Fue hace setenta y tres años, un 20 de mayo, cuando entraba en funcionamiento el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, uno de los recintos más escalofriantes de la historia de la Alemania Nazi, y que hoy en día es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (1979).
Fue un complejo formado por diversos campos de concentración, de experimentación médica y de exterminio en masa de prisioneros judíos. Su construcción inició tras la invasión de Polonia en 1939.
Situado a unos 43 kilómetros al oeste de Cracovia, fue el mayor centro de exterminio de la historia del nazismo. Se calcula que fueron asesinados entre 1.5 y 2.5 millones de personas, la gran mayoría de ellas judías, además de eslavos, prisioneros de guerra; sin embargo dentro de sus cifras también se hallan medio millón de personas que murieron a causa de enfermedades y hambre.
Desde el viernes pasado y con motivo de la construcción de dicho centro, el Museo Judío de Berlín abrió una exposición de 36 dibujos de gran formato y 25 bocetos llamada «Bedrich Fritta: dibujos del gueto de Theresienstadt», que muestra los dibujos clandestinos del artista checo en los que plasmó cómo “un lugar terrible, produce una obra terrible”, señaló su nieto, David Haas.
Bedrich Fritta fue deportado a Theresienstadt (hoy Tezerin, en República Checa) de 1941 a 1944. En este campo-gueto creado el artista, a escondidas de sus carceleros, dio cuerpo a otro trabajo, revelando el lado oscuro del lugar, burlaba la opinión pública sobre la suerte de los judíos de Europa.
Se estima que unos 150 mil hombres, mujeres, abuelos y niños, pasaron por la ciudad fortaleza de Thereseinstadt, y que cerca de 35 mil murieron allí debido a las malas condiciones de higiene y 87 mil fueron deportados y murieron en Auschwitz-Birkenau, como Bedrich Fritta.
EL PEPO