Lado B
Ni desesperación ni arrogancia
Estuve en la presentación –realizada en la universidad iberoamericana Puebla- del último libro de dos amigos muy queridos: Eduardo Almeida y Maru Sánchez. Ellos mismos escriben que “el propósito del libro es analizar la recomposición de los vínculos sociocomunitarios que como respuesta al parteaguas civilizatorio están apareciendo en diferentes latitudes y enfatizar la indagación de un proceso intercomunitario de las relaciones interculturales
Por Lado B @ladobemx
13 de marzo, 2015
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Mtro. J. Alejandro Ortiz Cotte

A Maru y Eduardo amigos, maestros y ejemplos a seguir

[dropcap]A[/dropcap]yer estuve en la presentación –realizada en la universidad iberoamericana Puebla- del último libro de dos amigos muy queridos: Eduardo Almeida y Maru Sánchez.  Ellos mismos escriben que “el propósito del libro es analizar la recomposición de los vínculos sociocomunitarios que como respuesta al parteaguas civilizatorio están apareciendo en diferentes latitudes y enfatizar la indagación de un proceso intercomunitario de las relaciones interculturales, de cuarenta años de duración que permite aportar algunos aprendizajes y en el que los autores del libro han sido al mismo tiempo testigos y actores”. Por tanto se lee claramente que el libro es académico y biográfico, pero conociendo a los autores, leyendo entre líneas el texto y oyendo lo que comentaron en la presentación, puedo detectar tres trasfondos vivenciales que dan vida a este bien escrito texto. El primero es su vida dedicada a la academia. Donde han demostrado su solidez intelectual a nivel internacional (ambos han sido galardonados en el extranjero) y local (todos en la universidad reconocemos su conocimiento de vanguardia teórico), conocedores expertos de las teorías psicológicos y sociológicas de mayor renombre actualmente, fundadores de múltiples iniciativas académicas como la Cátedra Alain Touraine entre otras, solidez y vanguardia que no les quita algo que pocos académicos tienen, y que Jon Sobrino SJ ha denominado como: “intellectus amoris”, es decir un pensar misericordioso desde y para los empobrecidos y excluidos de nuestras sociedades. Pensar para liberar dirían otros. Un segundo elemento es su experiencia de inserción en San Miguel Tzinacapan, donde se conocieron, se casaron y “trabajaron” juntos. Y el tercero su coherencia de vida, ya que son de esas personas “raras” en el mundo, donde dicen lo que viven y viven lo que escriben. Este excelente y bien redactado libro solo pudo nacer de ellos dos. Ninguno pudo crearlo solo, solo fue posible “escribirlo” en pareja. Es un libro comunitario en sí. Ahora se podrá entender mejor el título de la obra referida: “Comunidad: interacción, conflicto y utopía”.

Quisiera por tanto, además de recomendar su lectura, reflexionar sobre dos frases que dijeron los autores cuando les tocó a hablar sobre su obra y que considero centrales para enfrentar el violento, cruel e injusto mundo en el cual hoy vivimos. La primera frase central la dijo Maru cuando hablaba de los aprendizajes más importantes que obtuvo cuando vivió en la comunidad de San Miguel Tzinacapan, siendo uno de ellos la capacidad que tienen los pobres para afrontar la tragedia. Y tiene razón. Los empobrecidos del mundo han logrado desarrollar capacidades y habilidades de sobrevivencia que muy pocos poseemos y menos valoramos. Ellos pueden con lo mínimo y a veces con nada sobrevivir periodos críticos donde la mayoría de las personas simplemente no podríamos. Su capacidad organizativa, de autocontrol, de manutención de lo vital y –aunque parezca increíble- su compartir de lo indispensable, les permite –obstinadamente y en contra de del imperio mismo- sobrevivir, convivir y salir victoriosos cada día, en situaciones muy adversas. Podríamos decir que se trata de una cotidianeidad heroica donde ningún día está asegurado para ellos. Dos teóricos que también estuvieron muy cerca de la vida “real” de los pobres, dos jesuitas asesinados, exactamente por lo mismo, decían algo semejante. Primeramente Martín-Baró SJ descubría que los empobrecidos y excluidos de El Salvador tenían “una inteligencia práctica que les ha permitido confrontar en circunstancias casi infrahumanas la difícil tarea de su supervivencia histórica… son estas formas las que es necesario rescatar y potenciar a cara de un proceso de liberación”. El segundo jesuita es Ignacio Ellacuría que insistía, desde la teología, en “la salvación misma que daban los pobres”, ellos eran los evangelizadores verdaderos, los redentores “reales”, los pueblos que han sido crucificados por nuestros pecados (como Cristo) y que guardan en sí, el potencial salvífico y liberador de Dios. De diferentes maneras y perspectivas teóricas expresan lo mismo.

[quote_right]En tiempos de poca humanidad y mucha crueldad y violencia, la invitación testimonial de Maru y Eduardo se vuelve urgente y necesaria, no solo de leerla en su libro sino de reproducirla en nuestro día a día.[/quote_right]

Otro elemento a reflexionar fue cuando se le preguntó a Eduardo sobre la utopía. Él expresó que ésta era la lucha cotidiana contra la desesperación y la arrogancia. Frase lacónica que expresa de otra manera lo dicho en los párrafos anteriores. Ser utópicos consiste, entonces, en vivir día a día, en la cotidianeidad creando relaciones humanas con un horizonte de sentido distinto al dominante o al impuesto por los imperios. Son las relaciones humanas cotidianas vividas bajo la confianza de un mundo mejor, de un mundo más justo, más fraterno, más tierno. Es un “estilo de vida utópico” ciertamente, ya que aunque todavía no vemos un mundo totalmente justo y humano (ni lo veremos) si creemos en él y si hacemos algo porque exista. Este “estilo de vida utópico” ayuda, entonces, a crear relaciones poco desesperadas y muy solidarias y fraternas y también ayuda, sobre todo a esas clases medias, más acomodadas, a no vivir arrogantemente sino posibilitando el bien de todos en la mayor medida posible. Ni desesperación ni arrogancia sino relaciones humanas recíprocas, horizontales y justas. Parece entonces que esta es la clave de las comunidades que necesitamos para salvar este mundo y por ende a nosotros mismo. Los pobres nos enseñan esto en su día a día y Maru y Eduardo también.

En tiempos de poca humanidad y mucha crueldad y violencia, la invitación testimonial de Maru y Eduardo se vuelve urgente y necesaria, no solo de leerla en su libro sino de reproducirla en nuestro día a día. Felicidades por el libro y gracias por su vida comunitaria y compartida.

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El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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