Lado B
Puta, putísima, y se casó de blanco
No es nada fácil explicarle a un grupo de 20 adolescentes, hombres y mujeres, por qué su maestra de psicología les está invitando a la marcha de las putas. Obvio, la propuesta levantó carcajadas, “sacones de onda”, preguntas absurdas (“miss, ¿van a ir sabrosas?” “miss, ¿son las teiboleras?”), y una estudiante que, ya de plano, me vio feo. Aparte, la marcha era domingo en la mañana, pero aunque fuera a la hora de la clase de cálculo, ¿quién diablos va a ir a marchar por las putas, si es lo que todas queremos NO ser? Es más, no solo queremos ser no-putas (tampoco santas), sino que es el mayor terror de la reputación de una respetable dama.
Por Lado B @ladobemx
30 de noviembre, 2014
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Foto: Leo Herrera

Foto: Leo Herrera

Liz Ruiz

A mis alumnas. Que las diosas feministas toquen sus lenchosas almas

[dropcap]N[/dropcap]o es nada fácil explicarle a un grupo de 20 adolescentes, hombres y mujeres, por qué su maestra de psicología les está invitando a la marcha de las putas. Obvio, la propuesta levantó carcajadas, “sacones de onda”, preguntas absurdas (“miss, ¿van a ir sabrosas?” “miss, ¿son las teiboleras?”), y una estudiante que, ya de plano, me vio feo. Aparte, la marcha era domingo en la mañana, pero aunque fuera a la hora de la clase de cálculo, ¿quién diablos va a ir a marchar por las putas, si es lo que todas queremos NO ser? Es más, no solo queremos ser no-putas (tampoco santas), sino que es el mayor terror de la reputación de una respetable dama.

Pero desde niña me he preguntado: ¿Qué es una puta? ¿Por qué todas se ganan ese insulto tan amenazante ante la menor provocación? Mi amiga Yoalli dice: “Todas las mujeres somos potenciales putas. Más bien, tenemos que pasar la vida demostrando que no lo somos.” Estoy completamente de acuerdo con ella, pero esto no resuelve mi duda.

Puta es una mujer que decide por sí misma. Esta es la conclusión a la que he llegado. Si la mujer aborta por imprudente, porque no sabía que estaba embarazada, porque se cayó de las escaleras, o por cualquier accidente; es pendeja, no puta. Si se embarazó porque la engañó su hombre, porque le prometieron matrimonio o porque no supo usar un condón; es pendeja, no puta. Si la violaron porque andaba en un callejón oscuro, porque no sabe tomar y se emborrachó, o porque no se pudo defender; es pendeja, no puta. También es pendeja si le pega su marido y ella no lo deja, o si hace trabajos sexuales porque “no sabe hacer otra cosa.” Todas estas razones convierten a las mujeres en unas pobres pendejas, pero, en esta sociedad machista y misógina que cree que efectivamente las mujeres no tenemos mucha inteligencia, se nos perdona porque por naturaleza somos pendejas. Pero ¡Ay de aquella que se le ocurra decidir sobre sí misma y su cuerpo! ¡Sobre su vida, su trabajo, su orientación sexual y su libertad! Porque ahora sí se precipitará sobre ella el peor insulto hacia las mujeres. Si aborta porque se le da la gana, si decide embarazarse fuera del matrimonio, si coge por placer, si usa condón, si no usa condón, si decide vivir sola, si hace trabajos sexuales porque así lo decidió, o vive libremente su lesbianismo, ahora sí es puta.

Foto: Ámbar Barrera

Foto: Ámbar Barrera

Este insulto es como decir: “tú no eres una mujer que merezca un hombre”. Esa frase me parece el resumen de la putería. Porque en realidad esa es la peor consecuencia que imaginamos por ser putas, y que desde chiquitas tratamos de evitar. Curiosamente, pensamos que la puta lo que no merece, es el respeto del hombre. Pero les recuerdo que los hombres no saben respetar a nada ni a nadie en esta sociedad machista, y si no fuera así, el respeto no estaría en juego porque no es algo que se gane y se pierda. El respeto es obligación de todo mundo, lo tienes que practicar hacia todo mundo y nada justifica que no lo hagas.

Pero lo verdaderamente aterrorizante es pensar que “si soy puta, no voy a tener a un hombre.” “Ningún hombre me va a querer”. Y entonces, me paso la vida portándome bien para merecerme a mi príncipe azul que me ame y me mantenga y me cele y me prohíba y me sea infiel y me menosprecie a cada rato. Pero al menos me lo gané con mi decencia.

Por eso, al hacer esta reflexión hace tiempo, decidí lo mismo que todas mis amigas feministas junto a las que marché el día de ayer en la 4ta marcha de las putas en Puebla: soy puta. Muy puta. Putísima. Porque no voy a estar disimulando mi forma de ser y mis decisiones para ser un buen partido. Me tiene sin cuidado si así hablan las putas, si así se visten las putas, si así cogen las putas, si así deciden las putas, si así aman las putas. La decencia es el premio que el machismo nos da por portarnos bien y dejarnos amaestrar. Y yo voy a ser y a hacer como pueda y como quiera y como necesite, pero no como me lo manda la moral, evitando con horror todo el tiempo que vayan a pensar que no soy decente, que no soy una dama, una mujer respetable.

Marchamos ayer por todas las mujeres víctimas de feminicidios en Puebla. Las han asesinado sus parejas o exparejas, por negarse a abortar, por decidir terminar la relación, por negarse a tener relaciones sexuales. Las acusan de putas para que su asesinato esté justificado y así la gente lo cree medianamente justo y lo deja pasar, pensando que a sus hijas y a sus hermanas nunca les va a pasar algo así porque ellas sí son buenas mujeres. Marchamos en contra de todo el acoso callejero que sufrimos día tras día, porque no podemos esperar un camión a las tres de la tarde sin oír chiflidos, tronidos de boca, peticiones de servicios sexuales. Marchamos contra la ilegalidad del aborto que provoca que miles de mujeres mueran en abortos clandestinos o se vean obligadas a la maternidad.

Las mujeres sufrimos todo tipo de violencia contra nosotras, en el ámbito público y en el privado, violencia simbólica y violencia estructural, violencia institucionalizada… ¡Y todavía queremos agradarles a los hombres! ¡Además queremos “ganarnos” su respeto! ¡Encima soñamos con su aprobación y reconocimiento!

Por eso, yo ya no le tengo miedo a ser puta, ni a que me digan puta. Soy libre, y si eso implica ser puta, soy putísima. Y si quiero, me caso de blanco.

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