LA ISLA AZUL
Hemos hundido nuestros ojos en la mesa
Como si en ese mantel
En sus nubes estampadas
Estuviera la respuesta
Al hambre y a este hastío
Que se acumula en las uñas
No somos un par de alfiles
Hemos quemado el barco y el tablero de ajedrez
Los libreros y la cama
Para darle calor
A este diminuto cubo de hielo
Al que nos empeñamos en llamar hogar
Estamos en una isla techada
Que tuvo constitución propia
Nuestros diez mandamientos
Cadena de preceptos
Notas musicales sin pentagrama
Que desordenamos
Y volaron
Hemos matado este pasado
Hemos roto las astillas
Compramos un vacío que no acabamos de pagar
Y nos llena la palabra de huecos
Hemos fundido tu máscara con la mía
Ya no vestimos un disfraz sociable
Tristeza es la piyama que usamos por las noches
La piyama azul-cielo absorto
No tenemos más remedio
Que buscar a obscuras la mano del otro
Doblar los sueños
Guardar los ojos
No salir
Perderse dentro
Para no mirar el tiempo
No tenemos más
Remedio
En esta isla azul
Que estar juntos.
ESPACIOS
I
No estoy vacía:
Cargo con un ramo de aromas
Sostenido por telarañas de incienso
A la naturaleza aérea
Le enredo una estola de suspiros
Inhalo el rostro del espacio
Cunden las gardenias
Ha nacido una Tierra invisible
Me colmo el cuerpo de polen
Brota su manto en la garganta
Porque respiro no estoy vacía
Tengo un jardín en los pulmones
II
Esta es una belleza que no pretende ser de mármol
Es más una mariposa que nunca fue oruga
Que al paso rasga su sombra contra las piedras
Para extirparse el túnel
Despintarse
Sacar la oruga de la entraña
La tristeza atrapada en sus alas
Una belleza que desea arrastrarse
Pero inasible
A la sombra del lodo
sigue volando
III
No digas que el cielo se ha desmejorado
Sólo porque es otoño
No creas que la gente es cruel
Sólo por las cabezas que cuelgan del puente
No todo está perdido
Estás aquí más presente que muerto
No pienses que te olvidé;
Sólo intento que no duela
No comas ansias
Come de mí
Que estoy como kiwi verde
Tan ácida
Que te fundiría la somnolencia
IV
Más incierto que mi sombra en la noche
Más obscuro que un párpado
Más inmune
Más feroz
+
Todo esto que no soy
Es
igual
a mi afán
De borrarte
Que es un afán
Mucho más obsoleto
Que el de echarte de menos
V
Tiembla
Otra hoja
En la ventana:
Ha fallecido en el aire.
La ventisca toma por los hombros al naranjo
Lo sacude preguntando
¿Qué soy?
¿Puedes sentir mis manos?
Pero el naranjo
Que nunca ha mirado al viento, lo abraza
Se erotizan, se fusionan
Son los amorosos
Invisibles
Los aromas que guardo en este ramo
En este espacio que sostengo
Con esencia a flor de azahar.
VI
Qué hace el vino
Que cuando lo bebo te borras
Que al derramarlo, apareces
Ofuscado y difuso
Qué te hace el vino
Que yo no te haya hecho
Para volverte una bestia escarlata
Desbocarte como río de sangre y lava
Yo también te he enrojecido los labios
Te doy más vértigo que la razón
Pero no me tomas con furia
Qué te hace el vino que a mí no
Qué te hace para que tú
Lo prefieras
A él
O al whisky y el opio
Qué te hacen todos ellos
Qué te hacen
Que yo no
Siento
Nada
VII
Hay que cargarse completo a uno mismo
Tejerse la sombra propia a la bastilla
Avanzar y no mirarla crecer
Sólo arrastrarla
Como a una muñeca de trapo
Que se mojen sus ojos
Contra los charcos tibios
Que disuelva el sendero
Reinventando universos con el lodo
Arrancarse los ataúdes que habitan en las costras
Sacudirse al muerto
Avanzar y crear
Reinventar y simplemente largarse
Tras los escurridizos pasos
De la incertidumbre
Del azar.
EL TIEMPO O EL INAGOTABLE PARADIGMA DE CRONOS
Y sí:
Acepta Cronos que ignora de pausas
No hace más
que escabullirse
por callejones incógnitos
Saltar bardas en segundos
Alejarse de la niñez
con sus horrores y amaneceres
Años de piloncillo arrojados al agua tibia
Tomados de un trago
Saciando la sed que no se extingue
Completando la reinvención
De lo que no cesa de renacer
Perseguir ansioso el final que no existe
Y sigue transcurriendo
arena en el embudo
. . . sigue corriendo el tiempo. . .
¿Y si Cronos se cansara
sin agotar(se) el tiempo?
Que sus manos sujetaran el escenario perfecto
Deteniendo las palpitaciones del espacio
Cristalizarlo todo
Parar.
Pero no hay nada que Cronos conserve
Con su duro oleaje en péndulo desvanece murallas
Y el corazón trazado con nuestras siglas, erosiona
/ entre el resto de los idilios de polvo
Sopla las hojas de una vida
Ideando calvicie en un riguroso álbum
de flores secas
de fotos tuyas
Cronos invade el plano de ajenos
Desaparecemos del mundo
hábitat rentado
en el que estuvimos
como en nuestra alcoba
Y desaparece el mundo
Nos barre
del paraíso
de la rutina
Como reminiscencia
Somos el haz de una sombra vieja
Cronos rueda dentro de su esfera
Da un paseo por las ciudades más viejas
Se mira a sí mismo carcomido
Es Mr. Grey
Se adora, se da asco, sigue rodando
Quitándole pintura a los murales
Va por Paris, por Toledo y Roma
donde el pasado se niega a retirar su cadáver
Y no sabe
Si él
Algún día
Morirá también
O si el giro del desgaste
Es una cadena que se arrastra
Para ser inmortal
¿A qué te sabe, Cronos, el camino a la muerte?
Seguro a sangre de un cuerpo llagado
A fruto pútrido, pan enlamado en leche rancia
A un sexo anciano entre dos piernas que lo estrangulan
Eres la leyenda de un dios que comía dioses
Que mata para tener más tiempo
Y sí,
El tiempo:
Sintonía de cráteres
Eco de cadavérica lava
Es cáscara cóncava
en el pecho de Cronos
Se acaba
este segundo
y nace
este
otro segundo
que muere
mientras nace
otro
que está
muriendo
y es
Cronos
el reloj
Un latido que marcha
entre ruinas
Y sus labios se cierran
Ante el silencio
se calla
e inventa
El silencio.
Athena Ramírez y Ramírez (1982)
México DF – Tepoztlán, Morelos
Locutora, poeta, cuentista y tarotista.
Estudió Creación literaria en SOGEM.
Conductora del programa «Paseo nocturno» en Radio Tepoztlán dedicado a la difusión de la poesía.
Con publicaciones en antologías, revistas independientes impresas y digitales. Intervenciones poéticas, dramatizadas y conducción en diversos foros.
Está próximo a publicarse su poemario Incivil.