Lado B
Carta para Hipatia I
 
Por Lado B @ladobemx
06 de marzo, 2014
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Liz Ruiz

Y para mis amigas, y las otras mujeres que quieran hacer pactos para una mejor manera de ser mujer y ser entre nosotras.

Para este 8 de marzo quiero escribirte sobre lo que es para mí ser mujer contigo.

fotoLizRuizCuando te cargué, en esa única ocasión, sentí algo muy especial. Creo que fue una ternura muy profunda; eras una pequeñita humana, calientita en aquel cuarto con calefacción para protegerte del frío. Y yo, con las prisas de llegar a conocerte a deshoras, después de un bar, con el olor a cerveza y toda emocionada. Así como soy siempre.

“¡Nos vamos a llevar muy bien!”, te dije. Pero más allá de la ternura, sentí un gran entusiasmo por ti,  pensé en ese momento en que tienes lo más maravilloso del mundo: la oportunidad de una vida por delante. Puede que mi pensamiento sea un lugar común, claro, tampoco voy a ostentar originalidad en una experiencia por la que pasa casi todo mundo: conocer a una nueva bebé en la familia. Lo que sí es original es el parentesco que tenemos y las circunstancias en las que estamos. Te llevo 27 años y 11 meses, casi nadie puede presumir esa diferencia de edad con su hermanita. Y vives a 1,610 kilómetros de mí. Eso también es descomunal. Casi siempre las hermanitas viven en el mismo cuarto, con unos pocos años de diferencia; crecen juntas y algunas se odian, otras se aman y se llevan muy bien y se prestan ropa.

Pero tú y yo ni creceremos juntas ni nos prestaremos ropa. Crecerás muy lejos de mí y francamente no podré cuidarte, ni recogerte del kínder a la hora de la salida, ni enseñarte inglés ni decirte a quién le gustas en la escuela. Lo más probable es que te vea muy poco, y durante tus primeros años cada vez que me veas seré para ti una desconocida.

No nos queda más que hacer una sororidad diferente a la común. Pero no te preocupes, si estás en esta familia es porque prácticamente tienes el sino de no ser común (esto sí te lo digo por experiencia de hermana mayor que te lleva casi 30 años). Como nuestras circunstancias son muy particulares así habrá de ser nuestra hermandad. Evitaré las tradiciones de regalarte muñequitas carísimas vestidas en color rosa cada vez que te vea y decirte “¡Qué grande estás!”, porque es obvio que aumentará tu altura con cada visita. Preferiré regalarte juguetes neutros y libros. “Mafalda” era mi favorita cuando era niña y nuestra abuela dice que me echaron a perder, jajaja. La verdad es que si se refiere a que la lectura oportuna contribuyó a formarme como la mujer que soy ahora, de una vez te aviso que también me esforzaré por echarte a perder a ti.

Jamás, jamás te diré “¡Qué bonita estás!”, “¡Eres hermosa, princesita, qué linda, qué bella!” “Qué bonito vestido, qué bonito cabello, qué bonitos zapatos, qué bonitos ojos”. Es más, voy a fingir que soy ciega ante tu físico, porque no quiero que aprendas a valorarte por él, ni que estés todo el tiempo pensando en eso. Suficiente tendrás con la influencia del mundo que te tocó vivir. No necesitas preguntarte si tu color de piel o tus dientes son los adecuados, o si la pubertad te favoreció con caderas o nalgas o chichis perfectas. Así estás perfecta. Siempre serás perfecta, igual que el resto de las mujeres del mundo. Nunca escucharás de mi boca una crítica hacia otra mujer cuando te lleve de la mano en algún paseo por la playa. Nunca criticaremos juntas a ninguna: ni por cómo se ve ni por cómo se comporta o por cómo ha decidido llevar su vida. Mientras estemos disfrutando el sol en algún verano, platicaremos del respeto que merecen todas las que somos: las mujeres que trabajan en el sexo comercial, las infieles, las madres y esposas, las que no se casen, las que se reproduzcan y las que no, las que se hagan cirugía plástica y las que no, las que están en la cárcel y son culpables, las que están en la cárcel y son inocentes, las lesbianas, las bisexuales,  las transexuales, las súper modelos, las que sufren violencia en la pareja y las que son monjas por vocación, las que viven en aldeas alejadas a las nuestras o las que comparten tus clases en la escuela. Así platicaremos de la solidaridad que debe haber entre mujeres y te contaré que Simone de Beauvoir escribe que debemos apoyar tanto a las que luchan como a las que no.

Tampoco estará prohibido ningún tema de mi parte. Incluso si quieres hablar de trivialidades, no creas que tienes que impresionar al mundo con una actitud intelectualoide, así como no tienes que impresionar con tu belleza. Básicamente no necesitas vivir esclava de la opinión ajena. Podemos hablar de programas de televisión o de dietas si quieres, hasta entre mis amigas feministas hablamos de dietas de vez en cuando. El sexo será siempre uno de mis temas favoritos y me encantará hacerte partícipe de tu propio placer con el conocimiento. Nunca creas que el placer es algo banal; tiene mucha carga política y cultural y además también llega a ser una experiencia espiritual. Ya verás.

Me encantará que el universo me preste la oportunidad de disfrutar tiempo y experiencias contigo y compartirte un poco de quién soy y cómo vivo el mundo. Me gustaría mucho enseñarte a ser mujer libre, mujer autónoma, mujer tuya, mujer consciente, mujer amorosa, mujer comprometida. También quiero que me enseñes tu mundo y tus pensamientos y quien eres tú, aprender de ti, conocerte y admirarte y divertirnos mucho.

Espero con muchas ansias el volverte a cargar y esta vez verte sonreír porque ya eres una bebé grande y ya puedes hacerlo. Besitos pequeña Hipatia.

Este mes cumplo un año en la revista Lado B y les agradezco profundamente la oportunidad que me han dado de participar con ustedes. Agradezco también con mucho amor a las personas que se toman un tiempo para leerme. Gracias miles a todes y nos leemos en quince.

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