Lado B
LA CIENCIA DE LA FICCIÓN
Paul Olvera
Por Lado B @ladobemx
22 de agosto, 2014
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Paul Olvera

 

Truth is stranger than fiction

English saying

 

Todo para ser real necesita ser nombrado. El lenguaje fue el primer parámetro que nos ayudó a saber qué eran las cosas, cómo se decían, medían y se desarrollaban enfrente de nuestros ojos. Decir “tú” o “eso” fue el primer paso; sin embargo, el más importante fue llegar a la conclusión de que había un “yo”.

Entonces, creímos que había una realidad única y total que debía ser nombrada para llegar a ser comprendida. ¡Vaya ilusión de religiosos, científicos y líderes que sacrificaron vidas por conquistar la idea errónea de lo imposible!

Sin embargo, siempre existió la magia: los dioses, los espíritus que se hacían inaprehensibles al entendimiento del ser humano común. Todo este aparato rebelde se transubstanció en lo que hoy conocemos como arte. ¿Qué es un cuadro sino la visión mágica del mundo? ¿Y la música, ese susurro de voces celestiales que no dicen nada, mas hacen sentir paraísos o infiernos dentro de nuestro ser? ¿Y finalmente, la literatura, ese campo minado de espíritus que explotan dentro de cada acción que leemos y hace realidad, en nuestra mente, el pensamiento?

En el plano de lo real, visto desde la óptica cada vez más desgastada del empirismo y el cientificismo, esta contemplación es un aparato imaginativo que debe ser eliminado para comprender al mundo tal y como es. Pero, ¿quién está dispuesto a renunciar a sus dioses, ignorar al azar y la incertidumbre y rebelarse contra la diatriba de mitos y creencias que le dan un sentido eterno a su yo? Nadie, pues la mayoría son inconscientes de que están bajo el hechizo del entendimiento ficcional.

En este mundo transmodernista, el mitoide ha desgastado por completo la noción mítica propia del siglo XX. Ahora nuestros mitos son personales, su universo sólo nos explica como miembros de un yo propio o una consciencia colectiva cada vez más fragmentada. El capitalismo ha triunfado, gracias al postmodernismo, en su visión de hombres-objetos que van por la vida obedeciendo reglas, comprando artículos que se creen necesarios y creando relaciones cada vez más cuantitativas que impiden llegar al conocimiento del otro: es mejor tener miles de amigos que disfrutar por siempre algunos pocos.

¿Pero a dónde van todos estos pensamientos que contrastan un posible origen con un probable presente? ¿Es qué la idea del primer lenguaje no tiene nada que ver con nuestra condición transmodernista de yo soy mi mundo, comprensible borrosamente para mí, pero inaprehensible para los otros? ¿Y el arte, qué cabida tiene dentro de toda esta ambigüedad de pensamientos y sensaciones?

[quote_box_right]La ciencia de la ficción es la ciencia de la realidad, de la comprensión única del mundo y de la cotidianeidad. Nada puede estar dado después de la muerte de Dios, el engaño antropocentrista ha caducado y la consciencia de ser uno con la humanidad sigue siendo la peor mentira para el progreso, pues todos creen en las palabras, mas ninguno en los hechos.[/quote_box_right]

El nacimiento de la mentira tiene la clave que une estas ideas. Aquella fábula del pastor mentiroso, del cavernícola que dice “no” a sabiendas que “sí”, fueron el paso hacia el cual se condujo una visión nueva y total del mundo: se pude negar lo que “es” a sabiendas de causas y consecuencias.

Algunos críticos mencionan que el arte tiene su origen en estos sucesos; sin embargo, el arte no es sólo ficción, también la vida que pende de ideas fraguadas por uno mismo o fragmentadas por los choques de realidades muy distintas. “Dios ha muerto”, todo está y no permitido; sólo debemos considerar que mentira estamos más dispuestos a hacer nuestra con o sin la necesidad de creer en ella por siempre.

El despertar que el siglo XX, a través del postmodernismo, nos otorga de la idea de mentira más allá del mito y de su singularización a través del mitoide nos obligan a crear una ciencia de la ficción, un nuevo sistema de parámetros parecidos al lenguaje que cumplan un destino mucho mayor: poner en los actos de cada persona la consciencia precisas de causas y consecuencias fragmentadas y universales que una acción tienen en uno y en los que lo rodean.

La ciencia de la ficción es la ciencia de la realidad, de la comprensión única del mundo y de la cotidianeidad. Nada puede estar dado después de la muerte de Dios, el engaño antropocentrista ha caducado y la consciencia de ser uno con la humanidad sigue siendo la peor mentira para el progreso, pues todos creen en las palabras, mas ninguno en los hechos.

El arte podría ser el mejor camino de la ficción, el único sendero para construir los verdaderos mundos como lo hizo Jorge Luis Borges en TlönUqbar, OrbisTertius, donde los creadores son conscientes de su mentira hasta que alguien la cree realidad y el ansia de saber lo lleva a investigar para descubrir los dos caminos que se le ofrecen: seguir creyendo en este mundo mítico o despertar a la idea de que sólo eso era una creación más de los hombres.

Quizá sea mejor mentirse, como todos lo hacen consigo mismo, mas siempre deberíamos ser conscientes de aquel doble sendero. Tal vez lo importante no es llegar hasta ellos, sino disfrutar del viaje que nos conduce hacia ellos y a otras posibilidades de entendimiento a través del ensayo y error de la palabra, bajo el auspicio del mito o la mentira.

 

Paul Olvera Monroy (Estado de México, 1989) Maestro de inglés. Miembro fundador de la revista digital El Comité 1973. Es parte  de Grupo tn y está en el equipo editorial de esta revista. Ha tomado talleres literarios con Diego José, Agustín Cadena, Jair Cortés y Mijail Lamas. Ha publicado en El Comité 1973, Revista tn y en su blog elclubdelosheteronimos.wordpress.com

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