«Un maestro no es solamente un hombre que sabe, sino que sabe enseñar; necesita, pues, no solamente la ciencia, sino el método (lo que hace al maestro). En tesis general, carecemos de profesores; es necesario hacerlos, si queremos que no sea abortiva la semilla de la instrucción, tenemos bastantes hombres de ciencia, pero hombres de ciencia que posean el instrumento propio para comunicarla a los niños y a los jóvenes, son contados” (Tomado de http://www.redalyc.org/pdf/869/86900604)
[dropcap]A[/dropcap]sí lo decía Justo Sierra en 1881, evidenciando el carácter estratégico que para el Estado Mexicano tiene el establecer las condiciones necesarias para la formación de los maestros; hoy, como desde los primeros intentos Lancasterianos de formar a quienes contribuyen en la educación de otros, está presente la preocupación de brindar las condiciones óptimas para contar con los educadores que harán posible un mundo mejor para Todos.
¿Que pronto podrán ingresar al servicio profesional docente profesionistas con formación inicial diferente a los normalistas? ¡Perfecto! (O no tan perfecto para algunos) ¿Que esa formación inicial para la docencia la podrán impartir Universidades? ¡Perfecto! (O no tan perfecto para algunos) pero en medio de todo esto… ¿Y las Escuelas Normales? Pues nada, que deberán ser fortalecidas y continuar con el respaldo de parte de un Estado que tiene la responsabilidad moral de garantizar no solo la subsistencia, sino la existencia real de éstas como pilar de un sistema educativo que realmente pretenda educar.
En otras palabras, si nada nada justifica el abandono en el que se han tenido a las Escuelas Normales en general (Aunque algunas como las rurales han sido particularmente estranguladas), hoy suena irresponsable e inmoral, la posibilidad de sacudirse la responsabilidad, por parte del Estado, de sostener a las Escuelas Normales como el pilar de un sistema educativo que poco les aporta y alienta.
Así como debe ser repensada permanentemente la educación, así debe ser repensada la Escuela Normal en su estructura y en su función, buscando responder con su compromiso en un contexto contemporáneo que plantea la exigencia de contar con una educación que genere alternativas a un mundo que se cae a pedazos.
[quote_box_right]El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com
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Quisiera pensar que cuando digo estad, queda claro que no me refiero solamente al gobierno en turno (triste sería confiar mi esperanza solo a ese cuerpo corrupto e inoperante) sino que incluyo a la actuación ciudadana que debe iniciar por valorizar a la educación como el acceso a una vida mejor, una vida más humana, en este sentido habrá que aceptar la parte de la responsabilidad que nos corresponde como ciudadanos, así como por parte de los docentes, aceptar el reto de reconocerse en la real dimensión de compromiso y dignidad que los coloca la función de educador.
Sigamos con esperanza, pero siempre en movimiento.