Montserrat Diaz*

La moda es arte. Es una manifestación explícita de nuestra personalidad y a su vez un posicionamiento político. Nos permite expresar nuestro sentir, nuestro pensar y, en general, nuestra identidad. Es justo por esto que la forma en que uno se viste influye mucho en cómo nos ven las personas a nuestro alrededor. Por decir un ejemplo, las reglas impuestas por los estereotipos de género suelen dictar que si eres mujer te tienes que vestir de forma “femenina” y eres mal vista cuando no lo haces. Ser queer está en contra de estos estereotipos, y es por esto que suele ser visto como algo extraño, fuera de lugar y, por ende, negativo.

Tirar los convencionalismos por la ventana es parte de la vida diaria cuando eres queer, pero ¿cómo expresamos esto con la moda? Pueden ser cosas simples como desafiar los estereotipos de género al vestirnos de forma estereotípicamente femenina si nos presentamos masculinos, puede ser un estilo andrógino o puede ser simplemente el uso de “demasiado” color “para un hombre”. No existe como tal un “look queer” porque lo queer no puede ser definido como tal e inclusive las etiquetas nos limitan. Pero para personas conservadoras y, en general, personas externas a la comunidad se considera que sí somos notorios por nuestra ausencia de reglas y convencionalismos cuando se trata de moda.

Vestirse de manera vistosa siendo queer es interpretado por personas conservadoras como una amenaza y un símbolo de rebeldía. Yo prefiero verlo como resistencia. Si nuestra existencia es una ofensa, que se note. Que se note que estamos orgullosos de tener la libertad de existir y de mostrarnos. De eso se trata el mes del orgullo, por ejemplo, de celebrar quiénes somos. Muchos de nosotros hemos vivido con miedo la mayoría de nuestra vida, o incluso en la actualidad, todavía lo sentimos. Ese miedo a ser descubiertos, el miedo a saber qué pasará cuando se den cuenta que no somos uno de “ellos”. Debido a esto, el declararlo abiertamente en nuestra vestimenta es uno de los actos de valentía menos sutiles que hay. Es decir abiertamente que ese miedo no nos importa lo suficiente como para querer escondernos y que no vamos a desaparecer. Que se nos note. Es devolvernos a nosotros mismos el poder que nos fue arrebatado en toda nuestra historia: el poder de escoger ser felices.

Inclusive en mi caso, que soy tan abiertamente queer como se puede llegar a ser, me he sentido borrada tantas veces que a veces siento que estoy mintiendo y que soy invisible. He sido invalidada tantas veces por lo que siento y por quien soy, como una persona abiertamente bisexual y no binaria, que hasta muchas veces me he llegado a preguntar a mí misma si es que no es una etapa, si es que realmente existe esta parte de mí, si es que todo esto vale la pena. Nunca logré sentir un sentido de pertenencia hasta que empecé a usar la moda como método para expresarme y como desahogo también. Solo pude sentirme como yo misma hasta que empecé a hacer de un hábito diario celebrar quién soy. En este momento de mi vida, ser visible es aún más importante para mí que ser aceptada. 

Ser visible en el lugar conservador que es mi tierra, Tabasco, es el primer paso que tomo para poder algún día ser totalmente libre de las opresiones que suponen el sistema cisheteronormado. Mi inspiración siempre viene de mi propia gente, y te invito, querido lector, a buscar quienes te inspiren a ser tú mismo también. Estamos en todos lados y eso nadie nos lo puede quitar ya. Como incluso ha registrado recientemente INEGI, somos aproximadamente 5 millones de personas que nos identificamos con una orientación sexual e identidad de género LGBTI+, y eso sin contar a las personas dentro del clóset. Somos más visibles que nunca y eso tenemos que aprovecharlo. Al fin y al cabo, nuestra mayor venganza será dejar de escondernos y ser felices.

*Este texto fue realizado en colaboración con Girl Up México por Montserrat Diaz, feminista y activista LGBTTQI+, miembro de Casa de las Muñecas Tiresias A.C. Tabasco y secretaria de Diversidad Sexual de Alternancia Juvenil Tabasco.

**Foto de portada: Piqsels