foto: Cortesía

El temor se transformó en conciencia cuando a los 17 años pintó una manta de apoyo a los atoyaqueros, “amigos de mi papá tenían un club de kayak, querían recuperar la posibilidad de navegar el río, de convivir con él”, a partir de ese momento comenzó a acercarse a temas medioambientales, desde entonces ha reunido material para intentar hacer un largometraje, aunque maestros de su facultad le asesoraron que primero intentara con un corto. Fue en ese momento que buscó la ayuda de una de sus compañeras, que hasta ahora forma parte del proyecto, Fernanda Río, “ella definió qué se va a contar, y cómo se va contar”.

Fernanda, programadora de la cartelera de Sala Nueve, reconoce que hasta antes de involucrarse en el proyecto el único momento en que “veía” el río era cuando inundaba el puente por donde pasaba, “inició como un registro documental pero pronto se convirtió en una historia personal, algo íntimo”.

“Gracias a la cuenca del Atoyac se asentó Puebla”, dice Mariana, “y ahora es un río contaminado que cruza la ciudad sin que a nadie le importe” agrega Fernanda.

Y es que a pesar de que un lema de campaña del ahora gobernador, Rafael Moreno Valle, fue que durante su gestión comenzaría un proceso de saneamiento del río, no ha sucedido así y eso “que lo firmó ante notario”, ironizan las jóvenes documentalistas.

Para Fernanda “es ridículo que nadie haya hecho un documental antes sobre el Atoyac”, “el objetivo principal de Atoyac, agua que sueña es que se mire al río”, asegura Mariana, quien mientras habla de políticas ambientales se emociona, mueve las manos con velocidad y hay más énfasis en sus palabras: “en Puebla se pagan 150 millones de pesos al año por costos de salud que genera el río Atoyac, fuimos a la planta de Huejotzingo que inauguró Moreno Valle, pero el presidente municipal no tiene lana para operarla, ahí está parada”.

Foto: Cortesía

Foto: Cortesía

Actualmente las realizadoras buscan lugares donde difundir su documental y planean estrategias con las cuales reunir fondos para desarrollar un largometraje, “vamos a involucrar a la gente, se va a hacer”, asegura confiada Fernanda.

Este sábado 4 de junio se  presenta “Atoyac, agua que sueña», en Sala Nueve a las siete de la noche y el próximo 8 de junio será proyectado en la Casa del Cine.

Sinopsis:

Atoyac, agua que sueña | Mariana Mastretta | México | 2016 | 12′

Escondido debajo de puentes, detrás de bardas y lejos de nuestra memoria está el río sin nombre, Atoyac, ese río que le dio vida a la ciudad de Puebla con toda su generosidad y benevolencia. Su agua clara que nace en los volcanes, a lo largo de su recorrido se va convirtiendo en una corriente espesa y negra, reflejo de nuestro olvido. Sin embargo, la esperanza de revivirlo existe, como una fuerza interna del río mismo.

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Javier Caravantes
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