La educación para los niños y jóvenes de un país es un derecho, no una dádiva. En Chile, desde hace poco más de un año, los estudiantes de secundaria y grados superiores, salieron a la calle para exigir al gobierno de su país educación pública, gratuita y de calidad.

Fueron decenas de miles los que se manifestaron en las principales avenidas de Santiago de Chile.

Hay que decir que el educativo, es un sistema heredado de la dictadura de Augusto Pinochet que durante los años que gobernó Chile, favoreció siempre a la educación privada y nunca, no sólo no apoyo la educación pública, sino que hizo reformas que la afectaron sensiblemente.

La trayectoria de la marcha estuvo vigilada por la presencia de la policía que con caballos y perros trataron de amedrentar a los manifestantes.

La presencia de Pinochet en el gobierno aparentemente dejó a ese país en la bonanza y con las mejores instituciones. Poco a poco se ha ido descubriendo la corrupción del dictador y su familia y la situación en que dejó a la educación pública.

Hay 250 detenidos y los dirigentes estudiantiles afirman que no dejarán su lucha.

Hay demandas de la juventud que no han sido entendidas y atendidas por los gobernantes. En México tenemos la demanda de la democratización de los medios y veremos si es posible que en el futuro su lucha alcance los objetivos que se han planteado.

La sociedad demanda mayor libertad, democracia y tener derechos plenos para vivir una vida digna y ello pasa por el derecho a una educación gratuita, de calidad y con plena libertad de cátedra.

Ahí están los estudiantes movilizados en Chile y en México. Sus demandas son totalmente justas. ¿Tendrán las autoridades y los congresos la sensibilidad para dar respuestas claras y que satisfagan las peticiones estudiantiles? Las marchas futuras lo dirán.