Lado B
Gaza, un eterno fracaso
 
Por Lado B @ladobemx
20 de julio, 2014
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Foto: Tyler Hicks | The New York Times Tomada de nytimes.com/

Foto: Tyler Hicks | The New York Times
Tomada de nytimes.com/

El maestro Manuel Ferez, coordinador del Diplomado Las Claves del Medio Oriente y el Cáucaso, de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, y experto en temas de Medio Oriente, conflictos y política exterior, comparte una reflexión sobre el conflicto entre Palestina e Israel, el cual se ha recrudecido en los últimos días con los bombardeos en la franja de Gaza.

Dice el columnista Zvi Barel del periódico Haaretz que «la Intifada Palestina es un estado crónico; no un evento sino un  proceso». Concuerdo con Barel en que, al analizar los actuales acontecimientos violentos en Gaza e Israel, se debe estudiar y contextualizar un proceso que, en su forma y manifestación actuales, tiene su origen en la segunda mitad de la década de los ochenta.

Basta decir en esta reflexión que la Intifada de 1986 demostró que la ocupación israelí en Gaza y Cisjordania, así como el corrupto e ineficiente gobierno de la Autoridad Nacional Palestina encabezado por Yasser Arafat, habían destruido el tejido social palestino dando lugar a la aparición de grupos radicales islamistas (como Hamas) que llenaban el vacío político, económico y espiritual y la dignidad de los palestinos principalmente asentados en Gaza. En la parte israelí, estas circunstancias generaron un sentimiento de indiferencia, alejamiento y hastío general hacia el conflicto con los palestinos, además de una aparición gradual de posturas radicales en ciertos sectores del gobierno y la sociedad.

La etapa más reciente de ese largo proceso se inició hace un par de semanas con el secuestro y asesinato de tres niños israelíes por radicales palestinos, y la tortura y homicidio de un niño palestino a manos de extremistas israelíes. Ambos crímenes nos remiten a una forma de conflicto en la cual nadie está a salvo no sólo de morir, sino de ser ultrajado y humillado de maneras antes inconcebibles. Esta es una manera de pelear que resulta deshonrosa, indigna, cobarde y contraria a las propias reglas religiosas judías e islámicas relacionadas con el comportamiento en batalla.

Los encarcelamientos extrajudiciales de palestinos (parlamentarios incluidos); el envío indiscriminado de cientos de cohetes a las poblaciones civiles israelíes; el intenso bombardeo que somete a la franja de Gaza; la radicalización y deshumanización de los discursos y posturas políticas de ambos bandos; el racismo antiárabe imperante en la sociedad israelí; la judeofobia descarada de los políticos palestinos; el morbo y partidismo desde el cual la opinión pública internacional narra y analiza el conflicto; la incapacidad de mediación de actores como la ONU, EU, la Unión Europea y Rusia son sólo algunos de los resultados negativos y profundos de este proceso, iniciado hace treinta años.

Tomando en cuenta lo anterior, no resulta extraño que todos los analistas y expertos en resolución de conflictos coincidan en que no hay alternativas para la paz viables en el corto y mediano plazo. Cada acción tomada por una de las partes es percibida negativamente por la otra: de esta manera, el acuerdo de reconciliación entre Hamas y Al Fatah debe ser entendido como un paso necesario en el interior de Palestina, pero que automático, imposibilita toda negociación con Israel.

En el mismo sentido, el endurecimiento de la política militar israelí con respecto al envío de los cohetes provenientes de Gaza resulta lógico dentro de la política y sociedad israelí, pero enfría y aleja cualquier relación y acercamiento con los liderazgos palestinos oficiales en particular, y con el mundo árabe (Egipto) e islámico (Turquía) en general.

En los últimos 12 años se han registrado cuatro grandes operativos israelíes en Gaza: la Operación Escudo Defensivo, en 2002; 2008-2009 la Operación Promo Fundido, en curso de 2008 a 2009; la Operación Pilar de Defensa, en 2012; y la Operación Border Protector este año. Dichas estrategias militares han tenido un impacto en la infraestructura militar de Hamas en Gaza que inhiben por cierto periodo el envío de cohetes a Israel, pero no logran resolver el conflicto. Esto es así ya que todas las decisiones parten desde una perspectiva meramente militar sin ninguna medida diplomática o política efectiva paralela.

Hay que reconocer que el conflicto palestino-israelí es profundo, trágico, desgastante y trasciende discursos que hablan de paz y reconciliación. Va mas allá de plantar árboles y realizar encuentros académicos sobre la paz. Este enfrentamiento ha resultado impermeable a llamados desde Washington, Bruselas, Londres, El Vaticano; a rezos, demandas internacionales, boicots y manifestaciones. En el fondo, el conflicto palestino-israelí es un enfrentamiento territorial ideologizado entre dos pueblos que han fracasado en arreglar sus diferencias y coexistir armoniosamente y que hoy matan y mandan a matar a sus niños.

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